La Generación de Médicos 1973-1978

La Voz de Michoacán. Las últimas noticias, hoy.

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MIGUEL ÁNGEL MARTÍNEZ RUIZ

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La Universidad Michoacana se fundó el año de 1917, por disposición del gobernador Pascual Ortiz Rubio. Al presentar esta iniciativa de ley, el Congreso del Estado la rechazó, argumentando que el presupuesto del gobierno no podía cubrir los gastos. El ingeniero Ortiz Rubio informó a los diputados que la creación de la Universidad no significaría mayores erogaciones, puesto que se iban a concentrar en la nueva institución las Escuelas de Medicina y Jurisprudencia, el Colegio de San Nicolás, la biblioteca pública, las escuelas de artes y oficios, la Escuela Normal para Señoritas y la Escuela Normal para Varones, además del Museo Michoacano y algunas otras instituciones educativas. Fue así como la Facultad de Medicina pasó a formar parte de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.

Desde su incorporación y, a pesar de las limitaciones presupuestales, dicha Facultad ha cumplido una tarea muy  importante como es la formación de profesionales que han demostrado su gran vocación de servicio en todo lo largo y ancho del territorio nacional e incluso en el extranjero.

De este plantel educativo han egresado diferentes promociones de jóvenes médicos, cuyo anhelo ha sido servir al pueblo de México en cualquier lugar donde se les requiera, pues aprendieron en las aulas de tan prestigiada institución que el principal deber ético que debe animarlos es proteger la salud, vocablo que procede del latín  salus-utis, el cual alude al “estado en el cual el ser humano puede ejercer todas sus funciones”.

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Entre las promociones de médicos egresados de esta Facultad destaca la que inició sus estudios el año de 1973, para culminar sus aspiraciones en 1978, hace cuarenta años. Se han autodenominado la Generación del Cambio por haberles correspondido la realización de algunos reformas al interior de su institución, ya que ellos fueron los primeros que terminaron con una tradición muy negativa: las novatadas, consistentes en humillar a los recién ingresado cortándoles el pelo para obligarlos a pelarse a rape, además de exigirles que cooperaran con una cantidad de dinero para que los estudiantes de los grados superiores organizaran una comida donde escanciaban las bebidas embriagantes. Esta acción constructiva sentó el precedente de desterrar para siempre dichas prácticas.

Con motivo de celebrar el cuadragésimo aniversario de haber egresado de tan importante institución, se ha organizado un programa especial, el cual comprende diferentes actividades, que se realizarán los días 16 y 17 del actual, entre otras, las que a continuación se mencionan: Viernes 16: Comida en los jardines de la facultad, 14:30 horas; Callejonada, 19:45 hrs.; Cena en Palacio Municipal, 21:00 hrs.; Sábado 17: Ceremonia y otros actos que van desde la inauguración, entrega de reconocimientos, homenaje a los médicos y maestros Dr. Juan Abraham Bermúdez, Dr. José A. Sereno Coló, Dr. Rogelio Macías Sánchez y Dr. Héctor Álvarez Guarneros;  fotografía del recuerdo, una misa y, para concluir,  una Cena de Gala en un salón ubicado en Santa María de Guido, a las 21 horas.

Se debe reconocer el apoyo de las autoridades universitarias, del Gobierno del Estado y del H. Ayuntamiento que preside el maestro Raúl Morón Orozco.

