De las trampas contables en las campañas electorales

La Voz de Michoacán. Las últimas noticias, hoy.

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Leo Zuckermann

Todos los países, unos más, unos menos, enfrentan el problema del financiamiento de las campañas políticas. Algunos privilegian el financiamiento privado. Otros, de plano, lo prohíben. En fin, que en ningún lado se ha encontrado la fórmula mágica de la mejor manera de canalizar dinero para hacer política. México no es la excepción. A pesar de las promesas que hicieron los partidos en la última reforma electoral de 2007, que según esto habían encontrado la manera de resolver el problema, el hecho es que sigue habiendo una gran opacidad en la cantidad y el manejo de los recursos de las campañas.

El IFE está por resolver si hubieron o no irregularidades en el origen y destino de las pasadas campañas presidenciales. De acuerdo al dictamen de la Unidad de Fiscalización del Instituto, Andrés Manuel López Obrador sí rebasó el tope de lo que estaba permitido gastar (328 millones de pesos), por lo que los partidos que lo lanzaron recibirían una multa multimillonaria. Por su parte, Josefina Vázquez Mota se quedó corta en los gastos, lo cual demostraría que el PAN no la apoyó con todos los recursos para llegar a la Presidencia. Finalmente, Enrique Peña Nieto, el candidato ganador, gastó lo justo para no rebasar el tope. El problema es que nadie le cree a esta auditoria. Todos la cuestionan.

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El dictamen de la Unidad de Fiscalización tiene que ser debatido y votado por el Consejo General del IFE. Los nueve consejeros con derecho a voto pueden cambiar lo que se propone. El asunto se iba a discutir este miércoles pero se ha armado tal barullo que la sesión se aplazó una semana entera.

La izquierda está enojadísima porque son los que recibirían la mayor multa. Al PAN no le calienta el sol porque las cuentas del PRI son prácticamente impolutas. Los dos partidos opositores han declarado que incluso el Pacto por México peligra si es que el Consejo General del IFE avala el dictamen de la Unidad de Fiscalización. Claramente están presionando al PRI para que éste a su vez presione a los consejeros que les son afines para, por un lado, rebajar la multa de los partidos izquierdistas y, por el otro, aceptar una multa mayor para el tricolor. Si es así, lo que debería ser un ejercicio contable, se convertirá en una decisión política.

La consecuencia es que nunca sabremos la verdad de cuántos recursos entraron a las campañas ni cómo se gastó el dinero. Y es que los partidos, que son los que hacen las reglas para autorregularse, son los primeros en simular para que las cuentas les cuadren. El PRI al parecer es el que tiene a los mejores contadores que acomodaron muy bien los ingresos y gastos de tal suerte que la campaña de Peña Nieto fue la que presentó la mejor contabilidad. La izquierda, por su parte, no supo simular igual de bien que el PRI, y el PAN pues prefirió no gastarse su lana en la campaña de Josefina.

Vale la pena mencionar, por cierto, que en esta ocasión los partidos no gastaron dinero en los medios electrónicos de comunicación ya que los anuncios de radio y televisión los recibieron de forma gratuita. Sin embargo, los contribuyentes fueron muy generosos con ellos al darles un cuantioso financiamiento público para los otros gastos.

Estamos en el peor de los mundos. Por un lado, les damos un chorro de dinero a los partidos para sus campañas más spots gratuitos de radio y televisión. Por el otro, no sabemos en realidad cuánto se gastaron las campañas por la gran cantidad de simulaciones que existen para esconder la verdad de los ingresos y egresos. Además, cuando las autoridades detectan algún tipo de irregularidades de aquellos que son torpes para simular, pues vienen las amenazas de multimillonarias multas que, al final del día, corren el riesgo de ser modificadas por presiones políticas de los propios partidos.

Twitter: @leozuckermann-