Polarización y agresividad; lo que exhibe la tragedia de Tlahuelilpan

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Foto: AP. La tragedia de Tlahuelilpan estremeció a los mexicanos, luego de la muerte de decenas de personas.

Valentina Ramírez / La Voz de Michoacán

 

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Hidalgo. Ayer por la noche un ducto de gasolina fue saboteado y su combustible saqueado en Tlahuelilpan, Hidalgo. Un gran grupo de pobladores de la zona se acercaron, alrededor de seiscientas personas; no estaban ahí de manera organizada o planeada, llevaban cubetas y bidones. Se había corrido el rumor de la fuga y les dijeron que “había gasolina gratis”.

Horas más tarde, mientras las personas seguían ahí, una explosión se levantó en el aire, y fuertes alaridos de auxilio se escucharon por el campo. Los que estaban más cerca de la explosión murieron, y hoy circulan en los medios de comunicación sus cuerpos, reducidos a menos que huesos, calcinados.

Ante esta terrible pérdida de vidas se alzó una polémica entre la ciudadanía. Algunos criticaban a las autoridades locales, que no detuvieron a los pobladores, otros a Pemex, por no apresurarse en reparar la fuga, otros a los mismos pobladores, por acercarse de manera irresponsable al combustible inflamable. Se creó un discurso en redes sociales dónde se buscaba culpables, pero dónde se pasaba por alto la responsabilidad de los grupos de crimen organizado que abrieron en un principio el ducto.

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En medio de esto creció una respuesta polarizada y agresiva hacía la tragedia, que se presentó independientemente de la alineación política de las personas. Quienes apoyan la estrategia anti-huachicoleo reaccionaron de manera burlona ante la muerte de quienes tachaban como “ratas” y diciendo que "se lo merecían". En cambio, los críticos de López Obrador aprovecharon la situación para señalar al presidente como un supuesto riesgo para la vida de los ciudadanos.

En un accidente que se llevó decenas de muertos, la reacción que creció en redes sociales no fue de solidaridad, sino de agresión.

Foto: AP

La psicología de la polarización

En un análisis del reportero especializado en psicología política Brian Resnick para el medio Vox, muestra cómo la polarización, la agresividad, e incluso la tendencia hacía teorías de la conspiración es algo común en las personas.

El ser humano tiene una tendencia a identificarse con su grupo, y a temer a los otros hasta el punto que los ve como menos “humanos” que él mismo. Esto en parte explica por qué caemos en agresividad hacía las personas de un grupo político distinto al nuestro hasta el punto de burlarnos de su muerte.

Los ladrones de combustible de Tlahuelilpan representan a ese grupo de “otros” de los que la psicología política nos habla, tanto para la izquierda como para la derecha. Para quienes apoyan a AMLO, los pobladores que murieron representan a los huachicoleros contra los que el presidente ha encabezado una lucha a nivel nacional. Para los críticos de López Obrador, representan al “pueblo” que el presidente ha defendido en numerosos discursos.

Sin embargo, más allá de qué representan estas personas ante distintos discursos políticos, sus familiares piden que se les trate con humanidad, tanto a los vivos como a los muertos.

La psicología política también nos explica por qué es difícil empatizar ante tragedias. Explica Resnick un fenómeno dónde entre más grande es el grupo de gente involucrado más trabajo nos cuesta verlos como personas. Podemos empatizar con los sueños y necesidades de uno, explica el reportero, pero comienza a costarnos imaginar los sueños de diez, cincuenta o mil personas.

A esto se suma  el efecto del "razonamiento motivado", que es la forma como nuestros valores y prejuicios nos influyen al ver el mundo. Según Resnick, el razonamiento motivado nos predispone a juzgar las cosas desde el punto de vista que más beneficie a nuestros prejuicios, y aunque los hechos indiquen lo contrario nos vamos a aferrar a lo que queremos creer.

Es por esto que algunas personas tienden a buscar culpabilizar a alguien, a veces sin si quiera tener evidencia, como en el caso de las teorías de la conspiración.

Parte del discurso en redes se centró en tratar de asignar la responsabilidad de la explosión del combustible a alguien, incluido al presidente.

Resnick explica que esto se da gracias a que las personas tienen la necesidad de comprender los sucesos, de darles explicación, en especial los más terribles. Ante una tragedia la incredulidad se da a nivel tal que se comienza a negar versiones oficiales o a construir versiones nuevas.