A propósito de esta conmemoración, resulta oportuno recordar algunos datos sobre la evolución de la medicina en nuestro Estado. Como antecedentes históricos muy antiguos, se sabe que las comunidades primitivas tenían una interpretación mágico-religiosa de la enfermedad, la cual era considerada como un castigo de sus dioses. Las culturas egipcia y mesopotámica fueron las primeras en incorporar otras concepciones, logrando avances muy significativos en cuanto a la relación causa-efecto entre la higiene individual y pública y las enfermedades. Los hebreos en sus leyes establecieron algunas normas de higiene respecto a la alimentación, las relaciones sexuales y profilaxis para prevenir algunas enfermedades transmisibles. Los griegos, por su parte, hicieron invaluables aportaciones al estudio del cuerpo humano. En la religión politeísta que profesaban, se tenía a la diosa Higea (diosa de la salud, de donde proviene el vocablo higiene) y el juramento de Hipócrates, padre de la medicina, autor del “tratado de los aires, las aguas y los lugares”. El pueblo romano tuvo especial interés en sanear el medio ambiente y el cuidado del cuerpo. Ellos construyeron acueductos para llevar agua pura a las poblaciones y alcantarillas para alejar los desechos con una gran obra llamada la “Cloaca Máxima”. La Edad Media se caracterizó por las grandes epidemias, las cuales trataron de contener mediante barreras sanitarias en las fronteras de los feudos y el aislamiento. Aquí surgió la idea de la cuarentena.

El periodo científico de la medicina se inicia propiamente a fines del siglo XVIII y ha evolucionado con el estudio de la bacteriología, el descubrimiento de la penicilina, los adelantos en materia de cirugías, trasplantes, rehabilitación y la elaboración de una gran cantidad de medicamentos, además de las medidas de asepsia y antisepsia para tratar a los enfermos, los estudios ecológicos y la higiene pública que alcanzan a la mayoría de los países del orbe.

En Michoacán, según testimonios históricos reconocidos, se inauguró la Cátedra de Medicina  a las once horas a. m. del día 1 de mayo de 1830, teniendo como escenario  el Salón de Actos del Hospital de San Juan de Dios, en el centro histórico de la ciudad de Morelia. (Esquina sureste de las Avenidas Madero y Morelos, costado oriente de la Plaza Melchor Ocampo). Este acontecimiento fue promovido por el eminente médico Juan Manuel González Ureña, quien realizó las gestiones necesarias para que la Legislatura Local emitiera el Decreto correspondiente, así como el reglamento, el cual incluía las siguientes disciplinas como parte del plan de estudios: Anatomía Descriptiva, Fisiología, Patología e Higiene Privada y Pública. También se establecían los requisitos de ingreso para los aspirantes, exámenes y premios; fungía como Gobernador de la entidad, el señor Onofre Calvo Pintado. Tres años después, se creó la Cátedra de Cirugía, conforme a las disposiciones establecidas  en la Ley respectiva que sancionó el Congreso del Estado el 25 de mayo de 1833, bajo el número 11.  Al incorporarse esta nueva cátedra, la institución encargada de la formación de profesionales de la medicina adoptó el nombre de Instituto Médico-Quirúrgico de Michoacán. Un paso muy significativo fue la elaboración de los libros de texto, escritos por el sabio doctor  Juan Manuel González Ureña, siendo estos: Patología General, Anatomía General, Casos Médico-Legales y Tisis Pulmonar. Es preciso señalar que no existían libros en español sobre estas materias.

Un hecho que constituyó todo un acontecimiento fue la expedición del primer título de médico cirujano  al señor Luis G. Hinojosa. Le siguieron Rafael Esquivel, Juan Antúnez, Antonio López de Lara, Rafael Miranda, Manuel García, Luis Ramírez e Ignacio Gómez Domínguez.

En 1847, el gran liberal y sabio Melchor Ocampo, Gobernador de Michoacán, ordenó la apertura del Colegio de San Nicolás que había permanecido cerrado desde hacía varias décadas. Esta disposición permitió que el Instituto Médico-Quirúrgico de Michoacán se incorporara al ilustre Colegio, donde no solamente tendría mejores aulas, sino laboratorios con los que lo dotó el reformista. Al tener una nueva sede se pudieron agregar otras materias al plan de estudios, tales como Química, Botánica, Farmacia y otras más.

