Asociación de Charros de Morelia

Hace 8 días se cumplieron 100 años de existencia de La Asociación de Charros de Morelia. La tercera que se formó en el país en el año 1922 para engrosar a la Federación Nacional de Charros.

Gonzalo Reyes

La historia de la charrería en México es extensa y da para escribir libros y mil tratados y gracias a datos e investigaciones que nos ha compartido el profesor Manuel Cano, hijo del charro ideal, don Antonio Cano, con la colaboración del señor Raúl Osnaya; seguimos trascribiendo la historia de la charrería en nuestra ciudad de Morelia, a la vez que nos han compartido datos de actores charros que hoy son héroes de nuestra patria y con orgullo charros michoacanos y que fueron socios de la tercera asociación de charros que nació en nuestro país y que así en el conjunto de actividades preserva nuestra historia, cultura e identidad ante los ojos del mundo con la fiesta charra.

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Hace 8 días se cumplieron 100 años de existencia de La Asociación de Charros de Morelia. La tercera que se formó en el país en el año 1922 para engrosar a la Federación Nacional de Charros, que tenía poco tiempo de haberse fundado; y la fiesta para la ocasión ha sido grandiosa, prácticamente toda la ciudad de Morelia, se ha inundado con el sabor y folclor más campirano, la tradición del manejo del caballo y a la usanza tan mexicana se ha venido exhibiendo en diversos acontecimientos conmemorativos de nuestra centenaria Asociación de Charros de Morelia.

Siempre lo hemos venido comentando en estas líneas desde hace casi 30 años en que se me ha dado la oportunidad de plasmar a la opinión publica mis vivencias e investigaciones personales, que las actividades y en este caso “deporte” derivado de la necesidad de subsistencia en el campo entre y sobre el ganado mayor, ha sido la esencia más propia de lo nuestro: la charrería, que consta de 9 suertes que han emanado del manejo ganadero entre hombre, equinos y vacunos, donde se exhibe la prestancia para montar al haber dominado la fuerza y brío de un poderoso caballo; y con él, apoyados con las sogas para realizar el manejo y sometimiento de ambas especies.

La Modernidad, que derivó del uso de la maquinaria “a vapor”, con y sobre todo en el ferrocarril, hace dos siglos en que llegó a nuestro país, vino a mermar de alguna manera las acciones ganaderas sobre el caballo, los grandes arreos a campo traviesa, comenzaron a extinguirse al cargarse las rejas del tren de vapor con las cabezas de ganado, que más rápidamente y sin el desgaste de la caminata llegaban más íntegros a los centros de abasto; el uso de las carretas tiradas por poderoso troncos de caballos y yuntas de bueyes, también entró en declive de alguna manera; y al paso de la modernidad porfirista, los caporales que estaban acostumbrados a las largas jornadas a caballo, estas se fueron disminuyendo; aclarando que nunca se ha dejado de usar el caballo y a la fecha para las exportaciones rurales, pero la intensidad de esta práctica se vino abajo y fue cuando se añoró rescatar estas actividades del manejo ganadero y que ya realizaban también por puro gusto cuando alguna ocasión festiva lo ameritaba, en algún redondel ante los ojos de un público que se extasiaba al ver como sometían y hacían traveseadas con las bestias los hombres recios de aquellas épocas.

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A principios del siglo pasado dicha modernidad porfirista basada en la maquinaria de vapor, estaba en auge pero el inconformismo por su perpetuidad permeaba entre los núcleos poblacionales, que aspiraban a un cambio en el poder; se llegó la época de la revolución y esta se desarrolló sobre los 2 motores que existían en el México de 1910, el ferrocarril de vapor y los caballos; todos los hombres que participaron en la revuelta, fueron extraordinarios jinetes y por lo tanto “charros a carta cabal”, dígase de cualquier estrado y la prueba es que  los que llegaron incluso a la presidencia en la etapa después de la revuelta, su figura se ha distinguido montados sobre soberbios corceles que eran la base del poder y dominio de entonces y por lo que representó para lograr hacer producir lo que la incipiente nación mexicana requería después de su independencia y así con ese amor a lo nuestro, muchos se plantearon, una vez pacificadas las pugnas revolucionarias, rescatar ordenadamente las actividades campiranas y constituirlas como un deporte dotado de reglamentación.

En la segunda década del siglo XX, ya existía la Federación Nacional de Charros de México: y sobre todo los descendientes de las pugnas revolucionarias, fueron los que impulsaron y tuvieron el acierto de sus traveseadas convertirlas en un deporte, el deporte nacional que fue decretado y elevado a rango presidencial en la década de 1940, cuando las tres primeras asociaciones de charros incluyendo a la nuestra, ya contaban con muchas más certificadas; y lo notable es que hombres que nos honraron con su legado libertario, emancipador y de creación del estado de derecho, estuvieron montados y participando en las primeras competencias charras que se realizaron en nuestro país.

 La prueba de ello es que el doctor José Pilar Ruiz Neri, quien fue diputado federal por Michoacán y constituyente de Querétaro en 1917, fue socio activo, fundador y parte de la primera mesa directiva de la Asociación de Charros de Morelia. Un gran privilegio que un hombre que dedicó lo mejor de su vida para el servicio a la patria allá sido miembro activo de nuestra centenaria asociación y a la vez seguía trabajando para el engrandecimiento de México cuando competía por nuestra asociación en cuanto congreso tuvo ocasión de representarnos; director de la facultad de medicina, además: e impulsor de los programas de salud que al paso venían gestándose en nuestra capital.

