Legado de José Alfredo Jiménez, fuente de trabajo en Dolores Hidalgo

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Familias de músicos, cantantes, trovadores, guías de turistas y prestadores de servicios de este municipio viven de la vida y obra de José Alfredo Jiménez, a más de 41 años de su muerte.

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Las canciones del cantautor dolorense son de dominio popular, especialmente el tema “Caminos de Guanajuato”, que prácticamente es un himno para esta tierra.

Juan Aguilar, quien es músico, señaló que mientras en León solamente cantan las primeras estrofas de la canción, en Dolores Hidalgo son las últimas.

“Al principio de la canción José Alfredo le canta al bonito León, Guanajuato, y a su feria con su jugada, pero al final después de recorrer el estado se queda en Dolores Hidalgo, su pueblo adorado”, expresó.

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En el Panteón Municipal, otro músico con su guitarra, quien además es guía de turistas, cobra a 20 pesos la canción a los visitantes que a diario llegan a la tumba de José Alfredo Jiménez.

“El Rey”, “Arrullo de Dios”, “El caballo blanco”, “El jinete” y “El perro negro” son de los temas más solicitados.

El músico explicó a detalle los diferentes significados que hay en la tumba del compositor guanajuatense, que es una de las más visitadas en el país.

“La tumba es un gigantesco sombrero, con el epitafio: ‘La vida no vale nada’, de donde sale una estructura en forma de sarape de colores, hecho en azulejos”, relató Rafael Cárdenas Pérez, el guía de turistas.

En el sarape, que también simula los bordes de la Sierra de Santa Rosa, están ubicados los nombres de 119 canciones y 91 espacios sin nombre, que representan las canciones sin título e inéditas de José Alfredo.

La tumba es obra del arquitecto Javier Senosiain, esposo de Paloma Jiménez Gálvez, hija de José Alfredo Jiménez.

“José Alfredo nos dejó este legado a cambio de nada, él lo único que pedía eran aplausos, y se los sigue llevando hasta la tumba, porque aquí llega mucha gente a rendirle tributo”, comentó.

La tumba tiene una serie de orificios en el sombrero que forman una cruz por donde entra la luz del Sol, cuyo número total representa el número de habitación del hospital donde el cantante murió en noviembre de 1973, en la ciudad de México.

Jorge Humberto Aguayo Juárez, propietario de la cantina El Incendio, la cual era frecuentada por José Alfredo en los años 60, comentó que su padre, Tobías Edmundo Aguayo, era muy amigo del compositor.

“Cuando José Alfredo venía a Dolores, porque él vivía en México en Santa María la Ribera, visitaba la cantina para platicar y tomarse un trago con mi padre, tomaba tequila blanco, aunque también pedía whisky, pero lo tomaba por pose”, comentó.

En el establecimiento, ubicado en la esquina de las calles Jalisco y Tabasco, existen diversas fotografías y recuerdos de José Alfredo Jiménez.

“No creas que venía vestido de charro y con el mariachi, llegaba como cualquier persona normal a tomar un trago”, subrayó.

En este negocio inicia un recorrido turístico de cantinas en el municipio, que impulsa la Secretaría de Turismo.

A unas cuadras se ubica el Museo a José Alfredo, en la casa donde vivió su infancia antes de mudarse con su madre y hermanos a la ciudad de México.

En dicho recinto, inaugurado en 2008, se ofrece un panorama de la vida y obra de José Alfredo, ya que se muestran fotografías, videos, canciones, así como objetos personales, discos, trofeos, diplomas y testimonios de los múltiples homenajes al compositor.

Juan de Dios Ramírez, habitante de Dolores Hidalgo, señaló que un buen número de turistas acude a este municipio, por ser la tierra de uno de los más importantes compositores mexicanos.

“Hace un par de días nos visitaron unas personas de Colombia, donde comentaron que ahí José Alfredo compuso una canción y vinieron a conocer Dolores por José Alfredo”, abundó.

A más de 41 años de su muerte, José Alfredo Jiménez continúa como ídolo en su tierra.