Para el encierro, punk en el celuloide mexicano: estigmas y visiones divergentes

Para entender un poquito si no estás muy relacionado con el tema, o si lo estás pero quieres revisitar ciertos materiales, te recomendamos algunas cintas que puedes ver en YouTube.

Foto: Internet.

Jorge Ávila / La Voz de Michoacán

Morelia, Michoacán. En 1971, la revista Creem usó el término “Punk Rock” para tratar de catalogar a la banda Question Mark & the Mysterians. El sonido de esta banda, que soy se relacionaría más con el Garage Rock, era distinto al de lo que se había escuchado antes: más rápido y crudo. Creem tuvo que buscar una nueva descripción para esta sui generis banda de Michigan conformada por integrantes de origen mexicano, y cuyo vocalista, además de una imagen estrambótica, abiertamente gay. Por eso es como si el punk y México estuvieran destinados a unirse desde el principio.

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Pero el punk mexicano es muy distinto y a la vez parecido al punk estadounidense o inglés. Con un origen que data desde la primera década del siglo XX con el movimiento dadaísta, el punk se fue gestando hasta que nació formalmente en los años 70. En México la cultura es tan grande que es casi imposible abarcarla en su totalidad.

Para entender un poquito si no estás muy relacionado con el tema, o si lo estás pero quieres revisitar ciertos materiales, te recomendamos algunas cintas que puedes ver en YouTube.

“La década podrida: 10 años de punk en México”, imprescindible

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Los movimientos sociales en nuestro país siempre han pasado por momentos donde se trata de desestabilizarlos o ridiculizarlos de alguna forma, como las manifestaciones feministas y la polarización que causaron.

Y aunque en años recientes podría decirse que hay una mayor “tolerancia” a las manifestaciones, se siguen implementando los grupos de choque en medio de movilizaciones pacíficas o colectivos que no hacen más que existir dentro de su propio entorno y tienden a ser violentados, tal y como pasó hace más de 10 años con los emos.

Eso no es nuevo, obviamente, muchas personas que crecieron en los 60, 70, 80 y hasta los 90, podrán asegurar que las experiencias que tenemos en la actualidad son un poco más “soft” en comparación con los estigmas sociales que dominaban la sociedad, sobre todo a nivel cultural, como el taxista de Morelia que en la década de los 90 atropelló a un adolescente de forma deliberada sólo porque le hizo la parada vestido como cholo.

El rock siempre estuvo rodeado de mitos y leyendas, donde a sus seguidores se les tachaba de vagos y marihuanos, y ni se diga lo que vino con las vertientes que se desprendieron a partir de dicha etiqueta con la generación de los darketos y punks.

Ser o no ser un freak siempre será señalado en la sociedad, pero en países como el nuestro estas situaciones se han vivido con un enfoque más crudo, donde ser freak no es una etiqueta para definir una moda, sino que movimientos como el punk realmente se refugiaron en las dolencias y carencias por las que pasaba la juventud en medio de uno de los peores gobiernos que nos ha tocado, con un México en escombros tras el terremoto del 85.

Hablar sobre ese momento sin haberlo vivido puede ser complicado, por lo que tener acceso a documentales que nos muestren al natural lo que pasaba en una época donde el punk era una postura contestataria que exigía a gritos sus derechos, siempre será vital para tener una visión de la realidad y analizar los cambios por los que ha atravesado la sociedad.

Uno de los mejores documentos audiovisuales que existen al respecto es “La década podrida”, una narrativa de 50 minutos que exhibe los retos y las dificultades a las que se enfrentaron los punks en México durante 1985 y 1995.

“Sábado de mierda”: todo está podrido

“Sábado de mierda” (1988) retrata la escena punk de la zona metropolitana del Valle de México durante la convulsa década de los 80. Chamarras de cuero, pantalones ajustados, copetes altos, drogas, disturbios y música de los Sex Pistols ilustran el “nosotros somos punks porque estamos renegando ante todo”.

Es un cortometraje de 24 minutos que tiene como protagonistas a los Mierdas Punk, una pandilla real de Ciudad Neza. Está construido a partir de material documental y se completa con algo de ficción para darle sentido a la trama. Originalmente se grabó en 1985, pero se presentó hasta 1988.

Bajo la dirección de Gregorio Rocha Valverde se muestra la forma de pensar, sentir y actuar de la juventud que adoptó al punk como forma de vida: del slam en las tocadas clandestinas a las peleas en la calle; de la complicidad al vandalismo.   