Daniel T. Rentería otro socio charro moreliano y primer presidente oficial de la asociación centenaria en 1940, quien sirvió en los altos estratos del servicio público estatal y nacional: hombres derivados de las pugnas revolucionarias que además dotaron y conformaron a las actividades charras como deporte, el cual sigue engrandeciendo a los mexicanos y la prueba de que magnos héroes han engrosado las listas de la charrería, es que  La Federación Nacional de Charros, era el segundo frente del ejército mexicano y las fuerzas armadas; y dispuestos a entrar en batalla se mantenían todos los charros de México si la nación los hubiese requerido para defender nuestra soberanía en el conflicto de la segunda guerra mundial; lo que aún mantienen con su espíritu de tradición y ante el mundo se muestran con gallardía portando el traje nacional cuando la ocasión de competir lo amerita.

La mujer no ha estado exenta de engrosar y formar parte de la charrería, no podía quedarse de lado su participación y dentro de las competencias charras, la figura femenina cobra trascendental presencia en las exhibiciones de las escaramuzas charras, donde electrizan a las multitudes al realizar sus suertes al galope sobre arrogantes corceles en una coordinación que es un poema y han convertido en un arte acopladas al trote de sus cabalgaduras. La histórica primera escaramuza de las amazonas del Rancho Del Charro” la conformaron Leticia Dávalos Valenzuela, Griselda Jurado Chávez, Carlota Carrillo Mier, Inés Ochoa Sáenz, Ma. Guadalupe Trejo, Silvia Aguilar Ríos, Ángeles Oznaya Amezcua y Ma. De Lourdes castro Flores, quienes fueron las pioneras de esta gran tradición.

En la Asociación de Charros de Morelia han existido desde su fundación las reinas que engalanan sus presentaciones y dirigen los destinos de “la comitiva hermosa”; Y los datos que arrojan los registros de la centenaria asociación es que en el año 1939 coronan a su primera reina con el honor a la señorita Alicia Castro Ruiz, aunque existen datos que con antelación ya figuraban los nombres de otras damas, pero extraoficialmente se mencionan a 35 reinas, todas con descendencia directa de socios, que es el requisito indispensable para poder portar esa distinción, además de cumplir con las pruebas que son exigidas para portar tal privilegio; en la actualidad y la reina que tiene el privilegio de engalanar con su presencia todos los actos hoy en día del centenario de la Asociación de Charros de Morelia es la señorita Claudia Pineda Cano, “quien reina” desde 2021 hasta 2022, siendo dos años del gran mayorazgo;  la anterior reina fue Alejandra Carrillo Cano y en forma regresiva Hazdira Ochoa Huerta, después Ana Eliza Cano Trillo,  Sara Maciel Calderón, María Fernanda Carrillo Cano, Claudia Pineda Cano, Lourdes Arreygue Torres, Gabriela Manzur Marín, Olga María Oznaya Merlos, Adriana Novoa Villareal,  o María de La Luz Cano Morales, quien tuvo el privilegio de ser la reina saliente del siglo pasado así como la entrante del presente siglo XXI de 1998 al 2000, ante larga lista retrospectiva de guapas y excelentes miembros de la escaramuza que tuvieron el privilegio de ser las reinas de los charros de esta la tercera asociación de charros en el país, misma que en la actualidad cuenta con 44 socios activos y 2 honoríficos para sumar 46.

La historia de la asociación nos muestra a 20 esforzados y gallardos charros que han tenido el privilegio de ser su presidente, antes de 1940, cuando aún no se constituía oficialmente la primera mesa directiva, allá en los registros del año 1938 figuraba el señor Arturo Chávez Mena, en el escalafón, pero al constituirse ante las autoridades del municipio de Morelia la primer mesa directiva en 1940, el primer presidente oficial fue el señor Daniel T. Rentería y sucesivamente Rafael Campuzano, Agustín Carrillo, Antonio Cano, Salomón Yhamel, Gilberto Villicaña, Pedro Campuzano, José Cabrera, Gilberto Yhamel, Raúl Lemus, Raúl Castro, Hugo Maciel, Gustavo Cabrera, Juan Pineda, Luis E. Campuzano, J. Jesús Salazar, Abraham Trillo, Manuel Cano Rizo y actualmente el presidente por 2021 al 2022 es el señor Eugenio Villalobos Barriga: y un dato para resaltar es que en funciones siendo presidente uno de los mejores charros que ha dado México, el señor Antonio Cano Hernández, falleció dramáticamente en el ejercicio de la charrería, previo a su competencia en el año 1962 en La Piedad, Michoacán, cuando en labores de reconocimiento para la suerte de colas en el lienzo, al arriar su toro y en la carrera este se le cruzó a la cabalgadura, ocasionando el percance donde rodaron bovino, caballo y jinete, accidente que a las pocas horas terminara con la vida de aquel grandioso charro y campeón nacional en las pruebas más difíciles y peligrosas de la charrería. Y en la próxima seguiremos con esta historia, que como dijimos da para escribir libros completos.