Las robots que debes 'enamorar' antes de tener sexo con ellas

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El Universal/La Voz de Michoacán

La tecnología ha invadido prácticamente todas las áreas del quehacer humano, y el campo sexual no queda exento, por ello existen robots sexuales que permiten un disfrute de relaciones íntimas a otro nivel.

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Compañías como Abyss Creations, fabricantes de las muñecas sexuales RealDoll, buscan ofrecer la experiencia más real posible. Ello incluye que los robots pueden ser programados para presentar distintos “estados de ánimo” y reaccionar en consecuencia, incluso negándose a tener una relación sexual.

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Alrededor del mundo, se están encendiendo las alarmas sobre los estereotipos de género, el sexismo y la objetivación sexual, sobre todo considerando el desarrollo de modelos como el robot Frigid Farrah, programado para “mostrar” descontento cuando la tocan de manera brusca o, los diseños que simulan la anatomía de menores de edad.

Lo que es un hecho es que estás máquinas siempre estarán dispuestas a hacer lo que su dueño desee. Es por eso que, otro peligro que identifican expertos es que la inteligencia y sensores de estos desarrollos serán capaces de crear la “experiencia perfecta”, por lo que, con el tiempo, el contacto entre humano sería menos satisfactorio y por ende, menos requerido.

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Otro ejemplo de este tipo de robots es Samantha, desarrollada y modelada por el ingeniero electrónico Sergi Santos, con grandes pechos, cintura diminuta, largo cabello castaño y ojos verdes.

Además de necesitar del juego previo antes de llevar a cabo el acto sexual, su creador ha llevado a un nuevo nivel de inteligencia a su creación, con un nuevo prototipo que se apagará en caso de que su poseedor no muestre señas de respeto o de cariño.

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Samantha también incorpora un microprocesador en la cabeza que interactúa con el usuario y "nota cuando la tocas" e integra tres modos distintos de interacción con su dueño: el familiar, el romántico y el sexual, que le permitirán llegar a un “orgasmo tecnológico”, dependiendo de la forma en que sea estimulada.

Este código moral le permite decir 'no'. Por medio de la actualización de software, se obligará al dueño a tener un mínimo de educación sexual con su robot, por lo que Samantha podrá exigir que le susurren cosas bonitas al oído y ser acariciada de la forma que más le agrade.