La aventura más ambiciosa, búsqueda de vida extraterrestre

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Dallas, Texas. La vida en la Tierra es la única conocida en el universo, pero existen argumentos convincentes que sugieren que no estamos solos, lo que ha conducido a la aventura de exploración mas ambiciosa emprendida por la humanidad, la búsqueda de inteligencia extraterrestre, (SETI, por sus siglas en inglés).

Al mismo tiempo, la búsqueda de vida en el universo está conduciendo a los seres humanos a profundizar su conocimiento de la vida en la Tierra, por lo que SETI se ha constituido como toda una ciencia exploratoria.

El conocimiento científico sobre el origen de la vida en la Tierra ha determinado que si existe un ambiente adecuado y tiempo suficiente, la vida se desarrollará en otros planetas y los recientes descubrimientos astronómicos han demostrado que probablemente existen miles de millones de planetas en el universo.

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"Todo lo que hemos aprendido acerca de otros planetas y la diversidad de la vida en la Tierra nos lleva a creer que hay vida abundante en otras partes del universo", declaró el astrobiólogo David Grinspoon, del Instituto de Ciencias Planetarias en Washington, en un reciente artículo para la revista Science News.

La búsqueda de inteligencia extraterrestre comenzó poco después del invento de la radio a principios de 1900. Nikola Tesla fue el primero en sugerir que las ondas radiales podrían ser utilizadas para contactar a seres en Marte.

Luego, el ingeniero Guglielmo Marconi, el físico matemático William Thomson, también conocido como lord Kelvin, y el astrónomo David Peck Todd expresaron su creencia de que la radio podría ser utilizada para contactar a los marcianos.

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Esto condujo a que en agosto de 1924, el gobierno de Estados Unidos decretara un "Día Nacional del Silencio de la Radio" para detectar señales extraterrestres. El gobierno pidió a los ciudadanos que mantuvieran el silencio de radio durante cinco minutos, cada hora, durante 36 horas.

El Observatorio Naval de Estados Unidos colocó un receptor de radio en un globo a tres kilómetros del suelo para detectar señales marcianas y se llegó incluso a contratar a un criptógrafo para traducir mensajes en caso de que se captaran.

El escanear las ondas de radio ha sido desde entonces la vía de búsqueda de inteligencia extraterrestre y ésta comenzó de manera más consistente y organizada a principios de la era espacial.

En 1959, a sólo dos años después del lanzamiento del Sputnik, dos físicos de la Universidad de Cornell, Philip Morrison y Giuseppe Cocconi, publicaron un artículo en la revista Nature en el que destacaban la relativa facilidad con la que se podían enviar mensajes de radio entre las estrellas.

La aportación de ambos llevó a la sugerencia de que podría ser posible detectar la presencia de civilizaciones extraterrestres utilizando radiotelescopios.

En 1960, el astrónomo Frank Drake, de la Universidad de Cornell en Nueva York, realizó el primer experimento moderno de SETI, llamado "Proyecto Ozma", en el Observatorio Nacional de Radioastronomía de Green Bank, Virginia del Oeste.

El objetivo del experimento fue buscar signos de vida en sistemas planetarios lejanos a través de ondas de radio interestelares. Drake es considerado por ello el padre de SETI.

Desde entonces ha habido más de 100 proyectos SETI en todo el mundo, algunos bastante cortos y otros que abarcan muchos años. Uno de estos proyectos fue el envío del primer mensaje, o saludo de la humanidad a la vida extraterrestre

En 1972, los astrónomos Frank Drake y Carl Sagan, diseñaron las placas Pioneer, un par de placas de aluminio que fueron colocadas a bordo de la nave Pioneer 10 en 1972 y Pioneer 11 en 1973, con un mensaje gráfico en caso de que las sondas fueran interceptadas por alguna civilización extraterrestre.

Las sondas fueron los primeros objetos construidos por humanos para lograr la velocidad de escape del Sistema Solar y aún viajan por el espacio, aunque ya no se tiene contacto con ellas.

En 1974, para marcar la remodelación del radiotelescopio de Arecibo en Puerto Rico, Drake y Sagan escribieron un nuevo mensaje, este en código binario con información básica sobre la humanidad y la Tierra, que fue transmitido al espacio una sola vez a través de ondas de radio moduladas en frecuencia.

El Mensaje de Arecibo, como se le denominó, fue el primero lanzado vía radio para contactar a otra civilización, aunque fue visto más como una demostración del logro tecnológico humano, frente a un intento real de entrar en una conversación con extraterrestres.

