Colectivo Ciudad | La ciudad caótica

La ciudad es desorganizada, compleja, caótica, irregular…es un cuerpo ambiguo que nos resulta difícil de comprender y de reducir a una sola figura unificada

Carolina Martínez

En la época que vivimos, que sabrá que nombre nos dará la clasificación de la historia, entender a la ciudad ha sido una tarea difícil, es algo que quisiéramos dominar, para controlarla y ordenarla. Conducirla pues, desde la planeación, para dar respuesta a todas las necesidades de sus habitantes e incidir en su futuro ordenado y por ello, presuntamente, mejor.

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La ciudad es desorganizada, compleja, caótica, irregular…es un cuerpo ambiguo que nos resulta difícil de comprender y de reducir a una sola figura unificada. La ciudad tiene padecimientos. Podría estar enferma o podría ser tan solo una proyección de lo que acontece a los individuos que la habitan. Nos podríamos preguntar si la degradación social es el origen de la degradación de la ciudad y si las respuestas están solamente en la arquitectura y el urbanismo.

Vivir la ciudad internamente, si reflexionamos un momento, nos provoca emociones y sentimientos cuando la recorremos con nuestros sentidos. ¿Qué sientes cuando pasas por una obra vial en proceso?, ¿te enojas por el tráfico que provoca el cambio o por la falta de señalización o facilidades para el peatón? ¿te sientes inseguro o confundido?; ¿qué sientes cuando sales a comprar?, ¿disfrutas o sientes frustración cuando te das cuenta de tus hábitos de consumo?, ¿te sientes cansado con el peso de la compra o con la distancia a recorrer hasta tu casa?

Entonces vamos por la ciudad con emociones. No sólo con pensamientos y orden.

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Esto se relaciona con el prestigio y la popularidad que, en occidente, le hemos dado a lo racional. Algunos autores (como Carlos García Vázquez) explican el antiguo uso de la ciudad por hombres y mujeres, donde generalmente las actividades de los primeros se asociaban al exterior, con la calle y de las segundas, al interior, con la casa. Lo exterior se podía ligar con lo racional y lo interior, con lo emocional. A su vez lo racional con el orden y lo emocional, con el caos. Se trata de una explicación académica sobre un momento dado de la historia, donde existía una visión del papel del hombre y la mujer, que estoy segura para este tiempo ya te debe parecer que era bastante limitada, sirve sólo de ejemplo para comprender mejor nuestras ciudades, en las que aparentemente queremos que la planeación y la belleza devengan de un eje central llamado simplemente, orden.

Hay que decir, que el caos es un sistema. Un sistema de orden complejo, que ha requerido mayor estudio, así como la ciudad de hoy. El misterio de la ciudad, es el mismo que el misterio de cada persona. No se puede leer a un hombre, a una mujer o a una persona, solamente como básico o complejo, como racional o emocional, somos más que eso, somos un conjunto de capas y entramados.

La ciudad es así. Es compleja y es caótica porque así somos los que la habitamos, porque somos un cúmulo de entes heterogéneos que, si bien la heredamos, también la forjamos cada día, con nuestra mayoría y nuestras minorías. No se trata de una ciudad de hombres o mujeres, de jóvenes o mayores, de españoles o indígenas, de conservadores o liberales, de ateos o creyentes… es decir, la ciudad no es dual, sino que más cerca del pensamiento oriental, la ciudad es múltiple.

La lectura de la ciudad hasta hace poco, podía ser la de una ciudad masculina, donde las mujeres no habían incidido en la dinámica de transformación de la ciudad y no me refiero únicamente a la participación en el diseño urbano, sino a todas las esferas, desde la toma de decisiones hasta el uso de la infraestructura urbana, ya que a pesar de que su ámbito de acción no estaba acotado únicamente a la casa, la visión de su discurso sobre la ciudad estuvo suprimido. Es probable que la morfología de la ciudad en general, ahora aparezca contemporáneamente integrando esa faceta femenina. Quizá la razonable exigencia de seguridad en la ciudad para las mujeres tenga una realidad material, por ejemplo, en la iluminación de senderos, en la asequibilidad y accesibilidad a lugares de cuidado infantil o de otros integrantes de la familia, en el transporte público y otras instalaciones tangibles.

Recuerdo que en la exposición de un ejercicio urbano llevado a cabo en la Ciudad de México, donde entrevistaron y estudiaron a las personas que utilizaban un cruce y un puente peatonal específico, hubo una pareja que  ̶̶̶ entrevistada como pareja  ̶̶̶ , ante la pregunta de si utilizaría el puente peatonal durante la noche, respondió que sí, pero resaltó que cuando la mujer tomó un momento y pensó su respuesta, agregó que solamente usaría ese puente por la noche si fuera acompañada de su novio, como en ese instante, ya que si caminara sola, no lo haría, al menos en ese horario.

Lo anterior nos hace notar, que en la ciudad existen actividades y horarios que tienen usuarios predominantes y también que hay limitantes para determinados usuarios; estas   interacciones pueden ser estudiadas desde otras posturas, como la multiplicidad o los sistemas complejos.

En la encuesta, el novio no externó cuál sería su respuesta si pensara en el uso del puente de manera individual, pero el miedo es una emoción incluyente.

Si trabajamos en visiones y alternativas que no segregan, sino que conectan, podremos generar una ciudad más amable para vivir. Si repensamos la ciudad desde este punto de vista y reconocemos su complejidad sin el tilde de maleficio, sino como una realidad de cosa no terminada e inestable, cambiante pero armónica, podremos aceptar una ciudad caótica.

colecciudad@gmail.com