Bailarín Vaslav Nijinsky revolucionó el mundo de la danza

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Ciudad de México.- Considerado una figura que revolucionó la danza al marcar las primeras directrices del nuevo ballet, el bailarín y coreógrafo ruso Vaslav Nijinsky, quien se autoproclamó “El Dios de la Danza”, es recordado a 67 años de su muerte, ocurrida el 8 de abril de 1950.

Nijinsky nació el 12 de marzo de 1890. Hijo de Tomás Laurentiyevich Nijinsky, también un eximio bailarín que fue muy celebrado por su virtuosismo y por sus saltos espectaculares, y de Eleanora Bereda; ambos propietarios de una compañía de danza con la que recorrieron toda Rusia en sus giras.

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De acuerdo con el perfil biográfico que de él publica “biografiasyvidas.com”, la niñez del artista transcurrió la mayor parte en el Cáucaso, bailando junto a sus hermanos Stanislav y Bronislava en la compañía familiar.

A los nueve años ya era considerado un niño superdotado para la danza, por lo que en 1900 se inscribió a la Escuela Imperial de San Petersburgo, donde estudió con Enrico Cecchetti (1850- 1928), Nicholas Legat (1869-1937) y Pável Gerdt (1844-1917).

Sus progresos fueron asombrosos, al extremo de que cuando tenía 16 años, sus maestros le instaron a graduarse en ese momento, ofrecimiento que él declinó al preferir completar el periodo normal de aprendizaje.

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El 14 de julio de 1907, Nijinsky debutó en el Teatro Maryinsky con el ballet La Source, junto a la bailarina rusa Julia Sedova (1880-1969). Cuando finalizó su actuación, el público y los críticos se rindieron ante él, con elogios y aplausos.

Los registros apuntan una carrera meteórica, con interpretaciones memorables en los ballets “Eunice” (1907), “Le Pavillon d’Armide” (1907) y “Noches Egipcias” (1908), todos con coreografías de Mikhail Fokine (1880-1942).

Hacía 1909, Nijinsky fue contratado en calidad de bailarín principal y coreógrafo para la presentación de la nueva compañía de Serguéi Diáguilev (1872-1929), el Ballet ruso, y puso en escena los nuevos ballets de Fokine, “Las sílfides” (1909) y “Scheherazade” (1910).

Dos años después llegaron “El espectro de la rosa”, “Narciso”, “El lago de los cisnes” y el estreno mundial del ballet “Petrouchka”, con música de Igor Stravinski (1882-1971). Sus protagonistas fueron Tamara Karsavina (1885-1978) y Anna Pavlova (1881-1931).

De acuerdo con el portal “hagaselamusica.com”, Vaslav Nijinsky recorrió toda Europa y el continente americano, llegando desde Estados Unidos hasta Argentina, donde se le conoció como el “Dios de la danza”.

En 1912, con la creación de su primera coreografía “La siesta de un fauno”, Nijinsky revolucionó la danza y la llevó hasta sus principios fundamentales. Eliminó los gestos sinuosos y sólo permitió los pasos absolutamente esenciales.