Saldrán en pos de la Antorcha Guadalupana de Jiquilpan

La Voz de Michoacán. Las últimas noticias, hoy.

Foto: Cortesía.

José Luis Ceja/La Voz de Michoacán

 

PUBLICIDAD

JiquilpanListo el contingente de 150 varones que partirá a la capital del país para dar continuidad a la tradicional peregrinación de los faroles en honor a la Virgen de Guadalupe; el contingente partirá el próximo 8 de diciembre cerca de las 7 de la mañana desde la explanada del Santuario que se ubica en la parte poniente de la ciudad para llegar a la capital del país entrada la tarde, asistir a misa  e iniciar el regreso tras encender la antorcha que es traída en relevos hasta este municipio.

Es de señalar que esto es parte del recorrido que pone a prueba la fe y la condición física de atletas y devotos de esta ciudad pues la tradición marca que desde el momento de encender la antorcha en la Basílica de Guadalupe, por turnos, los jóvenes deberán regresar a su tierra en una larga carrera que culmina cerca de las 6 de la tarde del 11 de diciembre en la ciudad de Jiquilpan para encabezar la sin igual peregrinación de los varones o “Los Faroles” en la que los hombres de la ciudad recorren las calles de la ciudad en filas kilométricas que culminan en el santuario guadalupano en la parte alta de la ciudad donde llegan pasada la media noche para entonar las mañanitas a la Reina de México y Emperatriz de América.

Aun cuando el recorrido de la antorcha guadalupana es una tradición relativamente nueva, la peregrinación de los faroles es otra en la que los historiadores no terminan por ponerse de acuerdo y hay quienes dicen que fue un rito introducido con anterioridad a la guerra cristera de 1928, en tanto que otros se aventuran a señalar que previo a la llegada de los europeos a estas tierras se tenía ya la costumbre de iluminar con antorchas el camino de las deidades prehispánicas.

PUBLICIDAD

La llegada de los corredores es quizá un episodio aparte, las madres, hijas y esposas de los corredores reciben con ramos de flores, confetis, y ofrendas a aquellos hombres que acusan en su rostro el cansancio y la satisfacción de un deber cumplido y entonan cantos a la Guadalupana y a la sonrisa de Tonantzin.

Los hombres hacen un primer recorrido por algunas calles de la ciudad cuyos habitantes los reciben como héroes, han traído el fuego de la fe renovada, han corrido, antorcha en mano para pagar mandas y expiar sus pecados, las lágrimas asoman en los rostros, los abrazos, las palmadas en la espalda y los corredores recorren la ciudad portando con orgullo las flores con que los han recibido sus familias y arrojando llaveros, estampas y escapularios a la gente que se los pide.

Son casi once mil hombres de esta cabecera municipal los que recorren la noche del 11 de diciembre las calles de esta ciudad  en un recorrido de varios kilómetros desde la entrada sur de la población hasta el santuario a Santa María de Guadalupe enclavado al poniente de la mancha urbana.

Como es costumbre, las inmensas hileras de hombres, divididas en tres, según el color de sus faroles, esperan el arribo de los corredores que salen desde un día antes de  la ciudad de México portando el fuego guadalupano.

Casi caída la noche, las calles se vuelven en ríos de fuego que, contra la ley de la gravedad, suben lentamente rumbo al santuario; blanco, verde y rojo, los colores de la enseña patria se distribuyen de manera igual  entre los faroles que portan los hombres de la ciudad.

Las recias voces de los arrieros entonan cantos de fervor a la Madre, a la Virgen; los rostros curtidos por el trabajo reflejaban paz y alegría y como en pocas ocasiones, sólo dos al año, los varones participan de manera activa en temas religiosos.

Sólo en la peregrinación del 11 de diciembre, y el viacrucis del silencio, participan los varones; y es que en éstos el papel femenino se limita al de simple espectador.

En los ríos de fuego de la Peregrinación de los Faroles, los rezos tienen un tono grave, la tierra se cimbra ante el peso del formidable ejército de la fe de casi once mil varones, miles de gargantas cantando, rezando, pagando una manda, pidiendo por la salud de la familia, por el trabajo.

Es esta peregrinación la oportunidad que tienen los varones de saldar sus deudas con la madre de todos los mexicanos.