San Isidro Labrador, el patrón de los agricultores

La Voz de Michoacán. Las últimas noticias, hoy.

Ciudad de México. San Isidro es por excelencia el patrón de los campesinos, es el santo a quienes muchos acuden para que llueva y los madrileños le tienen un especial aprecio porque es su patrón.

La mayoría de personas que han escrito sobre la vida del santo sitúan su nacimiento a finales del siglo XI, y la fecha en que muchos se han puesto de acuerdo es en la de 1080, pero nadie ha sabido aún en que barrio nació, seguro que no lo hizo en el de Las Rozas ni tampoco en un piso de alto standing del Paseo de la Castellana porque en aquella época, no existían.

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Según el poeta Lope de Vega, los padres de San Isidro se llamaban Pedro e Inés, y sitúa su vida inicial en el arrabal de San Andrés de la villa de Madrid.

Nace de una familia de colonos mozárabes que se encargó de repoblar los terrenos ganados por Alfonso VI, y es posible que procediera de una familia humilde de agricultores que trabajaban en campos arrendados.

Es el primer laico casado llevado a los altares, tras un proceso de canonización instruido por la Congregación de Ritos. Fue canonizado por el papa Gregorio XV, y el papa Juan XXIII le declara mediante bula como santo patrón de los agricultores españoles.

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Su cuerpo es empleado en procesiones del siglo XV para hacer rogativas por la lluvia. Hombre sencillo y bienhechor de los pobres su popularidad se extiende posteriormente, empezando a ser venerado unos cuarenta años después de su fallecimiento.

Durante algunos años la procesión de San Isidro tuvo gran importancia en Salamanca, su salida se hacía desde la iglesia de San Pablo el 15 de mayo festividad del Patrón del campo y los labradores.

Actualmente son muchos los lugares de la provincia salmantina que siguen celebrando esta festividad con la bendición de los campos para agradecer al santo el éxito de las cosechas y las condiciones climatológicas.

Antiguamente era frecuente sacar al santo, no sólo en su festividad, sino también en épocas de sequía para pedir que las lluvias aparecieran.