“Noche de Ánimas”, la velada más viva en la región Lacustre

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Foto: Agencias. La noche de las ánimas es un acto de luto y oración para que descansen en paz los fieles difuntos.

David Godínez / La Voz de Michoacán

La celebración del Día de Muertos o conocida también como el Día de las Ánimas, se practica a lo largo de todo el país. En ella participan comunidades indígenas, grupos mestizos, urbanos y campesinos. Son dos días en que las almas de los difuntos regresan a casa para convivir con los familiares vivos y para nutrirse de la esencia del alimento que se les ofrece en los altares domésticos, luego de emprender un largo viaje para estar con ellos.

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En la región Lacustre, los poblados en que esta festividad ha cobrado fama son: Pátzcuaro, Tzintzuntzan, Janitzio, Ihuatzio, Zirahuén, por mencionar algunos. Según las creencias del pueblo y la Iglesia Católica, el día primero de noviembre es en honor de los niños difuntos o conocidos como “Todos los santos”, es decir a los que murieron siendo niños, mientras que para el 2 de noviembre se dedica para “los fieles difuntos”, las personas adultas. La fiesta del Día de Muertos conlleva una enorme trascendencia popular, su celebración comprende diversos aspectos, desde los filosóficos hasta los materiales, cada detalle que se coloca en los altares tiene su propio significado. Es un carnaval de olores, gustos y amores en el que los vivos y los muertos conviven.

La noche de las ánimas es un acto de luto y oración para que descansen en paz los fieles difuntos. Hoy en día podemos apreciar muchos colores para venerar la muerte: el amarillo de la flor de cempasúchil, el blanco del alhelí, el rojo de la flor afelpada llamada pata de león que son el reflejo del sincretismo de dos culturas: la indígena y la hispana creando una nueva escenografía de la muerte.

Para más información consulte la edición impresa del 1 de noviembre

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