La luz de Morelia, una librería de antaño

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Héctor  Tapia/La Voz de Michoacán

Morelia, Michoacán.-“Esta librería es un ente extraño”, dice Rafael Moreno Martínez, propietario de la librería “La Luz de Morelia”, establecimiento que abrió desde hace 29 años en la capital michoacana vendiendo libros de viejo, de segunda mano, modelo que se ha replicado en la ciudad. El local tiene libros y revistas casi desbordándose de la librería. Literal. Es lo único que se ve desde que se pone un pie en el establecimiento.

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 Apenas un pequeño pasillo entre los libros apilados da la bienvenida. No es propiamente la primera, pero sí un símbolo para quienes buscan algún libro, que no sea bestseller, que quieren dejarse sorprender y de pronto toparse con algún clásico o ediciones y títulos inesperados. Antes de que ahí se instalara una librería, en la calle Eduardo Ruiz, en el corazón de la ciudad, en el Centro Histórico, en ese mismo lugar funcionaron varios negocios; en la década de 1940 hubo una herrería; después de un tiempo, ahí mismo hubo un bar, de giro rojo, justo a una cuadra del jardín de Las Rosas, de manera paralela. Posterior a ese bar, que fue muy conocido en su época, se abrió un pequeño restaurante, al cual no le fue muy bien, y fue que a finales de 1970 e inicios de 1980, que se traspasó ese lugar se abrió la actual librería.

 Rafael Moreno tenía dos librerías de viejo antes de La Luz, una en Calle Galeana, y una más a unos cuantos pasos de donde se encuentra el actual establecimiento. Sin embargo, previo a estas, la primera que proveyó fue la librería de San Juan, que duró abierta apenas un año aproximadamente. Se encontraba entre las calles de Plan de Ayala y de Amado Nervo. A ésta envió un camión con libros, librería que fue atendida por un grupo de sus amigos; ellos se encargaron e hicieron que funcionara.

Moreno Martínez es licenciado en Físico-Matemáticas, más mate mático que físico, dice sonriendo, de origen oaxaqueño y que estudió en la Ciudad de México. La primera “librería de viejo” que recuerda en Morelia es la que estaba a un costado del teatro Ocampo, que atendía el señor Guillermo, como le llama; además estaba la venta de libros viejos en el auditorio. “Yo venía con otra idea de crear una empresa, no de entretenerme; traía un dinámica de trabajo muy fuerte”, explica al recordar el momento en que determinó mudarse a Morelia para establecerse aquí, tras casarse con una michoacana.

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 La venta de libros no era lo suyo, dice; “era más lector, coleccionista”, esto lo realizaba antes de vender libros. Dice que le gustaban los libros, la ciencia, estaba cercano a literatura. “Compraba libros, y cuando eres cliente asiduo te haces de amigos, cuando decidí acercarme a uno de ellos él me auxilió mucho”. Al llegar a Morelia tuvo la necesidad de ganar dinero, al dejar su trabajo que lo mantenía, tomó lo único que él conocía, que era la venta de los libros. Estima que cuenta con alrededor de 100 mil ejemplares; aunque, remarca, esto es apenas una estimación. “No soy muy afanoso de estar contando las monedas todos los días”, dice.

Los libros que tiene en La Luz, no son todos los que se ven en la librería de Eduardo Ruiz; todavía hay una bodega, y varios lugares más donde están distribuidos. La demanda de libros es variada; por un lado acuden padres de familia por libros infantiles para sus hijos. También van estudiantes por algunos libros especializados. Desde hace dos años venden libros por Internet, en la propia página de La Luz, donde hasta ahora se han subido alrededor de dos mil títulos, es una página que se alimenta constantemente, (www.librerialuz.com.mx).

De los libros más antiguos que recuerda es uno que data de finales del siglo XVII. Esta librería vende libros a distintas partes del mundo, “menos al mundo asiático, quizá porque no entienden español”, dice; los piden desde el norte del país, hasta Argentina. Lo que, dice, resulta raro porque allá hay mucha oferta de libros. En el local se ven además de libros, máquinas de escribir, cajas registradoras, viejas todas, “Vintage” dicen ahora; sin embargo ahí lo que venden además de libros son películas, discos, en diferentes formatos. Esta librería es la primera de una serie de esfuerzos que han llegado hasta León, Celaya, Salamanca y Querétaro. Estas han sido sólo réplicas.

De las librerías de viejo que hay en Morelia, “el 99 por ciento son de personas que trabajaron conmigo”, dice Rafael Moreno. “La librería es un ente muy extraño. Va a estar difícil que se vuelva a repetir. Mientras esté en la librería esto va a existir”, dice. “Estamos conectados, nos retroalimentamos mutuamente”. Desde afuera cualquiera podría ver un apilado mundo de libros, para muchos podría ser un desorden, “pero todo tiene un sentido; todo está determinado. Mi trabajo es darle vida, por la noche específicamente”.