Sin soberanía, en granos básicos

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Astrid Herrera / La Voz de Michoacán

La balanza comercial entre México y Estados Unidos en materia de exportaciones agroalimentarias representó un superávit favorable para el país tricolor de 7 mil millones de dólares al cierre del 2016.

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Esto significa que México vende más alimentos a Estados Unidos (27 mil 168 millones de dólares) que este país a los mexicanos (19 mil 987 millones de dólares), explica el economista, Helidoro Gil Corona. A pesar de este superávit, el analista considera que esta balanza comercial, que representa un total de 47 mil 155 millones de dólares entre ambos países, es sin duda una evidencia clara de que, tanto productores mexicanos como estadounidenses, se benefician del Tratado del Libre Comercio de América Latina (TLCAN). Esto debido a que remembró que desde 1994, que surgió el TLCAN, se eliminaron aranceles de todos los productos agroalimentarios en el comercio entre los dos países, con excepción de los pollos y lácteos que excluyó Canadá. “Pero con ello, aumentó, tanto la dependencia de México hacia los cereales estadounidenses, como la de Estados Unidos en cuanto a frutas, legumbres y hortalizas de los campos mexicanos”, cita.

Así que retoma “por donde le veamos hay una relación muy importante en materia comercial entre ambos países, sobre todo en la parte de jitomate, la cerveza y el aguacate, que son productos que se llevan casi el 100 por ciento de la estructura de lo que compra Estados Unidos a México; y de granos, que es lo que más nos vende el país del norte”, abunda. Pero pese a los beneficios del TLCAN el lado oscuro que dejó es la altísima dependencia de México con su vecino del norte en materia de granos, sobre todo de maíz, eje de su gastronomía y de su vida cotidiana, del cual se importan 14 millones de toneladas de maíz amarillo.

Cuando una familia mexicana se sienta a la mesa, 60 por ciento de los alimentos que consume tiene su origen en nuestro país y 40 por ciento restante viene de fuera, lo que según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) nos coloca en una posición vulnerable. Y es que a pesar de que el país ocupa el doceavo lugar a escala mundial como productor agropecuario, también es uno de los grandes importadores de alimentos.

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Nuria Urquía Fernández, representante de la FAO en México, puso como ejemplo el caso del maíz, un grano básico en nuestra dieta, del que se producen 23 millones de toneladas al año pero se importan aproximadamente 14 millones de toneladas, “lo que genera una situación de dependencia”. “Ningún país tiene soberanía alimentaria, ningún país produce todo lo que se come, todos los países, y en eso se basa el comercio, producen algo en lo que son buenos e importan otras cosas; pero lo que es muy importante es que el país produzca aquellos rubros que son estratégicos”, explicó.

La realidad es que en México compramos a otros países la tercera parte del maíz que comemos; la mitad del trigo, 80 por ciento del arroz y entre 30 y 50 por ciento del frijol, así como poco más de 30 por ciento de la leche en polvo que demanda la población.

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