Las personas que se sienten impotentes y que son más pesimistas también es probable que crean en las teorías de conspiración. Y aquí es donde la educación y la divulgación pueden ayudar. Alcanzar niveles más altos de educación se relaciona con sentirse más seguro con respecto al mundo, y esto, a su vez, parece proteger contra una mentalidad conspirativa”, explica Resnick. 

El problema con esta reacción, señala el periodista, es que afecta la forma como las personas toman decisiones políticas, y afecta la confianza de la ciudadanía en el gobierno.

la única forma de trabajar de las democracias es si las personas confían en las instituciones que conforman su marco”.

Degradación moral del país

Entre las personas que se habían acercado a llevarse gasolina había familias con niños menores de edad. Hoy todavía hay muchos buscando a sus seres queridos de hospital en hospital, temiendo que en realidad estén entre los cuerpos que no se pueden ni si quiera identificar porque quedaron calcinados.

Foto: AP

El municipio de Tlahuelilpan ha sido descrito por sus mismos pobladores cómo olvidado.

Queda claro que es un acto ilegal e irresponsable el de llevarse combustible de una fuga, tanto para sus propios autos como para venderlo. Pero la respuesta en general de la sociedad muestra una descomposición social presente en todos los niveles. Desde la persona que roba de un ducto, hasta la que se burla de la muerte de los demás, como menciona en entrevista para La Voz de Michoacán el doctor en filosofía, Marío Teodoro Ramírez Cobián.

La tragedia de ayer en el estado de Hidalgo muestra el grado de descomposición del país. Es la pobreza material la que obliga a la gente a robar y a hacerse cómplice de los grandes delincuentes, pero es la desesperación y la pérdida del sentido de las cosas --locura, miseria moral-- la que los lleva a arriesgar sus vidas y hasta las de sus hijos con tal de ganar algunos pesos”, señala el investigador.

La lucha contra la delincuencia es necesaria para acabar con esta clase de problemas, pero para Ramírez Cobián una de las cosas que más necesita el país es el apoyo al desarrollo social, ofreciendo alternativas a la población.

La miseria moral, la patología social sólo se podrá acabar con un programa de desarrollo humano, promoviendo educación, cultura y valores. Ahí se ve la importancia de una constitución moral para la sociedad mexicana. Pues mientras sigamos acostumbrados a la injusticia y la desigualdad, a la insolidaridad y la desatención por los demás, todos seremos responsables de estas tragedias, todos seremos partícipes de la miseria espiritual y moral del país. A la vez, si tomamos conciencia y actuamos en pos de la transformación de México, todos podemos contribuir a que estas tragedias terribles no se sigan repitiendo.”

El huachicoleo de cuello blanco y el manejado por el crimen organizado ha quedado en segundo plano ante la tragedia que se enfocó principalmente en pobladores de la zona que se acercaron de manera desorganizada e irresponsable. El ejército no los reprimió, pero tampoco pudo evitar la situación. Es un caso que no se había visto antes, y es una situación terrible, que cómo mencionaba Resnick, provoca que la sociedad quiera saber qué ocurrió.

Por ahora las autoridades han dicho que se investigará a profundidad, y esperan que la ciudadanía apoye a esclarecer lo que ocurrió. El presidente hizo un llamado a la sociedad para resolver el caso.

Estoy seguro que nos van a ayudar y vamos a poder reconstruir lo que sucede realmente, estamos ante una situación que se soslayo durante mucho tiempo y por eso es importante saber cómo se da esta práctica en lo cotidiano: ¿Quién perfora el ducto?, ¿Cuándo se sabe que hay una fuga?, ¿Quién llama?, ¿Quién convoca?, ¿Cómo acude tanta gente?, ¿Por qué los recipientes?, ¿Qué se hace con ese combustible?, ¿Se usa para el consumo de los que lo recogen o se vende?, ¿Cómo se vende?, ¿Quiénes los compran? Reconstruir la historia, eso es lo que tenemos que hacer y estoy seguro de que el testimonio de los pobladores va a ayudar en ese sentido”.

Las autoridades han dicho que confían en la ciudadanía, y que agradecen a aquellos que han evitado caer en la polarización.