Los voladores de San Pedro Tarímbaro

Un espectáculo que forma parte de la vasta riqueza cultural de MIchoacán.

Un espectáculo que forma parte de la vasta riqueza cultural de MIchoacán.

Olivia Tirado Corresponsal / La Voz de Michoacán. 

Tlalpujahua, Mich.- Los voladores de San Pedro Tarímbaro continúan con sus rituales para agradecer los favores obtenidos por el Dios Sol durante el año, o para agradecerle las bendiciones obtenidas por las cosechas bien logradas o los dones otorgados.

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Para los voladores, esta tradición se remonta incluso a la época prehispánica, por lo que, algunos afirman que es hasta más vieja que la de los voladores de Papantla, Veracruz; dato que desafortunadamente- no está comprobado.

Son cinco los hombres-voladores que componen este rito, y que lo llevan a algunos municipios vecinos, como  Jungapeo. Cuatro son los hombres que giran en lo alto de un palo y uno más espera a sus hermanos, en tierra firme, tocando una flauta.

Esta danza identifica a los mazahuas de San Pedro Tarímbaro -anteriormente conocido como San Pedro Tarimangacho- al igual que su lengua. Luchan porque ambas no desaparezcan; por tal motivo, desde los 6 años, los niños se preparan para ser parte de la danza, en honor al Dios Sol, o al Santo Patrono, San Pedro.

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Inicia el ritual.

Son 3 o en ocasiones 4 lugareños de San Pedro Tarímbaro, los encargados de escoger el árbol adecuado, de acuerdo a las características que deben reunir, pues deben de ser altos (más de 20 metros) y gruesos, por lo que se van al bosque y lo buscan. La labor es ardua, exhaustiva, pues son pocos los troncos que reúnen estas características.

Una vez encontrado, lo derrumban y lo limpian (dejan sólo el tronco). Para transportarlo a la iglesia, es lo difícil; por lo que requiere de la fuerza de más lugareños. En esta tarea, colaboran docenas de personas, incluidos mujeres y niños, pues es una fiesta tradicional la que se celebra en la que participan todos, pues es de la comunidad.

Cabe mencionar que el arrastre del tronco se hace por medio de lazos y rodillo. Los lugareños llevan la imagen de San Pedro, para evitar que el árbol tenga dificultades para llegar; ya que si se atora, lo mueven de un lado para otro, hasta que lo liberan. Si las dificultades son muchas, se hace una misa en el lugar en donde está el tronco detenido. Para  los lugareños, esto es milagroso porque ‘se desatora’.

Una vez que el tronco llega a su destino, que es la iglesia del San Pedro, los lugareños lo colocan en el hoyo, de tal forma que no se mueva y no represente un riesgo. Después lo cubren con lazos, mismos que servirán para que los danzantes suban a tocar el cielo.
Cabe mencionar que a los voladores nadie los obliga a hacer este ritual; al contrario, para ellos es un orgullo pedirle al Dios Sol, o San Pedro, sus bendiciones.

Con vestimenta de manta, pañuelos rojos en la cintura y gorros tricolores, es como suben los danzantes a volar. Son hombres pájaro que representan los 4 puntos cardinales: norte, sur este, oeste; los 4 elementos de los que se compone la tierra: tierra, aire, fuego y agua.

Los cuatro hombres dan alrededor de 40 vueltas, sólo los sostienen una soga amarrada a la cintura. Su vuelo no dura más de 5 minutos; el ritual completo, no tarda más de 20 minutos.

Con esta acción, demuestran el amor que le tienen a la tierra, a sus raíces, a sus costumbres. Son hombres que experimentan volar, por amor a su familia, a su pueblo, para evitar que una tradición ancestral muera. Esta estampa la reviven en el municipio que se les requiera, en este caso, fue en Jungapeo.