Brillan con obras de Chopin y Schubert

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Astrid del Ángel / La Voz de Michoacán.
El piano ha sido el protagonista de los conciertos más recientes de la Orquesta Sinfónica de Michoacán (Osidem), el último no fue la excepción. Józef Olechowski fue  el solista de la noche, en que se interpretó un programa dedicado a Polonia. El director huésped fue Jan Milosz Zarzycki, director de la Orquesta de Cámara de Witold Lutosławski, en la ciudad de Łomża, Polonia.

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Con maestría, Olechowski se deslizó en el teclado del piano, la agrupación ofreció el elegante Concierto para piano y orquesta número 1, de Frédéric Chopin (1810-1849) un grandioso concierto que permitió al público disfrutar de la calidad interpretativa del pianista, mientras el director parecía que hablaba con cada intérprete de manera individual a la hora de dar instrucciones.

Chopin, considerado el iniciador del piano moderno, exploró las posibilidades del instrumento mediante la armonía, la extensión, la resonancia y el pedal, inspirado en la escuela virtuosa del piano encabezada por Hummel, Gyrowetz, Ries, Moscheles y Heller. Profundizó en el sonido, por ello se le reconoce una gran influencia en la música para piano.

Este concierto fue estrenado por Chopin en octubre de 1830, tres semanas antes de abandonar Polonia, que se encontraba en una complicada situación política y social.

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Enseguida, la Osidem interpretó la Sinfonía número 9 en do mayor de Franz Schubert (1797-1828), también conocida como Grande porque su duración es de alrededor de una hora y para distinguirla de su sexta sinfonía, también en do mayor, pero de menor extensión. Es considerada una de sus mejores obras, en ella se identifican influencias de sus primeras sinfonías.

No fue presentada hasta después de su muerte, ya que en principio fue rechazada por su excesiva duración y dificultad para ser interpretada en público, por lo que quedó olvidada hasta que Schumann viajó a Viena en 1838 y encontró un manuscrito en casa del hermano de Schubert. Schumann entregó la obra a Mendelssohn, quien finalmente la estrenó en 1839.

Dos obras maestras, con distintos matices, uno más alegre y grandioso, la otra igual de virtuosa pero influida con el peso trágico que también es parte de la vida. El teatro lleno agradeció la dedicación de los músicos que brindaron una presentación llena de matices y sorpresas.