La familia de diez "pasa la prueba" en Morelia

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Julio César Ceniceros/ La Voz de Michoacán

Morelia, Michoacán.- Exitosa resultó la visita de “La familia de diez” ayer en Morelia, con dos funciones a teatro casi lleno y millones de carcajadas logradas una vez más en la capital michoacana.
El departamento de los López de nueva cuenta se instaló en el escenario del Teatro Morelos para dar cabida a todos sus famosos personajes de la televisión. En esta ocasión, Yulianna Peniche fue la encargada de dar vida a Gaby, en lugar de Daniela Luján.
La aparición de cada famoso en escena hacía al público estallar en aplausos, los primeros para el escritor, productor y director de la comedia: Jorge Ortíz de Pinedo. Pero sin duda, la más estruendosa ovación se la ganó Don Eduardo Manzano “El Polivoz”, quien con sonoras palmas obtuvo el sincero reconocimiento del público michoacano por sus muchos años de trayectoria.
No podía faltar la tía Licha con sus escandalosos achaques y las constantes peleas entre La Nena y Martina, durante toda la obra.

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Fórmula para la risa
Desde la primera escena el público asistente no paró de reír, con una fórmula infalible que ha provocado la permanencia del montaje durante más de una década en la cartelera teatral mexicana, amén de las múltiples y constantes repeticiones de la serie de televisión.
La familia de diez no pasa de moda, y así quedó demostrado con el notorio poder de convocatoria pese a que el montaje teatral realiza una casi tradicional visita anual a esta ciudad.
Y es que su trama ofrece un humor blanco y familiar que constantemente se actualiza con mofas y burlas de situaciones actuales sobre el futbol, la política y los escándalos el medio del espectáculo.

¿Mera coincidencia?
La trama, aunque conocida (basada en “El casado casa quiere” de Alfonso Paso), continúa divirtiendo y conmoviendo como hace una década, con un final que nos muestra que la unión familiar es más importante y valiosa que cualquier lujosa residencia.
Y es que, en un departamento pequeño, de apenas dos recamaras chicas, un bañito y una ventanita, se las deben ingeniar para vivir (y convivir) diez personas: desde ‘la chacha’ pueblerina, hasta el abuelo perezoso y otros agregados mantenidos que se niegan a abandonar la morada, por más que Plácido López, el protagonista, insiste en correrlos.
Sus divertidos parlamentos encajan perfecto con el humor mexicano, y sus situaciones se convierten en una parodia del acontecer diario de miles de familias en este país, que deben vivir a diario con problemas económicos, de empleo… y de espacio.

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