Durante la década de los 70, diversas universidades e instituciones desarrollaron diferentes iniciativas de búsqueda de inteligencia extraterrestre, de manera independiente y con formas y objetivos distintos.

En 1984, Thomas Pierson, un administrador universitario, buscó entonces una manera de utilizar con más eficiencia los fondos que eran captados por las diferentes universidades públicas y privadas y por la NASA para financiar las iniciativas de SETI.

Pierson planeó entonces desarrollar una organización de investigación sin fines de lucro que pudiera servir de sede a científicos e ingenieros interesados en dedicar sus carreras al estudio de la vida en el universo. Los científicos, incluido Frank Drake, apoyaron con entusiasmo la idea.

Fue así como en noviembre de 1984 se fundó el Instituto SETI, que comenzó a recibir fondos, primero de la NASA y luego de otras instituciones y universidades.

Desde entonces, el Instituto SETI, con sede en Menlo Park, California, encabeza las investigaciones científicas y los programas educativos relacionados con la vida en el universo.

El Instituto consta de tres centros principales: el Centro Carl Sagan, dedicado al estudio de la vida en el universo, el Centro de Educación, enfocado en astronomía, astrobiología y ciencia espacial, y el Centro de Extensión Pública, que produce programas de radio y televisión además de podcasts sobre la ciencia que se genera en el instituto.

El Instituto SETI emplea a más de 90 investigadores que estudian todos los aspectos de la búsqueda de la vida, sus orígenes, el entorno en el que se desarrolla la vida y su destino final.

El año pasado, Seth Shostak, uno de los astrónomos mas experimentados del Instituto SETI, pronosticó que se encontrará vida extraterrestre en los próximos 25 años. Shostak sostiene que las nuevas tecnologías y las leyes de la probabilidad hacen que el avance sea tan probable.

Ante estas expectativas, en 2015, el multimillonario ruso Yuri Milner anunció durante un evento de la Royal Society de Londres que donaría 100 millones de dólares para explorar el universo y buscar evidencia de vida más allá de la Tierra, en un proyecto de 10 años denominado, “Breakthrough Initiatives”.

La principal iniciativa es la de “Breakthrough Listen”, un programa de observaciones astronómicas en busca de evidencia de vida inteligente mediante señales de radio y ópticas artificiales.

Bajo la iniciativa se hará un rastreo completo de un millón de estrellas de nuestra galaxia, y las 100 galaxias más cercanas, utilizando tres radiotelescopios.

Otra de las iniciativas, es la de una competencia con un premio de un millón de dólares para diseñar un mensaje que represente a la Tierra, la vida y la humanidad que podría ser entendido por otra civilización.

El objetivo es animar a la humanidad a pensar juntos como un solo mundo, y generar un debate público sobre la ética del envío de mensajes más allá de la Tierra.

En ese sentido, la comunidad científica internacional está dividida, en si la búsqueda de vida extraterrestre debe ser activa o pasiva.

El SETI activo es el de salir al encuentro de una civilización extraterrestre enviando mensajes, mientras el SETI pasivo es el de esperar a captar las señales de la existencia de vida fuera de la tierra.

Esta división ha creado la “Paradoja SETI”, las dos tendencias opuestas que paradójicamente coexisten en la búsqueda de vida extraterrestre.

En la comunidad científica dedicada a la búsqueda de la vida fuera de la Tierra se maneja también la “Hipótesis Zoo”, en la que se especula sobre el supuesto comportamiento y existencia de la vida extraterrestre técnicamente avanzada y las razones por las que se abstienen de entrar en contacto con la Tierra.

La hipótesis es que la vida extraterrestre evita intencionalmente la comunicación con la Tierra, y una de sus principales interpretaciones es que lo hace para permitir la evolución natural y el desarrollo sociocultural.

La "Hipótesis Zoo" sería una de las explicaciones teóricas de la denominada "Paradoja Fermi", como se le conoce a la aparente contradicción entre la falta de evidencia de vida extraterrestre y la alta posibilidad de existencia de vida fuera de la Tierra formulada por la Ecuación de Drake.

La Ecuación de Drake es un argumento probabilístico usado para llegar a la estimación del número de civilizaciones extraterrestres activas y comunicativas en la galaxia de la Vía Láctea.

"Todo lo que hemos aprendido nos lleva a creer que hay vida abundante en otras partes del universo", declaró un astrobiólogo David Grinspoon,