Cine y música electrónica en Clavijero: presentan “Intersección de universos”

Este proyecto realizado en colaboración con el Centro de Investigación y Documentación de las Artes está disponible en la Sala 10

Foto: Especial.

Yazmin Espinoza / La Voz de Michoacán

Morelia, Michoacán. Como parte de las actividades audiovisuales del Centro Cultural Clavijero (CCC), Caja de Video presenta el proyecto “Intersección de universos: La experiencia de ver y escuchar ó ver ó escuchar”, en el que coexisten tres DJ’s sets y dos cortometrajes, mismo que tendrá una permanencia hasta el 20 de enero de 2021.

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Este proyecto aborda los temas del cine y la música electrónica y es que, a lo largo de la historia del séptimo arte, en diversas ocasiones el texto cinematográfico debe parte de su éxito al uso específico de la música.

A lo largo de la historia del cine, también ha ocurrido que, gracias a una película, recordamos la música y nos lleva a rememorar recuerdos, anhelos, escenas de vida, aromas y sensaciones. Aunque música e imagen también viven, crecen y se desarrollan por separado, más si nos referimos a estilos musicales específicos y cortometrajes cinematográficos con privilegios en la imagen.

Así, en el proyecto se presentan “Melodic Techno”, de DJ Set Erick Quiñones; “Selva de hierro”, cortometraje de Andrés Alonso; “Dark disco”, DJ Set Adrea Zarco; “Dimensión cero”, cortometraje de Sunya Ratio; y “Electro”, Live Set de Barry Gone.

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Desde el nacimiento del cine en 1985, patentado por los hermanos Lumiére, la música ha estado siempre presente en él, incluso al principio con el cine mudo, ya que el sonoro nació en 1926.

La vía de comunicación entre los pequeños nichos de la música experimental y el audiovisual de masas no ha dejado de intensificarse y, en los últimos meses, se ha consolidado la posición de varios productores que comenzaron a darse a conocer hace una década o más en escenas minoritarias y que han coinfluido en producciones valiosas.

El uso de timbres electrónicos en la música de cine no es algo nuevo, el primer ejemplo conocido lo encontramos en Planeta prohibido, en 1956, película de serie B en la que el matrimonio formado por Louis y Bebe Barron diseñó una imaginativa paleta de texturas frías e inquietantes, para simular el paisaje acústico de un mundo alienígena. Desde entonces, la música como herramienta para ilustrar las imágenes de la gran pantalla ha contado con la colaboración de manera progresiva de las texturas sintéticas, producidas sobre todo en el circuito experimental o independiente.

En palabras de Roberto Morales Ochoa, jefe del Centro de Documentación e Investigación de las Artes de la Secum “el proyecto La escena electrónica en Michoacán es, entre muchas cosas, una muestra de resistencia al confinamiento”.

De acuerdo con el funcionario, la música y el desarrollo de ésta como industria, a partir del COVID-19, perdieron la la parte vivencial durante el actual 2020, conciertos presenciales, escenarios habituales con personas experimentando la música viva. Hoy el desarrollo de la música ha ganadado terreno, porque ahora no solo se vive en magíficos escenarios, conciertos o festivales multitudinarios, sino que se instaura mediante la banda ancha y vive en intimidad con el espectador a través de comunidades virtuales.

“Este ejemplo de producción audiovisual en torno a la música, encontraron cabida y posibilidades de existir en el streaming y las redes sociales, en sofisficados registros multimedia producidos con las más vistosas tecnologías audiovisuales, con el objetivo de mostrar sesiones en lugares inusuales, nunca antes vistos o imaginados; seguir el reto de tocar en tiempo real desde azoteas de edificios, balcones, bibliotecas o ambientes naturales y desolados, todos experimentando y haciendo frente a una época difícil, un 2020 que ofreció múltiples retos y puntualizó una interrogante al orden establecido, no solo en la música, sino también en el mundo”.

Sostiene que “La escena electrónica en Michoacán” es una producción que genera una cápsula de tiempo, un registro dearrollado con buen ánimo y voluntad de colaborar, de la mano de tres DJ exponentes de la producción en nuestro estado y mostrando de manera individual su trabajo.

Destacó que el proyecto tiene como propósito hacer de la producción musical un objeto museable, no bajo una exploración formal o metodológica, sino desde el punto de vista de la experiencia de la música por la música, que toma como escenario uan sala de museo.

“La sensación es de un entorno desolado que nos rememora al momento en que vimos el mundo a través de los dispositivos y pantallas planas; salas y espacios arquitectónicos habitando en confidencia con la música y explotando en los sentidos, llegando a nosotros en las plataformas del mass- media”.