No frenan a los migrantes

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Foto: AP. Migrantes centroamericanos viajan en grupo a Estados Unidos.

Agencias/ La Voz de Michoacán

 

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Ciudad de México. Más de mil 100 migrantes centroamericanos que salieron de Tapachula, Chiapas iniciaron su vía crucis rumbo a EUA y acampan en Chiapas, Oaxaca, Puebla e hicieron una marcha a la embajada de EUA para exigir respeto a sus derechos. Su sueño es avanzar y llegar a la frontera norte para vivir en paz y con libertad. Mal comidos y agotados, su sola presencia en suelo mexicano ha enardecido al presidente Donald Trump que tardó muy poco en anunciar la militarización de la frontera para impedir su llegada. Las autoridades mexicanas buscan una respuesta legal que calme sus protestas y atienda la crisis humanitaria que se vive en la frontera sur. A la iradelmandatario estadounidense, México le ha exigido respeto a EUA y ha respondido con enormes muestras de solidaridad a los migrantes que cada vez lucen sus rostros más cansados. Carga a un nacido en el retrete

Tirada en el suelo y cubierta por el sol conunas telas, GénesisGraciela, de 25 años, da leche y mece a su hijo nacido en un mugriento baño de Tapachula (Chiapas) hace solo un mes. En la ciudad fronteriza trabajaba como asistente mientras esperaba una respuesta a su solicitud de visa humanitaria con la que poder atravesar el país. Cuando se enteró de que varios cientos de migrantes se habían organizado para avanzar en masa hacia el norte tomó a su bebé recién nacido y se unió a ellos sin dudarlo.

 

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“Sé que corre peligro, pero él es el motor que me mueve. No quiero que tenga la vida que tenemos en Honduras donde solo hay violencia y pandillas y no hay oportunidades de trabajo”, describe aferrada al niño bajo el infernal calor del Istmo. Diputada huye de Honduras María Colindres Ortega, fue diputada nacional del partido LIBRE, de Manuel Zelaya, por el departamento de Yoro hasta la polémica victoria en el mes de noviembre de Juan OrlandoHernández.

Las elecciones fueron consideradas fraudulentas por la oposición y la Organización de Estados Americanos (OEA) denunció graves irregularidades, lo que dio origen a unos disturbios que dejaron más de 30 muertos.

A partir de entonces comenzó una ola represiva sin precedentes en el país. Los opositores somos clasificados y amenazados. Ha habido una matanza selectiva de líderes políticos, sociales o ecologistas que no se detiene”, argumenta María. “Nunca había pensado que tendría que dejar mi país y menos tener que emigrar en estas condiciones”, lamenta desde el suelo. Su objetivo es llegar a Estados Unidos y solicitar asilo político.

Atrás dejó siete hijos y una carrera política a la que algún día espera regresar para empujar la transformación de su país. Se meten a bolsa de plástico Blanca, Marlén, Clara y Elena o, lo que es lomismo, la familia Baires al completo. Una bisabuela de 63 años, una abuela de 47, una madre de 26 y una nieta de 7. Cuatro generaciones de mujeres salvadoreñas que huyeron con lo puesto de su país y que amanecieron un día más sobre la hierba de lo que, hasta la semana pasada, era un campo de futbol.

Hoy es un inmenso recinto lleno de basura donde cientos de familias aguardan para seguir con su objetivo de alcanzar la frontera norte. Toda la familia dejó el país en cuestión de horas y metieron el equipaje en unas pocas bolsas de plástico. En ellas va algo de ropa y el papel que les amargó la vida. Una hoja escrita a mano que las pandillas le dejaron. En él los obligan a abandonar su casa en el menor tiempo posible con una frase “y si no, toda la familia Baires va a morir”. “Allá la cuestión de la mara está muy tremenda.

Hay que salir a las horas que ellos temarcan y hacer lo que ellos indican”, explica Marlén para describir su colonia en La Paz donde se ganaban la vida vendiendo fruta. “En El Salvador vivíamos todos juntos y la advertencia era para todos”, recuerda. Hace dosmeses que esperaban en Tapachula una respuesta a su solicitud de asilo pero cuando se enteraron de la existencia de una caravana que pretendía llegar a Tijuana se sumaron sin dudarlo.

 

 

 

Persiguen a transexual Una decena de miembros de la comunidad LGBT se han sumado a la caravana en busca de protección antes de pedir asilo en Estados Unidos. Todos ellos han sufrido palizas y agresiones antes de abandonar Honduras. Uno de los casos más dramáticos es el de los transexuales. Shannel Smith, el seudónimo que elige para la entrevista, explica que le obligaron a vender droga y al negarse recibió tres disparos, dos le dieron en el brazo y otro en el pecho. Sobre el pasto del recinto deportivo muestra la cicatriz, aun sin curar, que le dejó la agresión.

“En Honduras es imposible vivir sin tener que ocultar tus preferencias sexuales. Es una tortura para gays, lesbianas y transexuales somos agredidas y asesinadas con total impunidad”, relata. Después de un mes en Tapachula se unió a la caravana cuando se enteró que pretendía llegar a Tijuana, donde quiere pedir la condición de refugiado. Solidaridad mexicana

En cada pueblo los migrantes buscan un lugar para instalarse, algunos locales se organizan para atenderlos. Una compró arroz, otra tomates, otra frijoles, tortillas y bolillos y otras más cocinan toda la noche. De sus ollas salen hasta mil 500 raciones de comida para los migrantes a los que un día antes no conocían. Desde el lunes, Rosalía, Maribel, Olivia, Aura o Beatriz…llegan cada mañana para dar de comer “a esta gente que sufre y a la que debemos echar una mano”, explica la primera mientras vuelca una cuchara tras otra de arroz en platos de unicel.

Se hacen llamar mujeres emprendedoras y ante la ausencia de autoridades defienden que la sociedad siempre va por delante de sus autoridades “como sucedió en el último terremoto”, insiste.

 

 

La caravana que Trump amenaza con frenar enviando al Ejército a la frontera, está compuesta por mil 200 personas, la mayoría hondureños agotados y mal comidos, de los cuales 300 son niños y entre los que hay decenas de ancianos y mujeres que están embarazadas. Hasta el momento los tuits de

Trump no frenan el avance pero sí han puesto luz y reflectores sobre una caravana que se celebraba cada año en medio de la indiferencia. “Trump nos ha hecho un favor con sus tuits”, confiesa Rodrigo Abeja, uno de los organizadores de lamarcha, quien reconoce el carácter político y reivindicativo de una protesta que se organiza cada año desde 2008 durante la Semana Santa y que esta vez ha llenado periódicos y noticieros. “Si vamos en bola me siento seguro. Aquí nos protegemos, nos atienden y no estamos expuestos a los robos y abusos”, explica el migrante Héctor Hernández.