Ser mexicano

La Voz de Michoacán. Las últimas noticias, hoy.

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Han pasado siglos y el mexicano sigue siendo criticado, saboteado y hasta denigrado por su propia gente. A los ojos de extranjeros persiste la reputación negativa del mexicano que se caracteriza por esconderse entre la bola hablando de un “nosotros” cuando en realidad no existe esa solidaridad ni trabajo en equipo sino que pretende esconder su “yo” entre el montón para no responsabilizarse de lo que hace y de lo que deja de hacer. No lo podemos negar, muchos queremos mejorar, pero queremos hacerlo a la vieja usanza no juntos sino siendo la estrellita aunque eso implique un doble esfuerzo y tal vez hasta el fracaso de aquello que emprendemos.

Con las acciones funestas de nuestro flamante Presidente se han intensificado los memes que han repercutido en empeorar la fama paupérrima que de por sí ya nos cae encima como una lápida a nivel nacional e internacional. Hasta en nuestro discurso se lleva lo procastinador al usar el “ahorita” como una frase que nunca se sabe exactamente a qué tiempo se refiere, si será en 20 minutos o simplemente no sucederá y se lleva esa tendencia de la no dimensión de tiempo, de postergar los proyectos, de llegar tarde a una cita siempre con una justificación bajo la manga donde el terrible tráfico o el horroroso tren se me atravesó.  Y a propósito de vocablo mexicano, que nos acusa irresponsables cuando decimos “pues ahí se va”, “ahí la llevo”, “ya ni modo”, “ya luego lo veo”, “donde comen dos comen tres”. ¿No será ya el momento de renunciar a la desidia? ¿Cómo te vendría completar 3 tareas diarias hasta convertirlas en un hábito? Es una garantía que tu nivel de satisfacción contigo mismo aumentaría, con lo cual tu autoestima y  tendencia al logro aparecerían en escena.

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Este estilo a veces hippie de “donde te agarre la noche” nos empantana en la no planeación de un proyecto de vida donde la ausencia de metas definidas nos impide medir nuestros progresos y quedarnos en el “pudo ser”. Sacudirnos esa filosofía de lo mínimo indispensable es empezar a acercarnos a centros culturales, librerías y salas de conciertos y arte con la firme intención de educarnos en una nueva ideología.  Qué tal que aprovecháramos esa cualidad muy mexicana de salirnos con la nuestra, pero no infringiendo la ley. Salir de los apuros a través de las mentiras y de fusionarnos a la corrupción no nos hace mejores, no nos saca del bache, más bien nos envuelve en un círculo vicioso en donde ya no sabemos si somos víctimas o victimarios.

Cuando estudiaba en el extranjero tuve la oportunidad de converger con personas de muchas nacionalidades en las clases y observaba que cuando alguien sobresalía se reconocía el esfuerzo pública y personalmente. Cuando miro cómo funciona el éxito entre mis connacionales veo que se envidia en vez de admirarse, criticamos en vez de exigirnos a nosotros mismos mejorar nuestras habilidades; es sano reconocer que lo que criticamos en los demás es porque desearíamos intentarlo. El mexicano teme a la competencia porque le exige perfeccionarse, por eso no sabemos trabajar en equipo, se tiene la errada percepción de que trabajar en alianzas es para los menos inteligentes y la realidad es otra, la verdad es que simplemente se trabaja menos, se mejora  y se logra mucho más.

Habemos mexicanos con iniciativa, que no esperamos que nadie nos marque el paso para destacar y podemos multiplicarnos, es imperante dejar de depender de otro para generar y emprender. La dependencia debe verse cada vez menos en nuestros espacios de trabajo para construir la autodirección de nuestra vida.

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El orden te lleva a un método y éste a un resultado, la constancia es una de las rutas que el mexicano puede lograr, perseverar es la clave. Quejarnos ya no funciona, nunca ha servido. Es ahí en la queja donde se esconde la falta de compromiso con tu sociedad, con tu familia con tus vecinos al no acudir a las reuniones más que para decir lo que está mal. No disgregues las motivaciones, no crees pequeños gobiernos que solo debilitan. ¡Involúcrate!

Ya es tiempo de evolucionar esa autoestima históricamente devaluada, ya es momento de que los mexicanos nos decidamos a morir por otra causa que no sea diabetes, obesidad o enfermedades cardiacas, empezar a ser menos juiciosos con los demás y más exigentes con nosotros mismos haciendo las cosas bien desde el principio para evitar duplicarnos los esfuerzos, ser el mexicano de hoy implica que dejes de ser convencional y predecible, lograr recuperar la confianza en nosotros mismos y nuestras fortalezas: somos hospitalarios, alegres, ingeniosos, dicharacheros, resistentes, incluso nos reímos hasta de la muerte. Hoy es el momento de actualizar postivamente nuestro nacionalismo.

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