Divorciados vueltos a casar acaparan atención en Sínodo

La Voz de Michoacán. Las últimas noticias, hoy.

El tema de los divorciados vueltos a casar y la posibilidad de que algunos puedan comulgar acaparó la atención de los obispos que participan aquí del Sínodo, asamblea que debate sobre los desafíos de la familia en la sociedad.

Según los reportes de la sala de prensa del Vaticano sobre el encuentro, en el cual participan unos 270 “padres sinodales” de más de 110 nacionalidades, existe una diversidad de opiniones sobre este asunto.

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Al respecto “muchos” obispos abogaron por la defensa de la doctrina católica y pidieron una “clarificación” de esa enseñanza, que sea específica y unívoca, sobre la visión cristiana del matrimonio porque “la Iglesia no tiene autoridad para cambiar la palabra de Dios”.

Otros participantes en el Sínodo establecieron que, de acuerdo con las enseñanzas de Jesús, la Iglesia católica “no puede excluir a nadie permanentemente de los sacramentos”.

Incluso uno de los asistentes a la asamblea, celebrada a puerta cerrada en el Aula Nueva del Sínodo del Vaticano, los clérigos no son “oficiales de migración” que pueden “controlar constantemente la pureza de los fieles”.

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Uno de los aspectos que más se tocó corresponde a la propuesta de la “vía penitencial”, un itinerario espiritual que podría ser autorizado para algunos casos de divorciados vueltos a casar, tras el cual se les autorizaría acceder a la comunión.

Actualmente ningún divorciado con una nueva unión puede comulgar, salvo aquellos que no sostienen relaciones sexuales con su segunda pareja. Los clérigos llaman esa opción “vivir como hermanos”.

Esto se deriva del mandato de Cristo sobre la indisolubilidad del matrimonio, que es una característica esencial de ese sacramento.

Ante la propuesta de revisar algunos aspectos disciplinarios sobre este tema, la división de los obispos se expresa en dos posiciones: aquellos que subrayan que la Iglesia “no se debe acomodar a la opinión pública” y aquellos que “quieren estar cerca de la gente y no abandonar a estas personas”.

“Son intervenciones sinceras y muy apasionadas, con diferentes perspectivas. En ellas se busca un balance entre la misericordia y la obediencia a la revelación del magisterio de la Iglesia”, explicó Manuel Dorantes, auxiliar del portavoz del Vaticano, Federico Lombardi.

Según el sacerdote, en el Sínodo se propuso tener “mucho cuidado” en no ir demasiado rápido en este tema, quizá bajo la presión de la opinión pública, como si la clave de la integración de estas parejas fuera solamente el cambio de la disciplina de los sacramentos.

Además contó que uno de los “padres sinodales” relató la historia de un niño hijo de una pareja de divorciados que en su primera comunión tomó la hostia y partió dos pedazos que le dio él mismo a sus padres, sabiendo que ellos no podían comulgar.

Otra propuesta avanzada al Sínodo fue que se permita a las personas en esta condición también ser padrinos de bautismo, sobre todo aquellos que “sin causar escándalos”, buscan mantener una vida congruente con la fe.

Stanislaw Gadecki, presidente de la Conferencia Episcopal Polaca, señaló que los obispos de su país excluyen cualquier posibilidad de abrir la comunión a los divorciados vueltos a casar.

Empero aclaró que estas personas tienen muchos otros campos de la Iglesia en los cuales participar, incluso ser “testigos muy valiosos” en la formación de las parejas jóvenes hacia el matrimonio, incluso más que otras parejas que no han vivido su experiencia.

“Existen múltiples posibilidades de la participación de los vueltos a casar en la vida de la Iglesia y ellos no son, en ningún modo, excluidos de la Iglesia, no son excomulgado. Tienen pleno derecho de participar”, apuntó.

“El acento se ha puesto en acompañar a estas personas, con mucha amistad y amor, para captar su deseo de ser amados y no rechazados por la Iglesia. Hay muchos caminos de salvación, no se tiene que condenar a nadie, la condena y el juicio pertenece al señor, no a nosotros”, añadió.

El auxiliar del portavoz del Vaticano estableció que lo más importante, en el caso de los divorciados vueltos a casar y los homosexuales, es que son personas, muchos cristianos que han debido afrontar situaciones muy dolorosas.

“No se trata de cambiar la doctrina católica, pero sí de cambiar nuestra actitud”, puntualizó.