Conmemoran a José Saramago

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José Saramago (1922-2010) fue una persona sencilla que defendía los Derechos Humanos como lo demostró durante su estancia en Estocolmo, Suecia, cuando acudió a recibir el Premio Nobel de Literatura en 1998, recordó su viuda, Pilar del Río.

La periodista y traductora española ofreció una charla en la Biblioteca Vasconcelos, a propósito del quinto aniversario luctuoso del escritor portugués, cuyas declaraciones a lo largo del tiempo fueron reunidas en el libro “José Saramago en sus palabras”.

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De acuerdo con Del Río, el momento más grande de Saramago fue el encuentro con cada lector, y el segundo momento relevante fue cuando recibió el Premio Nobel de Literatura, cuando no quiso quedarse en ese espacio lleno de candelabros de plata, alfombras magníficas y vajillas.

“En vez de quedarse en ese ambiente social y gozar, pensó en los demás aprovechando que era el 50 aniversario de la firma de la declaración universal de los Derechos Humanos, así que dijo: ‘tengo los micrófonos del mundo enfrente, vamos a hablar de derechos’”, señaló la traductora española.

Rememoró las palabras de Saramago: “probablemente a lo largo de estos 50 años alguien no ha cumplido con su obligación, alguien los gobiernos, sin duda alguna, pero los ciudadanos hemos cumplido”.

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El escritor consideraba que la Declaración de Derechos necesitaba la simetría de los deberes, y probablemente el primero de ellos era exigir que se cumplieran.

Apuntó que los derechos son: la sanidad, la vivienda, el trabajo, la responsabilidad por el medio ambiente, la ética y la libertad de expresión, entre otras.

En el acto, Daniel Goldin, director de la Biblioteca Vasconcelos, señaló que no se evoca al hombre que recibió el Premio Nobel de Literatura, sino al que hizo de su vida una vocación para escuchar a los otros y difundir la voz de los demás.

“Al joven que a los 18 años de edad, después de elaborar acudía a una biblioteca central en Lisboa, y ahí se fue haciendo de sus amigos, de esos personajes que tanto le enseñaron, junto con muchos otros que no sabían leer y que también fueron sus maestros”, afirmó Goldin.

Añadió que José Saramago era el hombre que trabajaba y en las noches aprendía de manera autodidacta, hasta llegara a ser un embajador de la palabra, tanto de las personas analfabetas como de los grandes escritores.

Jesús Silva-Herzog Márquez, ensayista y académico mexicano, afirmó que Saramago pugnó por tomarse los deberes en serio, sobre todo cuando habló de la desproporción en la reflexión pública.

“Saramago decía que el individualismo nos lleva a rosar constantemente al otro, pero no sentirlo, imaginarnos que tenemos solamente el sentido de nuestra vida y que no hay absolutamente alguna liga que nos vincule con el otro, esto para este hombre es una transformación terrible del ser persona”, expresó.

“Creo que en el 2015 nos damos cuenta lo ruinosa que es esa cosmovisión, que no solamente es en términos como él los veía espiritualmente de no sentir al prójimo, sino que es económica, social y ecológicamente sostenible”, concluyó Silva-Herzog.