Migrantes legales también mueren

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Foto: El Universal.

El Universal/La Voz de Michoacán

 

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Ciudad de México. Esta no es la historia del indocumentado que llegó a trabajar a Estados Unidos con la mediación de un pollero y que murió en aquel país en circunstancias poco claras. La historia de Honesto Silva Ibarra es otra.

Él fue un migrante mexicano, de 28 años, quien vivía en Zacatecas y llegó a trabajar temporalmente como jornalero agrícola a una granja de California por mediación de la empresa CSI VISA Processing, cuyo papel es mediar la contratación de jornaleros agrícolas en México para determinadas granjas en Estados Unidos y representarlos en el trámite de su visa H2A ante las sedes de la embajada estadounidense en nuestro país.

¿Cómo es entonces que Silva murió el 6 de agosto pasado, en un hospital de Seattle, después de permanecer varios días en estado de coma y con una visa que había expirado?

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Honesto no realizó ese viaje solo, sino con un promedio de 500 mexicanos más originarios de Michoacán, Guanajuato, Nayarit, Zacatecas, Durango, Jalisco, Guadalajara, Tamaulipas, Oaxaca y Guerrero. Son algunos de ellos quienes afirman que su muerte fue resultado de la larga deshidratación que presentó a causa de las elevadas temperaturas registradas en los campos agrícolas de la empresa que los contrató en California: Sarbanand Farms.

Él padecía diabetes y aunque viajó con los medicamentos propios de su enfermedad, aceptó la oferta que la empresa les hizo para que, al terminar su labor de dos meses en California, trabajaran dos meses más en otros campos agrícolas situados en Washington, casi en el límite con Canadá.

Aunque sus visas de trabajo habían expirado, Sarbanand Farms prometió realizar la renovación durante su traslado de California a Washington. Al parecer, Silva Ibarra realizó el viaje bajo los primeros síntomas de deshidratación (dolor de cabeza y agotamiento), pero él no lo sabía. Su situación empeoró días después durante su trabajo en Washington, donde el calor era similar al de California.

Los jornaleros acusan que la granja no tomó las precauciones pertinentes, como proporcionarles agua y techos para cubrirse del sol durante la pizca de arándanos. Por el contrario, aseguran haber trabajado bajo ese clima y la misma jornada laboral que en California: un promedio de ocho a 12 horas diarias.

Le negaron asistencia médica

Enfermo, Honesto tomó un descanso para reponerse, pero sus compañeros cuentan que los jefes lo obligaron a trabajar de nuevo y le negaron la ayuda médica. Por eso cuando su condición se agravó, un grupo de ellos se quejó ante sus contratistas estadounidenses por las malas condiciones de trabajo. Por respuesta recibieron un despido sin pago de los últimos cuatro días de labor y la notificación de que su visa H2A no había sido renovada, por lo que les dieron una hora para abandonar las casas colectivas que ocupaban bajo advertencia de que, si no se retiraban, llamarían a la policía que a su vez solicitaría la intervención del Servicio de Inmigración (ICE, por sus siglas en inglés) para que los deportara a México.

En respuesta, un grupo de 72 jornaleros mexicanos inició el 5 de agosto una huelga a las afueras del campo de Sarbanand Farms, para exigir el pago del trabajo realizado, así como un regreso legal y seguro a México; no en calidad de indocumentados.

EL UNIVERSAL siguió esta historia que retrata los riesgos y desventajas que conlleva la migración legal de mexicanos a EU, contratados desde aquí por empresas intermediarias que trabajan con firmas agrícolas estadounidenses. Las entrevistas realizadas describen que en estos empleos además de ofrecer cierta certeza económica y un entorno migratorio legal, también conllevan abusos y desventajas. En el marco de la renegociación del TLCAN entre ambos países, este reportaje muestra el otro lado de la moneda.