Dos decisiones torales de AMLO

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Leo Zuckermann

Dos decisiones del próximo gobierno de López Obrador determinarán las ganas de invertir de los capitales nacionales y extranjeros en México. No hay margen para equivocarse. Me refiero a la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) y el Presupuesto 2019 del gobierno federal.

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Comienzo con el primero. Cancelar la obra que se está construyendo en Texcoco mandaría una pésima señal a los inversionistas. Lo que está en juego es mucho. Miles de millones de dólares en bonos ya colocados y en contratos firmados con el Estado mexicano. Echarse para atrás significaría una pérdida de credibilidad en los mercados internacionales. Simple y sencillamente no se podría confiar en un país que, cuando cambia de gobierno, modifica sus grandes proyectos de inversión.

Si López Obrador cancela Texcoco, nadie en el sector privado va a querer invertir ni un centavo en el Tren Maya. O, más bien, van a demandar rendimientos muy altos para compensar el alto riesgo de meter dinero en un proyecto que igual y se suspende en 2024 cuando el próximo gobierno tenga la tentación de revisar la conveniencia de dicha obra.

Yo sigo pensando que AMLO tomará la decisión más responsable desde un punto de vista técnico y económico, es decir, continuar con Texcoco. Que lo de la “consulta popular” es pura faramalla para recular de una absurda promesa de campaña y salvar la cara frente a su electorado. Creo que el lunes 29 de octubre el Presidente electo saldrá a decir que él no quería Texcoco pero que el pueblo sabio se inclinó por esta decisión por lo que se continuará la construcción del NAIM en esta locación, quizá a un menor costo, quizá concesionándolo al sector privado. De esta forma, se preservará la credibilidad del Estado mexicano frente a los señores del gran capital porque, vale la pena recordarlo, López Obrador los va a necesitar, más bien a su dinero, si quiere incrementar sustancialmente la tasa de crecimiento económico del país. En este sentido, no se puede dar el lujo de ahuyentarlos con una decisión caprichosa como la de cancelar Texcoco en favor de una opción cuya viabilidad ni siquiera está asegurada (la convivencia del actual aeropuerto Benito Juárez con nuevas pistas en Santa Lucía más, ahora agregan, Toluca).

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La segunda decisión toral es el Presupuesto 2019. Una y otra vez, AMLO ha prometido que durante su gobierno habrá disciplina fiscal. El próximo secretario de Hacienda, Carlos Urzúa, ha ido un paso adelante asegurando que presentarán un paquete económico con superávit primario, lo cual permitirá, en el tiempo, ir bajando la deuda pública como proporción del Producto Interno Bruto. Eso están esperando los mercados y los capitales nacionales y extranjeros para ver si invierten más dinero en México. Todo mundo, en este sentido, estará viendo con lupa el primer Presupuesto de AMLO. Es, en muchos sentidos, su tarjeta de presentación.

Urzúa, y el que será subsecretario de Egresos, Gerardo Esquivel, trabajan a marchas forzadas para que las cuentas cuadren. Vamos a ver si lo logran. Mientras tanto, el Presidente electo sigue prometiendo muchas cosas. Por el lado de los ingresos, habrá una disminución de los impuestos en la franja fronteriza con Estados Unidos. Bajarán el IVA, el ISR y el IEPS a las gasolinas. AMLO también ya anunció que dicha medida se extenderá a la frontera sur en Chetumal. Por el lado de los egresos, se van multiplicando, asimismo, las promesas. La más reciente es la contratación de 50 mil nuevos efectivos para el Ejército, la Marina y la Policía Federal.

Hay, en suma, compromisos que implican disminuir ingresos e incrementar gastos sin incurrir en déficits que signifiquen la contratación de más deuda. No está nada fácil. Deberán reasignar muchos miles millones de pesos para que las cifras les cuadren. Con toda seguridad, una buena parte de los recursosse los quitarán a los estados y municipios. En todo caso, el reto será presentar un proyecto de Presupuesto con la credibilidad de que, por un lado, se cumplen las promesas de campaña, y las que se han ido acumulando en la post-campaña, con el muy importante compromiso de disciplina fiscal del próximo gobierno.

Dos decisiones torales en las que López Obrador se estará jugando el destino económico de su sexenio. El pasado julio convenció a más del 50% de los mexicanos a que votara por él. Ahora tiene que convencer a los grandes capitales nacionales y extranjeros que saquen sus chequeras e inviertan en México.

Twitter: @leozuckermann