Alegría al recordar a quienes ya no están, el sello de Día de Muertos en Zirahuén

Desde días antes del 2 de noviembre, las familias se prepararon para colocar la ofrenda a aquellas personas que tienen un año de muertos o que fallecieron durante el transcurso de este año

Foto, Angélica Ayala.

Angélica Ayala / La Voz de Michoacán

Salvador Escalante, Michoacán. En el panteón de la localidad de Zirahuén no hubo momento para la tristeza, pues la música de banda se escuchó por todo el camposanto. El ir y venir de las personas, las coronas multicolores que adornaron los sepulcros, el intercambio de las ofrendas entre familias, de las ofrendas que les colocaron a las ánimas que murieron un año atrás. Así recibieron a sus difuntos, entre música y alegría.

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Desde días antes del 2 de noviembre, las familias se prepararon para colocar la ofrenda a aquellas personas que tienen un año de muertos o que fallecieron durante el transcurso de este año. Colocaron una choza con las cañas de maíz y no pudo faltar la flor de cempasúchil ni las orquídeas de campo en la tumba, y se colocaron hermosos manteles bordados a punto de cruz y de gancho en las orillas.

Las tinas y cazuelas de barro fueron parte de la ofrenda, el olor a dulce de calabaza que fue cocida con piloncillo, los chayotes cocidos ya fríos refrescaron a los visitantes, el pan de muerto cocido en horno de barro y con leña, los elotes que también fueron cocidos al fuego de la leña, la fruta como la mandarina, el plátano, manzanas, nísperos, el camote cocido también con piloncillo, conformaron las ofrenda, además de la comida que en vida le gustaba al ánima.

Por motivos de la pandemia por el coronavirus, el año pasado se canceló esta actividad; sin embargo, este año las personas adornaron las tumbas, desde la más sencilla con algunos pétalos de la flor de cempasúchil y flor de nube en los botes de aluminio, hasta las más elaboradas que participaron en el concurso de ofrendas, que fue rescatado hace 20 años, cuando las familias empezaron a colocar adornos del Halloween.

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Durante estas dos décadas, solamente en 2020 se canceló por motivos de la pandemia por el coronavirus; sin embargo, quienes participaron se mostraron contentos y orgullosos de instalar su ofrenda acorde a sus costumbres. “Son días para prepararnos, o al menos unos tres meses, porque hay que bordar las servilletas, los manteles en algunos casos. Es un momento muy familiar porque casi siempre participa toda la familia para poner la ofrenda”, mencionó uno de los familiares que colocó su ofrenda a su difunto.

“A él le gustaba mucho la danza de los viejitos”, dijo otro familiar en una de las ofrendas que instalaron y adornaron con sombreros forrados con listón de colores. Algunas de sus sobrinas bailaron la tradicional y conocida danza como un homenaje al tío que falleció. Al lado de su foto estaba el traje regional del “viejito” que utilizó múltiples de veces para bailar esta danza.

Una peculiaridad fue que, además de las servilletas y manteles bordados o la comida, se colocaron los aditamentos que utilizaba la persona en vida o a lo que se dedicaba. Por ejemplo, rindieron tributo a una cocinera tradicional colocando sus utensilios; otro de los casos fue el de un joven que se dedicaba a la música: en su tumba estaban los instrumentos musicales y en un escenario construido a escala colocaron su trompeta. Llamó la atención la tumba de quien en vida se dedicaba a la carnicería y la familia mandó construir en maqueta la carnicería tal cual la original y la ubicaron en el sepulcro.

En el ambiente las notas musicales se escucharon por todo el panteón. En Zirahuén, al ser un lugar de grandes bandas de música, fueron varias las que participaron con la música, en ocasiones todas tocaban al mismo tiempo.

Sin medidas sanitarias

Pese a los riesgos de contagio por la COVID-19, el panteón de Zirahuén no contó con ningún tipo de filtro sanitario ni vallas de contención o de circulación para los miles de personas que acudieron al camposanto para colocar sus ofrendas o solamente para visitar a su difunto y llevarle un ramo de flores.

En la entrada la aglomeración de personas era evidente, no hubo un circuito para entrar o salir, tampoco un filtro sanitario para toma de temperatura o colocación de gel antibacterial, mucho menos la supervisión de que todas las personas portaran el cubre bocas, aunque había una ambulancia afuera de las instalaciones y se observó a personal del Protección Civil Municipal, no hubo tal operativo de vigilancia sanitaria.