Concluye simposio creativo en Morelia

La Voz de Michoacán. Las últimas noticias, hoy.

simposio
Foto: Victor Ramírez

 

“Yo soy un español que llegó a Juárez justo cuando comenzó la violencia”, aseveró Carles Méndez, doctor en Bellas Artes quien desde el año 2006 radica en la ciudad fronteriza en el estado de Chihuahua.

PUBLICIDAD

No obstante, la violencia es un tema al que no se puede ser ajeno. Lo primero que le sorprendió fue la convivencia que existía en el país con la violencia, una relación cercana, con gente armada en las calles, “es impactante al principio ver la violencia tan explícita”.

En el tiempo que ha vivido en México, específicamente en ciudad Juárez, ha podido ver cómo la gente recobró el espacio público a través de las artes.

Quienes pudieron mudarse a otra ciudad, incluso a El paso, Texas, lo hicieron; quienes se quedaron se encontraban recluidos en sus casas, contenidos, no podían ni quejarse, porque podía haber represalias, no sólo por parte de la delincuencia, sino de las instituciones oficiales. “Ciudad Juárez: Arte, disidencias y poéticas de lo afectivo” es el nombre de la conferencia magistral que Méndez impartió como parte de Acrónimo IV.

PUBLICIDAD

Para comenzar, el académico ofreció los detalles del panorama de la ciudad y sus problemas de narcotráfico, feminicidios, impunidad, la tortura y los falsos culpables, explotación de personas y desintegración familiar,(estas dos últimas derivadas de la industrialización fronteriza que surgió para subvertir problema de braceros, pero que trajo nuevos conflictos, ya que las largas jornadas de trabajo y los bajos salarios no permiten a las personas tener una vida de calidad, con tiempo para atender a sus familias, así como tampoco se puede reunir el dinero para irse a otro lugar.

En este panorama, el arte urbano se presenta como un constructor, convierte el espacio en un lugar practicable, es gratuito e ‘inútil’ en estricto sentido, como lo es el arte.

Las expresiones comenzaron en bardas con pintas y dibujos en un solo color con frases como “Sicario, no cometas disparates, no me mates: los niños”; posteriormente se tornaron en murales con colores y más elaborados, hasta la integración de colectivos que comenzaron a cambiar el clima de la ciudad, y posteriormente lugares de reunión, que se habían extinguido.

El monumento a Benito Juárez había sido el lugar donde aparecían cuerpos de mujeres torturadas y asesinadas, por lo que la gente había dejado de visitarla; las personas de los alrededores se organizaron y comenzaron a presentar eventos y hacer un bazar cultural donde se venden e intercambian productos. “Al tomar la ciudadanía los espacios, dejan de pasar cosas”, afirmó.

Para más información, consulte la edición impresa de La Voz de Michoacán.