Nadia Bravo se transforma con la danza butoh

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Honestidad es el valor que Nadia Alethia Bravo Cervantes encontró en la danza butoh y que puede compartir con otros géneros dancísticos, “se pueden enriquecer, es muy bonito cuando hay mezclas, las otras danzas pueden tomar la honestidad del butoh sin perder la técnica que les caracteriza” y es que las propuesta que nació en Japón y se ha extendido a todas partes del mundo, “va más allá de la técnica”, aseveró la becaria del Sistema Estatal de Creadores (Secrea).

De primera vista parece un maniquí, una estatua cubierta con un incómodo traje rígido, pesado, agresivo, incluso la cara está cubierta y la cabeza sostiene un árbol. Paulatinamente la bailarina se desprende de la parafernalia y todos los adornos hasta quedar descubierta, en un ligero vestido blanco, sin maquillaje en el rostro y el cabello suelto. A medida que recorre el escenario deshace una bola de estambre rojo. Comparte con los espectadores, no es ajena. Incluso se adapta al ambiente, en la presentación en la Calzada Fray Antonio de San Miguel la lluvia acompaña la interpretación en un acto de purificación que la gente acompaña sin dudarlo.

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A los 7 años de edad, Alethia Bravo comenzó a estudiar ballet clásico y desde entonces siguió su camino en la danza. Hace dos años concluyó la licenciatura en Danza en la Facultad Popular de Bellas Artes (FPBA) de la Universidad Nicolaita. En los últimos años ha centrado su interés en la danza butoh y en diversos tipos de prácticas corporales “de honestidad, de liberación”, aunque advirtió no estar en contra de la técnica ya que también es algo que practica y disfruta, aunque no es lo que le llena creativamente.

“Fil, hilo de sangre y tierra” es el nombre de la coreografía que Alethia creo como resultado de un año de preparación de danza butoh. “Fil significa hilo en francés,  viene del latín,  a través del hilo de sangre te transmiten las cargas familiares, además de los hábitos”, explicó que su intención es explorar cómo descubrir quién eres más allá de la carga genética que te hereda tu familia.

Realizó su búsqueda a través de un año de talleres la mayoría los tomó en Tlalpujahua con Diego Piñón en el Centro de danza butoh ritual mexicano y con otros maestros japoneses que visitaron el país en este periodo, en Puebla y el Distrito Federal, con Katsura Kan y Natsu Nakajima, entre otros.

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