El día en que el Puente Guadalupe colapsó

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Foto: Cortesía.Era el 3 de mayo de 1999 al filo de las 10 de la mañana y la quietud de dos pueblos se vio interrumpida por el ulular de sirenas.

Redacción/La Voz de Michoacán

Yurécuaro, Michoacán. El estruendo se escuchó hasta la plaza principal y la nube de polvo que se formó se veía desde casi todas las localidades del municipio. La inquietud, el nerviosismo y una gran variedad de emociones se conjugaron al mismo tiempo en el ánimo de los habitantes de la zona, al tiempo que varios hogares se vestían de dolor, de desesperación y llanto.

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Era el 3 de mayo de 1999 al filo de las 10 de la mañana y la quietud de dos pueblos se vio interrumpida por el ulular de sirenas. Patrullas, ambulancias, camiones de bomberos de La Piedad, Zamora, Morelia, Atotonilco y Ocotlán ocuparon las calles aledañas al “Puente Guadalupe”, que unía a Jalisco con Michoacán por encima del río Lerma.

Foto: Cortesía.

La noticia se corrió como reguero de pólvora: “El puente de la Ribera se cayó y hay muchos muertos”. A Morelia llegaba el reporte de 10 fallecidos y más de una veintena de heridos y por eso se enviaron elementos de Protección Civil de La Piedad a confirmar el reporte.

Al llegar al lugar todo era confusión, iba yo a bordo de la ambulancia PC120, como jefe de servicio y me acompañaba Alejandro Pérez y Álvaro Trinidad. Elementos policiacos se acercaron para informar que debajo del pesado camión estaba el cuerpo de una señora que caminaba por el lugar y también el de un ciclista que se precipitó junto con la mole de piedra desde una altura de 40 metros aproximadamente hasta el lecho del Lerma.

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Foto: Cortesía.

Era tiempo de “secas”  y por eso el río casi no tenía agua. Apenas unos arroyuelos corrían por el meandro y por eso era posible, aunque no sencillo, llegar hasta donde estaba volcado el camión.

Al evaluar la escena se detectó que el conductor del camión estaba atrapado pues una parte del camión le presionaba sus piernas. Rescatistas de la Cruz Roja requerían de equipo hidráulico para romper los hierros e intentar sacar al lesionado, pero las herramientas de ese entonces eran insuficientes.

De todos lados comenzó a llegar gente para atestiguar aquel suceso. A pesar de que se solicitaba la intervención de la fuerza pública para retirar del lugar a miles de curiosos estos encaraban a los uniformados: “¿Por qué me van a quitar si yo llegué primero y tengo derecho a ver?” decía una mujer que encaraba a un policía que pedía a la gente retirarse de la zona de peligro.
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