Encuentran huesos de fauna de hace 20 mil años en Oaxaca

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Agencias/ La Voz de Michoacán.

Luego de las labores realizadas durante cuatro temporadas de investigación, arqueólogos españoles y mexicanos revelaron que han descubierto huesos de fauna, de más de 20 mil años, en la localidad de Chazumba, Oaxaca.

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La más reciente temporada de exploración, desarrollada la semana pasada, estuvo a cargo del prehistoriador español Eudald Carbonell, presidente del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES) y especialista en la evolución de la especie humana.

Aunque el proyecto de investigación de esta zona comenzó en 2006, luego de que un grupo de habitantes de la región encontraran fragmentos de huesos de animales. Fue el paleontólogo Joaquín Arroyo Cabrales quien hizo la inspección y verificó que se trataba de restos de animales extintos, propios de finales del Pleistoceno.

El especialista del Laboratorio de Arqueozoología del INAH, en ese momento trabajaba en un proyecto conjunto con Ramón Viñas-Vallverdú, investigador del IPHES, denominado “Biodiversidad y sociedades cazadoras recolectoras en México”, dentro de una red de estudio que el instituto catalán ha integrado en varios países del mundo, con el interés de indagar los orígenes del hombre en todos los continentes.

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Es de mencionar que las labores de investigación desempeñadas en los dos frentes de excavación, uno de 20 metros cuadrados y otro de 40, han arrojado que los huesos pertenecen a especies como el gonfoterio (paquidermo más pequeño que el mamut), gliptodonte, milodonte, perezoso gigante, venado, tortuga rata montera y conejo, así como de una especie de ave y un anfibio.

Por ahora el sitio oaxaqueño es considerado exclusivamente paleontológico, debido a que únicamente se han encontrado evidencias de fauna sin presencia humana, a pesar de los hallazgos de lascas de sílex, posiblemente hechas por el hombre.

En relación a los estudios realizados a los diferentes estratos de la tierra en Chazumba, la especialista Irán Rivera González señaló que las pruebas han arrojado que esta era una zona boscosa con encinos y pinos, y que contó con la presencia de un cuerpo de agua estable en los alrededores.

“Este es un dato muy importante, porque el lugar tiene grandes posibilidades de haber sido un entorno ecológico con suficiente agua, tanto para el desarrollo de los animales como del propio ser humano”, afirmó Rivera González.

Actualmente, la arqueóloga lleva a cabo la reconstrucción paleoambiental a través de técnicas de palinología. “Lo que hacemos es tomar una secuencia de muestras de las distintas capas de tierra. Éstas se llevan al laboratorio y ahí se busca cuántos granos de polen se recuperaron y a qué familias y géneros de vegetación pertenecen, arrojando resultados muy exactos”.