Ópera Riesgo se presenta hoy en Morelia

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Tres pares de zapatos al frente del escenario. A la derecha unos tacones puntiagudos al lado de una copa lista para recibir el martini; en el centro unos zapatos masculinos de vestir flanqueados por un teléfono celular y un portafolios; al extremo izquierdo los botines desenfadados, junto a lo que parece una libreta o una revista. Pero antes de ver a los personajes, aparece la sobra, esa que duda, causa rencor, desconfianza. Así nos presentan a los protagonistas de la Ópera Riesgo, una familia que cae de la gracia de dios, pero no el espiritual, sino el que actualmente rige los miedos, anhelos y deseos de la humanidad: don dinero.

Morelia recibe a la Ópera Riesgo, comisionada por el naciente Festival de Arte y Ópera Contemporánea (Foco) y estrenada en el Teatro "Stella Inda". Tensión, decepción y muerte Despojados de los artificiosos vestuarios que suelen relacionarse a la ópera, por ser en muchas ocasiones la representación de la corte real lo que se lleva al escenario, los personajes portan ropa cómoda y que podría traer cualquier persona del público: traje el padre, pantalón y camisa de colores claros el hijo, un vestido gris y saco rojo, la madre. Lo que de inmediato permite la empatía con el espectador.

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La sombra, interpretada por la soprano Carmina Escobar, termina las frases de los personajes cuando están más ofuscados, como cuando dices algo de lo que después te arrepientes; ronda a la pareja, se entromete en su relación; también evita que padre e hijo puedan entenderse, aunque la herencia no se puede negar.

Cuando el padre, el tenor Luis Pablo Osorio, recibe una llamada donde le dicen que los han descubierto y todo se acaba, comienza la amargura. Una mujer que ya no podrá comprar todo lo que quiere, un hijo que se desencanta de su padre. Una familia fragmentada por lo que ocurre afuera del hogar, ya que dentro también es parte de una gran mentira.

La madre, a quien da vida la mezzosoprano Catalina Pereda, recurre al alcohol, su única opción. Mientras que el hijo, el barítono Josué Cerón, reclama el haber dejado en último lugar su pasión por la música, para ser parte de la familia y sumarse al consumismo que rige sus acciones. Al final la traición es vengada. Rogelio Sosa es el autor de la música, dirige además al ensamble que la interpreta compuesto por un dispositivo electrónico y cinco instrumentistas: Alex Bruck (viola), María Lipkau (violoncello), Dafne Vicente Sandoval (fargot) y Omar López (saxofón), integrantes del ensamble Liminar.

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