Redacción / La Voz de Michoacán Morelia, Michoacán. Con la pronunciación de la frase latina “Extra omnes”, que significa “Todos fuera” y el posterior cierre de las puertas de la Capilla Sixtina, luego de que los 133 cardenales electores prestaran juramento, inició el Cónclave en el que se elegirá al 267° papa en la historia de la Iglesia Católica. Esta orden marca el momento en que todas las personas ajenas al Cónclave abandonen el recinto y entonces los purpurados quedan aislados del mundo exterior para deliberar y votar sin influencias externas ni filtraciones de información. Previamente, en la misa “pro eligiendo Pontífice”, celebrada en la basílica de San Pedro y presidida por el cardenal decano Giovanni Battista Re, éste se pronunció en su homilía por elegir “el papa que la Iglesia y la humanidad necesitan en este momento de la historia tan difícil y complejo”. El prelado destacó que el Cónclave es “un acto de la máxima responsabilidad humana y eclesial y una decisión de excepcional importancia”, por lo que pidió a los cardenales abandonar cualquier consideración personal y “tener en la mente y en el corazón solo al Dios de Jesucristo y el bien de la Iglesia y la humanidad”. ¿A QUÉ HORA SE ESPERA LA PRIMERA FUMATA? Alrededor de las 16:30 hora de Roma (08:30 hora del centro de México) inició la procesión de los cardenales desde la Capilla Paulina hasta la Capilla Sixtina para iniciar el Cónclave. Posteriormente se pronunció los 133 cardenales prestaron juramento, se dio la orden “Extra omnes” y se cerraron las puertas de la Capilla Sixtina, marcando el aislamiento de los cardenales y el inicio formal del proceso para la elección del nuevo papa. Para este primer día, 7 de mayo, se llevará a cabo una sola votación por la tarde y se espera la primera fumata alrededor de las 19:00 hora de Roma (12:00 hora del centro de México). Si no hay elección del pontífice, el humo será negro. ¿QUÉ PASA SI SE ALARGA EL CÓNCLAVE? La constitución apostólica ‘Universi Dominici Gregis’ (1996) y otros documentos vaticanos y, ante la eventualidad de que se alargue, prevé una serie de pausas de reflexión y salidas. En su artículo 74, establece que si después de tres días de escrutinios, es decir, de doce votaciones, los cardenales “encontrasen dificultades para ponerse de acuerdo sobre la persona elegir”, las sesiones se suspenderán por un día. En esa pausa, podrán dedicarse a “la oración, al libre coloquio” entre ellos y a escuchar una “breve exhortación espiritual” del primer diácono. En este cónclave, de alargarse, la pausa previsiblemente sería el próximo domingo, después de trece votaciones infructuosas (la de la tarde del miércoles y las cuatro del jueves, viernes y sábado). La continuidad del cónclave, desde ese momento de pausa, alternará en los días siguientes ciclos de siete votaciones y recesos. En la sexta y séptima jornada los cardenales llevarán a cabo otras siete votaciones y, si no hay acuerdo, en la última tarde harán otro descanso. Ya habrían acumulado entre 19 y 20 votos. Luego se volverá a votar hasta un máximo de otras siete ocasiones, en lo que sería ya su octavo y noveno día. El escrutinio ya se habrá repetido 26-27 veces. Los días diez y once, los purpurados volverán a votar otras siete veces. En ese momento, si no han elegido un nuevo papa, el cónclave ya sumará un total de 34 votaciones. Las negociaciones parecerán atascadas y la legislación vaticana propone una solución tajante. Tras un día dedicado a la “oración, a la reflexión y al diálogo” se someterán a la elección los dos cardenales más votados en el último escrutinio, que no podrán expresar su preferencia. Un cardenal será elegido papa si consigue el respaldo de la mayoría de al menos dos tercios de los cardenales, en este caso 89, ya que los electores ascienden a un total de 133. El elegido, eso sí, deberá aceptar primero el nombramiento como nuevo pontífice, aunque también podría rechazarlo. Todo este proceso, de acuerdo al estricto protocolo vaticano, deberá transcurrir en la más absoluta discreción, sin que los purpurados electores salgan de los dominios vaticanos. Los votos serán quemados tras el recuento en una estufa instalada ya para la ocasión en la Capilla Sixtina y el color del humo anunciará al mundo exterior el resultado: el negro indicará que no hay acuerdo; el blanco precederá el famoso ‘Hambemus papam’.