“La neta, no hay futuro”: cargar con el estigma

Estrenado en 1988, este documental retrata el día a día de unos chavos banda que limpian parabrisas en la Ciudad de México.

En el video, los chavos lamentan el estigma que se les ha colgado, pues incluso si no consumen drogas, la Policía se las quiere encontrar a punta de patadas, y si se juntan en banda, no es para golpear gente, es por mero sentido gregario, hacer chido el coto, cuidarse unos a otros y hacer más llevadero el día a día en una ciudad que no se cansa de patearlos, marginarlos y relegarlos a la eterna mal pagada clase trabajadora.

“La escena punk en México”: conciencia política y enfoque de género

Este documental de 1994 se centra en el movimiento anarco-punk mexicano de principios de los noventa, y aborda la relación del punk con el anarquismo, la participación cada vez más amplia de los colectivos anarquistas juveniles, la causa feminista dentro de estos colectivos y las formas de difundir las ideas libertarias. Muy distinto a los punks de los 80, que vivían y a veces sobrevivían en ciudades perdidas de la capital, los punks de este documental son universitarios y por eso han sabido canalizar su inconformidad hacia la difusión de ideas.

“Nadie es inocente”: “La mierda que vivimos nos margina más y más”

Otro retrato de 1987 de los punks de la periferia protagonizado por ellos. Sus reflexiones sobre el barrio mugriento, de casas pequeñas y con pulgas “pero bien comoditas”, la banda que hace reventones pero también defiende su colonia. Jóvenes para los que el amor no existe y piensan en eso después de buscar ropa o algo de valor en el basurero.

Esos son los hijos del desarrollo urbano desmedido; los que nacen, crecen y quizá dejen la vida en el cinturón de miseria que los arrojó al mundo.

“Intrépidos punks”: parodia desde el miedo

En 1980 el punk se gestaba en México, y al igual que los hippies a finales de los 60, la sociedad mexicana les tenía miedo, por eso se hicieron decenas de películas sobre punks que parecieran más bien salidos del universo “Mad Max” que de los caleidoscópicos ecosistemas urbanos de México.

Chavas punks que parecen cabareteras mientras asaltan bancos, policías judiciales honestos que luchan contra la amenaza motorizada. La película, siendo un intento de cinta de drama y acción, se vuelve una comedia involuntaria, como antecedente de El Flanagan, el personaje con el que Héctor Suárez satirizó a los jóvenes de la época.

Jorge Ávila / La Voz de Michoacán

En 1971, la revista Creem usó el término “Punk Rock” para tratar de catalogar a la banda Question Mark & the Mysterians. El sonido de esta banda, que soy se relacionaría más con el Garage Rock, era distinto al de lo que se había escuchado antes: más rápido y crudo. Creem tuvo que buscar una nueva descripción para esta sui generis banda de Michigan conformada por integrantes de origen mexicano, y cuyo vocalista, además de una imagen estrambótica, abiertamente gay. Por eso es como si el punk y México estuvieran destinados a unirse desde el principio.

Pero el punk mexicano es muy distinto y a la vez parecido al punk estadounidense o inglés. Con un origen que data desde la primera década del siglo XX con el movimiento dadaísta, el punk se fue gestando hasta que nació formalmente en los años 70. En México la cultura es tan grande que es casi imposible abarcarla en su totalidad.

Para entender un poquito si no estás muy relacionado con el tema, o si lo estás pero quieres revisitar ciertos materiales, te recomendamos algunas cintas que puedes ver en YouTube.

“La década podrida: 10 años de punk en México”, imprescindible

Los movimientos sociales en nuestro país siempre han pasado por momentos donde se trata de desestabilizarlos o ridiculizarlos de alguna forma, como las manifestaciones feministas y la polarización que causaron.

Y aunque en años recientes podría decirse que hay una mayor “tolerancia” a las manifestaciones, se siguen implementando los grupos de choque en medio de movilizaciones pacíficas o colectivos que no hacen más que existir dentro de su propio entorno y tienden a ser violentados, tal y como pasó hace más de 10 años con los emos.

Eso no es nuevo, obviamente, muchas personas que crecieron en los 60, 70, 80 y hasta los 90, podrán asegurar que las experiencias que tenemos en la actualidad son un poco más “soft” en comparación con los estigmas sociales que dominaban la sociedad, sobre todo a nivel cultural, como el taxista de Morelia que en la década de los 90 atropelló a un adolescente de forma deliberada sólo porque le hizo la parada vestido como cholo.

