Y tú, ¿sufres de violencia estética?

La Voz de Michoacán. Las últimas noticias, hoy.

La Voz de Michoacán. Las últimas noticias, hoy.

Esperanza Valdez Barriga

 

PUBLICIDAD

El cuerpo humano no es más que apariencia, y esconde nuestra realidad. La realidad es el alma”. Víctor Hugo, Los Miserables.

La salud es un Derecho Humano que integra el catálogo de Derechos Fundamentales contenidos en los tratados internacionales, en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, específicamente en el artículo cuarto, así como en diversas leyes nacionales. Se entiende como tal: el bienestar físico y mental de la persona, así como la prolongación y el mejoramiento de la calidad de la vida humana.

Debido a la magnitud de su importancia, resulta oportuno analizar un tipo de violencia, que aunque no es precisamente una agresión física, acarrea consecuencias en la salud psicológica y emocional: hablo de la violencia estética.

PUBLICIDAD

La violencia estética es muy sutil y se encuentra inmersa en los cánones de belleza, así como en los modelos determinados socialmente. Dichos estereotipos precisan las características físicas o externas que debe de tener una persona para ser considerada como bella por el común de la gente, en un lugar y en una época determinados.

Actualmente, para gran parte de la población, tanto masculina como femenina, el cuerpo humano se ha convertido en un objeto de culto, incluso, ha dejado de ser una preocupación ligada a la salud, convirtiéndose en una prioridad, aunado a la sobrevaloración que se le concede a la apariencia y a la imagen.

La publicidad, la industria de la moda, la música, entre muchos otros medios, contribuyen en forma clara a difundir una excesiva preocupación por la imagen y la apariencia física. Las principales receptoras son las mujeres, quienes observan a otras con cuerpos tan perfectos y simétricos, por los que el tiempo no pasa. De esta manera se construye un ideal inexistente en torno a la corporalidad femenina.

Por ello, la violencia estética afecta en mayor medida a las mujeres, pues si bien, el ideal de la belleza femenina es variable, en función de la época histórica y lugar en que nos situemos, y va cambiando de cultura a cultura, hay ciertas exigencias que permanecen constantes e intactas.

Ese culto desmedido al cuerpo, propicia un estilo de vida superficial basado en las imágenes “ideales” donde se presenta un determinado estereotipo de mujer, con características, rasgos y medidas específicos, cuerpos perfectamente proporcionados y esculturales, sin defectos, con aspectos altamente atractivos y sobre todo jóvenes. La mujer triunfadora, resulta entonces contar con ciertas medidas y rasgos específicos, entre otras características utópicas, lo cual redefine a la apariencia como requisito de reconocimiento y éxito social.

Nuestro sistema patriarcal, concede una gran importancia al físico y a la figura femenina, imponiendo estereotipos de belleza como una nueva forma de violencia en contra de la mujer, mostrando un modelo de perfección que las mujeres quieren seguir. En la actualidad se establece la belleza como elemento constitutivo de identidad y valoración femenina, lo que se considera un mecanismo de control sobre la mujer. Se desvaloriza la naturalidad del cuerpo femenino en todas sus formas y matices, las mujeres que no cumplen con los estándares de belleza impuestos pierden entonces su valor, y, ante tal ideología, es indudable que se desencadena una violencia de género permanente.

Es aún másgrave, la violencia ejercida por la propias mujeres, al valorarse y evaluarse a partir de los criterios impuestos. Algunas llegan a someterse a procedimientos, cirugías y dietas excesivas que conllevan a trastornos alimentarios e incluso a la muerte. Existen quienes van en contra de su propia naturaleza y de la genética, pretendiendo borrar su propia identidad, y más aún, la historia de vida escrita en sus cuerpos. Esto sucede debido a que experimentan inseguridad e insatisfacción con su físico, pues a nivel inconsciente, las apariencias afectan profundamente, puesto que se considera al cuerpo, el rostro ante la sociedad.

En este sentido, debido a las constantes presiones psicológicas, así como a los severos comentarios en torno a la aceptabilidad del cuerpo femenino de las que son objeto las mujeres, éstas se convierten en sus propios verdugos. Han llegado a correr riesgos innecesarios en la búsqueda de la belleza y de la juventud, procurando ocultar lo que ellas consideran defectos físicos, con ropa, maquillaje, tacones, etc.

Esto innegablemente priva a las mujeres de autoconfianza al concederle más valor a lo que parecen y no a lo que son, preocupadas en todo momento, por la cantidad de alimentos que han consumido así como en las medidas corporales. Dicha actitud provoca un desgaste de energía innecesario, que en el ánimo de alcanzar el cuerpo deseado se ve afectada la salud.
Frente a esta realidad, es importante no perder de vista que el cuidado de la salud y del cuerpo implica aceptar la propia naturaleza, ser condescendientes con nosotros, cuidando en todo momento tanto la salud física como mental, pero, con plena libertad y conciencia de que el valor de una persona no se encuentra determinado por su apariencia.