81 municipios de Michoacán expuestos a zonas de actividad volcánica

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Foto: Agencias. Al menos 81 de los 113 municipios michoacanos se encuentran en zonas de intensa actividad volcánica.

Arturo Molina/La Voz de Michoacán

Morelia, Michoacán. Al menos 81 de los 113 municipios michoacanos se encuentran en zonas de intensa actividad volcánica. En muchos de los casos, tanto la población como autoridades locales desconocen el riesgo latente al que se enfrentan al permitir la generación de asentamientos urbanos y rurales, así como la proliferación de actividades económicas.

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Fue durante el Panel de Riesgos Volcánicos, en el campus de la Universidad Nacional Autónoma de México en Morelia (UNAM), por la conmemoración del surgimiento del Volcán Paricutín, que trascendió que si bien el riesgo a una erupción sigue siendo difícil de calcular, la vulnerabilidad se ha incrementado por el aumento de población en faldas de volcanes jóvenes.

Uno de los puntos que más preocupa es que la colaboración entre el sector académico, como geólogos, científicos y vulcanólogos, para con la sociedad y las autoridades de rescate, no se ha aterrizado en la práctica.

Fue en presencia de investigadores y vulcanólogos de talla internacional que se recordó, que luego de la erupción y nacimiento del Paricutín, hace ya 76 años en la región de la Meseta Purépecha, que se ha destacado a esta zona volcánica como una de las más activas y estudiadas del mundo.

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El riesgo por volcanes no es sólo por las erupciones. A decir de los especialistas, las erupciones que se registraron recientemente en cuanto a términos geológicos se refiere, han dejado residuos rocosos que, en combinación con las lluvias, pueden causar los famoso “lagares”, deslizamientos de lodos densos que son capaces de devastar comunidades enteras.

A decir de los especialistas, en Michoacán el riesgo volcánico se ha sumado a la vulnerabilidad social, lo que ha generado un caldo de cultivo, donde únicamente falta un fenómeno sismológico o volcánico para ver devastación.

El doctor José Luis Macías Vázquez, vulcanólogo especialista en el Paricutín e investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), informó sobre las condiciones de volcanes a las que se enfrentan los michoacanos. Predecir el nacimiento de un volcán o cuál será el próximo volcán activo en la entidad o en sus cercanías es prácticamente imposible.

“Hay dispersión de la actividad volcánica en el país, pero una buena concentra en el área dónde se encuentra Michoacán y Guanajuato. Tenemos más de 8 mil volcanes y un 60 por ciento de la población del país vive cerca de un volcán, lo peligroso son los derrumbes. El material puede ser fácilmente derrumbado”, manifestó.

Una de las principales preocupaciones de los especialistas radica en que, en muchos de los casos, los municipios no cuentan con un protocolo de actuación o Atlas de Riesgos actualizado en materia de volcanes o sismos. Prácticamente la mayor parte del territorio y las zonas de mayor densidad poblacional como Morelia se encuentran cercanas a volcanes.

Pese a que en la actualidad el estado conserva una condición de “tranquilidad” respecto a la actividad de sus cráteres, los canales de magma que se encuentran a una profundidad de 40 kilómetros siguen activos en toda esta región del país.

Existen cerca de mil 200 volcanes del campo Michoacán-Guanajuato que están desarrollados, de los cuales en su mayoría tienen alrededor de un millón de años, pero hay de edades variadas. Con modernas herramientas tecnológicas, como análisis químicos de las rocas y minerales en la microsonda electrónica, se puede conocer la temperatura y la presión del material expulsado, datos esenciales para saber a qué profundidad estaba antes de la erupción, según destacó el especialista.

El investigador destacó que los síntomas más comunes en los suelos antes de que nazca un nuevo volcán refieren a factores como alta actividad sísmica, ascenso de gases a través de la tierra, el abultamiento del terreno y la posterior emisión de magma.

A decir de Édgar Zamudio, representante de la Coordinación Estatal de Protección Civil de Michoacán, existe una desconexión importante entre las autoridades de rescate, la ciudadanía e incluso con el sector académico. Fue durante su intervención que el especialista en riesgos aclaró que se han atendido incidentes que generaron pánico por su similitud a fenómenos volcánicos.

Recordó los casos como en San Agustín del Maíz, en el municipio de Copándaro, y en Venustiano Carranza, que se dieron en el año 2017, lugares donde se presentó actividad geotérmica, pero que negaron que correspondan a actividad del tipo volcánico y que representen un riesgo para la población.

“Mencionar que para determinar el riesgo hay que determinar la vulnerabilidad y ver qué poblaciones están expuestas. Tenemos marcado el campo volcánico con más de mil cuerpos volcanes. Representa en al menos 81 municipios, la población el 85 por ciento de la población de la población habita en el campo volcánico de Guanajuato-Michoacán. No se tiene trazada la colaboración del sector académico con la de Protección Civil. La generación de información científica y no la conciencia la población y protección civil no tienen mucho sentido si la población en riesgo no la sabe”, manifestó el especialista.

Recuerdan al Paricutín

Han pasado 76 años desde que el pueblo de San Juan Parangaricutiro, enclavado en la Meseta Purépecha, vio uno de sus últimos días y su población fue testigo del nacimiento de uno de los eventos geológicos más estudiados en la historia de la geología moderna.

El 20 de febrero de 1943, Dionisio Pulido, un campesino de la región, se encontraba trabajando la tierra en las cercanías del pueblo Paricutín cuando de pronto ésta empezó a temblar, se abrió la tierra y empezó a emanar un vapor espeso, fue cuando un estruendo que casi le dejaría sordo le hizo correr hacia su poblado, donde alertó el peligro.

La duración de la actividad de este volcán fue de 9 años, 11 días y 10 horas. La lava recorrió unos 10 kilómetros en este lapso. Si bien no hubo víctimas humanas, dado que hubo suficiente tiempo para desalojar a toda la población, el volcán sepultó dos poblados, Paricutín y San Juan Parangaricutiro, llevándose con él dos comunidades de cientos de años de antigüedad.