El año de 1867, el gobernador Justo Mendoza dispuso que el Hospital Civil de Morelia se estableciera en el exconvento de Capuchinas, y la Escuela de Medicina fue reubicada en este edificio, con el propósito de que los jóvenes estudiantes tuvieran oportunidad de conocer directamente los síntomas de las enfermedades, así como los tratamientos y las técnicas quirúrgicas.

Los últimos años del siglo XIX, se aprovechó un terreno muy amplio, ubicado en las calles de Avenida Madero y Francisco Zarco (lugar donde se encuentra la clínica del IMSS), con la finalidad de que allí se construyera un funcional edificio, diseñado ex profeso para el Hospital Civil, recinto que tuvo las áreas indispensables a fin de evitar contagios entre los enfermos, además de que estos recibieran una atención médica oportuna y adecuada.  En estas nuevas instalaciones, donde había aulas, laboratorios, biblioteca, oficinas, etc., se tomó la decisión de que la Escuela de Medicina ocupara gran parte de este espacio. Este hospital que tenía una fachada de influencia afrancesada funcionó hasta el año de 1956, pues el Gobierno del Estado ya había construido un nuevo edificio más acorde a las necesidades de la población que se incrementó significativamente. Este último ocupa todavía un área que se ubica en las calles de Isidro Huarte y Samuel Ramos de la capital michoacana.

Como un dato de la incuria con la que se han conducido algunos de nuestros gobernantes, cuando se construyó la clínica del Instituto Mexicano del Seguro Social, que fue inaugurada en 1964, las canteras de la fachada del antiguo hospital fueron numeradas con la finalidad de algún día reconstruirla para otro edificio, y se ordenó que esas piezas fueran colocadas en el segundo patio del Palacio Municipal. Como algunos funcionarios vieron que allí estaban unas piedras, le solicitaban al presidente municipal en turno que les regalara unas piedras para construir su casa y este nunca se los negó, esas piezas se encuentran distribuidas en miles de casas morelianas en las colonias creadas en los últimos cincuenta años.

Ese mismo año de 1956 fue inaugurada la actual Facultad de Medicina enfrente del Bosque Cuauhtémoc de esta ciudad, cumpliendo con los requerimientos actuales con oficinas, aulas, laboratorios, auditorio y demás espacios educativos.

Como un reconocimiento a los grandes méritos y virtudes intelectuales y humanas del gran médico, cardiólogo de fama internacional, exrector de la Universidad Michoacana y de la Universidad Nacional Autónoma de México, la Facultad de Medicina lleva el nombre del Dr. Ignacio Chávez.

Los médicos de esta generación 1973-1978 aprendieron que el ejercicio de la medicina requiere ante todo poseer una ética bien definida, conforme a los consejos que se le atribuyen a Asclepio (Esculapio, entre los romanos), Dios griego de la medicina, “Para ser un buen médico: renunciar a la vida privada para que su puerta esté siempre abierta a los enfermos, aceptar al hombre sin importar sus defectos, tener fe en el trabajo y luchar contra las supersticiones de los ignorantes, tener una gran paciencia para escuchar a  quienes acuden en busca de ayuda, no esperar agradecimientos ni recompensas. Él decía: no busques la riqueza, siempre estarás solo en tus tristezas, en tus estudios, en medio del egoísmo humano, únicamente la conciencia de aliviar males podrá sostenerte en tus fatigas. Piensa mientras estás a tiempo; pero si, indiferente a la fortuna, a los placeres de la juventud; si sabiendo que te verás solo entre las fieras humanas, tienes un alma bastante estoica para satisfacerse con el deber cumplido sin ilusiones; si te juzgas bien pagado con la dicha de una madre, con la cara que sonríe porque ya no padece, o con la paz de un moribundo a quien ocultas la llegada de la muerte; si ansías conocer al hombre, penetrar todo lo trágico de su destino…¡hazte médico, hijo mío!”

Desde estas páginas, se les manifiesta una felicitación calurosa y mucho éxito en sus arduas tareas profesionales.