El rock siempre estuvo rodeado de mitos y leyendas, donde a sus seguidores se les tachaba de vagos y marihuanos, y ni se diga lo que vino con las vertientes que se desprendieron a partir de dicha etiqueta con la generación de los darketos y punks.

Ser o no ser un freak siempre será señalado en la sociedad, pero en países como el nuestro estas situaciones se han vivido con un enfoque más crudo, donde ser freak no es una etiqueta para definir una moda, sino que movimientos como el punk realmente se refugiaron en las dolencias y carencias por las que pasaba la juventud en medio de uno de los peores gobiernos que nos ha tocado, con un México en escombros tras el terremoto del 85.

Hablar sobre ese momento sin haberlo vivido puede ser complicado, por lo que tener acceso a documentales que nos muestren al natural lo que pasaba en una época donde el punk era una postura contestataria que exigía a gritos sus derechos, siempre será vital para tener una visión de la realidad y analizar los cambios por los que ha atravesado la sociedad.

Uno de los mejores documentos audiovisuales que existen al respecto es “La década podrida”, una narrativa de 50 minutos que exhibe los retos y las dificultades a las que se enfrentaron los punks en México durante 1985 y 1995.

“Sábado de mierda”: todo está podrido

“Sábado de mierda” (1988) retrata la escena punk de la zona metropolitana del Valle de México durante la convulsa década de los 80. Chamarras de cuero, pantalones ajustados, copetes altos, drogas, disturbios y música de los Sex Pistols ilustran el “nosotros somos punks porque estamos renegando ante todo”.

Es un cortometraje de 24 minutos que tiene como protagonistas a los Mierdas Punk, una pandilla real de Ciudad Neza. Está construido a partir de material documental y se completa con algo de ficción para darle sentido a la trama. Originalmente se grabó en 1985, pero se presentó hasta 1988.

Bajo la dirección de Gregorio Rocha Valverde se muestra la forma de pensar, sentir y actuar de la juventud que adoptó al punk como forma de vida: del slam en las tocadas clandestinas a las peleas en la calle; de la complicidad al vandalismo.   

“La neta, no hay futuro”: cargar con el estigma

Estrenado en 1988, este documental retrata el día a día de unos chavos banda que limpian parabrisas en la Ciudad de México.

En el video, los chavos lamentan el estigma que se les ha colgado, pues incluso si no consumen drogas, la Policía se las quiere encontrar a punta de patadas, y si se juntan en banda, no es para golpear gente, es por mero sentido gregario, hacer chido el coto, cuidarse unos a otros y hacer más llevadero el día a día en una ciudad que no se cansa de patearlos, marginarlos y relegarlos a la eterna mal pagada clase trabajadora.

“La escena punk en México”: conciencia política y enfoque de género

Este documental de 1994 se centra en el movimiento anarco-punk mexicano de principios de los noventa, y aborda la relación del punk con el anarquismo, la participación cada vez más amplia de los colectivos anarquistas juveniles, la causa feminista dentro de estos colectivos y las formas de difundir las ideas libertarias. Muy distinto a los punks de los 80, que vivían y a veces sobrevivían en ciudades perdidas de la capital, los punks de este documental son universitarios y por eso han sabido canalizar su inconformidad hacia la difusión de ideas.

“Nadie es inocente”: “La mierda que vivimos nos margina más y más”

Otro retrato de 1987 de los punks de la periferia protagonizado por ellos. Sus reflexiones sobre el barrio mugriento, de casas pequeñas y con pulgas “pero bien comoditas”, la banda que hace reventones pero también defiende su colonia. Jóvenes para los que el amor no existe y piensan en eso después de buscar ropa o algo de valor en el basurero.

Esos son los hijos del desarrollo urbano desmedido; los que nacen, crecen y quizá dejen la vida en el cinturón de miseria que los arrojó al mundo.

“Intrépidos punks”: parodia desde el miedo

En 1980 el punk se gestaba en México, y al igual que los hippies a finales de los 60, la sociedad mexicana les tenía miedo, por eso se hicieron decenas de películas sobre punks que parecieran más bien salidos del universo “Mad Max” que de los caleidoscópicos ecosistemas urbanos de México.

Chavas punks que parecen cabareteras mientras asaltan bancos, policías judiciales honestos que luchan contra la amenaza motorizada. La película, siendo un intento de cinta de drama y acción, se vuelve una comedia involuntaria, como antecedente de El Flanagan, el personaje con el que Héctor Suárez satirizó a los jóvenes de la época.