Carrera, por la presidencia del Tribunal de Justicia

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A 25 días del relevo forzoso de Juan Antonio Magaña de la Mora como presidente del Supremo Tribunal, los 19 magistrados están a punto de arrancar el cabildeo de la sucesión bajo un ritual sigiloso, confidencial y hermético, lo más cercano a una elección monástica.
Enclaustrados en sus salas, los magistrados evitan pregonar en público las ganas de emerger como el próximo “Elegido”. No acostumbran realizar actos de campaña, ni mítines ni volateo en los silenciosos pasillos del Palacio de Justicia, dado que el mercado electoral se circunscribe a sus 18 pares. La estrategia aconseja fingir desgano por recibir las llaves y el sello de la Presidencia, y anular al grupo antagónico con anécdotas soterradas sobre nidos de corrupción y compadrazgo, endogamias y tráfico de influencias.
El sucesor de Magaña de la Mora no tendrá superioridad jerárquica sobre los demás magistrados e incluso ganará 17 pesos menos al mes, según los tabuladores. Sin embargo, la representación “jurídica y oficial” tiene otras recompensas: encabezar el gobierno de 100 jueces, poner y quitar a los titulares de las dependencias internas, ejercer un presupuesto anual de 1,250 millones de pesos y controlar el Fondo Auxiliar con cerca de 400 millones de pesos.
El Informe del adiós será el jueves 18 de febrero y la fecha del “humo blanco” será el jueves 25, según los ciclos marcados por la nueva Ley Orgánica. “Todavía no son los tiempos”, intentó aplacar Magaña de la Mora, aunque la noticia del inminente relevo precipitó la efervescencia detrás de los expedientes amontonados y de las suntuosas bibliotecas personales de los magistrados.
“Si los aspirantes fueran dos, el requisito es de 10 votos, lo mínimo”, calculó Alejandro Bribiesca, perfilado como uno de los prospectos naturales, aunque él se abstuvo de externar aspiración, hasta después de realizar un escrutinio personal y directo entre sus pares. “El que logre aglutinar 10 votos es prácticamente el que gana”, coincidió Víctor Barragán Benítez, quien reconoció interés, sin tener todavía una decisión tomada. “El cabildeo por la Presidencia normalmente empieza después del Informe”, recordó Marco Antonio Flores Negrete. “Todos tenemos una legítima aspiración e interés de servir al STJE”, confirmó Plácido Torres Pineda, con cuatro décadas ya dentro del Poder Judicial.
Magaña de la Mora, de 52 años de edad, es el único de los 19 magistrados fuera de la próxima jugada como elegible, por la prohibición expresa de reelección inmediata del titular del Poder Judicial. En política todos los que “respiran, aspiran”, y hasta Fernando Arreola Vega soñaría con volver a la Presidencia para jubilarse desde la cima. Pocas ganas ya le ven a Cristina Torres Pacheco, quien llegó aglutinar cuatro votos disidentes. No tiene impedimento Alejandro González, el doctor por la Complutense; ni Ángeles Llanderal, cuya vida laboral inició como escribiente de sala en 1986, con un año ya como magistrada y con camino recorrido en el trabajo colegiado como expresidenta del IEM y del TEEM.
SEDE YA CASI VACANTE
El magistrado Marco Antonio Flores Negrete, cuya carrera judicial inició desde abajo como intendente de juzgado en el año de 1980, consideró que no hay manera de hacer campaña en el Supremo Tribunal. “Normalmente hasta después del Informe empieza el cabildeo por la Presidencia. Hasta este momento no estoy enterado que a alguien le interese. Las personas interesadas acuden a pedir el voto y los magistrados de manera secreta depositan el voto a favor del ‘candidato’, por llamarlo de algún modo.”.
El exconsejero del Poder Judicial (2007-2011) se autodescartó para la sucesión en modo categórico y, por supuesto, no hay que forzarlo: “Es un tema que no me he planteado. No es algo que esté en mis planes. No es algo que haya considerado de mi parte”.
Para algunos, la mayor preocupación de Flores Negrete sería asegurarse un dictamen favorable en la evaluación del desempeño ético-profesional, requisito ineludible para conseguir la ratificación en el Congreso, considerando que en octubre de este año se le vence el período constitucional de 5 años como magistrado.
En entrevista, el titular de la quinta sala penal dejó en claro que nadie debe tener contacto con poderes fácticos ajenos al Tribunal para elegir al administrador mayor. “Solo debe participar el Pleno, exento de presiones externas”.  Y aseguró: “Debo confesar que nunca he sido presionado para votar por tal o cual persona”.
“Por qué no decirlo: el Ejecutivo intervenía en la propuesta de magistrados y en la elección del presidente, antes de institucionalizarse las reformas al Poder Judicial en el 2007”, confirmó a su vez el magistrado Víctor Barragán Benítez, titular de la séptima sala penal, con expedientes por doquier y con ritmo acelerado por la cafeína para hacer rendir el día laboral.
Encuentra el reportaje completo en la edición impresa de La Voz de Michoacán de este 1 de febrero.

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