Danzas de Santa Fe en honor al Niño Dios: una tradición ancestral viva en el pueblo purépecha

Con danzas que inician la media noche del 7 de enero y concluyen el 9 de enero por la mañana, habitantes de Santa Fe de la Laguna celebran de forma especial el nacimiento del Niño Dios.

Foto: Cortesía, Juan Carlos Cortés Máximo.

Juan Carlos Cortés Máximo, colaborador / La Voz de Michoacán

Cada año, el 7 y 8 de enero, Santa Fe de la Laguna celebra de forma especial el nacimiento del Niño Dios. Grupos de danzantes, denominados por sus características, como Xenchekicha, T’aretskuecha y T’are ampakiticha se disponen a bailar en la casa del carguero del Niño Dios. Las danzas inician antes de la media noche del día 7 de enero y continúan hasta altas horas de la madrugada; después de un descanso, nuevamente salen el 8 de enero y por lo general concluyen el 9 de enero por la mañana, aunque al medio día aún se le ve deambular por las calles.

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Los Xenchekicha, T’aretskuecha y T’are ampakiticha recorren las calles del pueblo al son de la música. En principio, deben visitar y danzar en la casa de los cargueros del Niño Dios. Luego de ello, se dirigen a bailar al hospital o Iurixo como se le conoce a la capilla de la Virgen del Rosario, quien en sus brazos sostiene otra imagen del Niño Dios. Los danzantes continúan su recorrido hacia la plaza de la comunidad donde son recibidos por los Jefes de Tenencia y los integrantes del Comisariado de Bienes Comunales. Por su parte, el común del pueblo de Santa Fe se congrega en la plaza o bien en la casa del carguero para observar los peculiares pasos dancísticos y la originalidad de su vestuario.

Foto: Cortesía, Juan Carlos Cortés Máximo.

Posterior a que los grupos se presentan en la plaza, se dirigen a bailar en las casas de las familias que así lo solicitan. Es norma que la familia que invita a los grupos danzantes, cuente con una mujer soltera, a quien se dedica la danza. Para que el grupo danzante acuda a la casa de quien lo pide, la familia suele hacer la invitación, llevando y ofreciendo cigarros al principal de los danzantes. Así, durante el 7 y 8 de enero, el pueblo de Santa Fe realiza una fiesta de convivencia interfamiliar y comunal a través de los tres grupos de danzantes.


Xenchekicha

Al caer la noche del 7 de enero, dos o más grupos de Xenchekicha, integrados por 4 personas o más, compuestos por sólo varones o bien por hombres y mujeres se dirigen a la casa del carguero del Niño Dios. Dichos grupos se distinguen por su vestimenta, elaborada con trapos viejos, costales, plásticos, entre otros elementos del traje regional. También portan máscaras que representan seres imaginarios o figuras zoomorfas que les sirven para mantener el anonimato. Los personajes que representan son variables, entre ellos, podemos identificar músicos, viejos, mujeres, pareja de novios y, en general, acompañantes que bailan y juegan ante la peculiar ejecución musical. Xenchekicha deriva de la raíz verbal xencheni que significa temblar. Estos tienen la cualidad de que cuando entran en interacción con los Teruncheticha (cargueros superiores), los ureticha (semaneros), los juramuticha (Jefes y Representantes del Comisariado de Bienes Comunales) y con los achaecha (señores) de las casas, repentinamente hacen temblar su cuerpo que, por su peculiar movimiento corporal, se les identifica como Xenchekicha.

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Foto: Cortesía, Juan Carlos Cortés Máximo.

Los Xenchekicha, o al menos dos de ellos, cuentan con el don de la palabra y en la comunicación que sostienen con los cargueros, autoridades y señores, suelen jugar, a través de la palabra, emitiendo una suerte de retos y bromas en torno a personajes y tradiciones de la comunidad, incitando a los cargueros a ser parte del juego. La finalidad de los Xenchequicha es provocar de manera lúdica la hilaridad entre los presentes. Es probable que, en tiempos primigenios, cuando ocurrió el contacto entre los p’urhepecha y los “conquistadores”, los Xenchequicha hayan simbolizado a los dioses del panteón religioso prehispánico de los antiguos michoacanos. De modo que, cuando los Xenchekicha aparecían en escena en la casa del Niño Dios y en la capilla del hospital, dialogaban y negociaban con los dioses cristianos.


T’aretskuecha

Otro de los grupos danzantes se identifica como T’aretskuecha, conformada por diferentes bailadores, encabezados por los que antiguamente representaban a los reyes magos: Melchor, Gaspar y Baltazar. Los danzantes portan vestimentas de túnicas largas y los rostros los cubren con capuchas de tela blanca. T’aretskua deriva de la palabra t’aretsï o t’aresï que significa deidad, kua es un morfema que sustantiva la raíz. De manera que t’aretskua es “aquel que tiene la condición de deidad”, al agregarse la partícula cha (t’aretskuecha) se pluraliza traduciéndose como: “las deidades”. Antiguamente ante el llamado del cura de participar en la escenificación de la adoración del Niño Dios, los señores y los jóvenes de las casas-linajes de Santa Fe, es muy probable que representaran a su respectiva T’aretskua, la deidad que resguardaba su casa.


T’are ampakiticha

Otro grupo de danzantes que participan en la celebración con motivo del nacimiento del Niño Dios, son los T’are ampakiticha. Éstos portan túnicas de colores brillantes que antiguamente representaban a los “reyes magos”. La diferencia respecto de los T’aretskuecha, es que los ampakiticha tienen vestimentas vistosas y llamativas, con botones al frente; además, a la altura del pecho llevan una “máscara de barro”, la cual representa a un hombre adulto con barba y tez blanca. Esta máscara muestra las facciones de la cultura europea, en particular de los reyes magos. Esto significa que algunos señores y jóvenes que participaron en la teatralización de la adoración de los reyes magos, asumieron no sin ambigüedades, las creencias católicas. Estos T’are se distinguieron como ampakiticha, para diferenciarse de los T’aretskuecha que no se convencían y dudaban de los dioses católicos. Ya dijimos que T’aresï se entiende como “aquel que tiene la condición de deidad” que, agregando la palabra ampakiticha, se puede traducir como las “deidades buenas”.

Los T’are ampakiticha se hacían acompañar por una mujer “con un rebozo en que escondía el rostro y un sombrero de hombre sobre su cabeza”. Esta mujer hace unos años se le llamaba marikukata (aquel que está vestido como la Virgen). En realidad, no se trataba de una mujer, sino de un hombre vestido como mujer, quien baila con los T’are ampakiticha. Si se aprecia la danza, se advierte como si estos t’are quisiesen mostrar que bailan en honor a la marikukata, aunque el fin último, es bailarle al Niño Dios. De modo que los T’are ampakiticha simbolizan a los nativos convertidos al catolicismo, a diferencia de los T’aretskuecha, que se mostraban titubeantes ante los dioses católicos.

Por otra parte, si se aprecia la ejecución de la danza, en particular el movimiento de los pies, los brazos y el desplazamiento corporal del bailador, es como si el T’are ampikiti imitara e hiciera ver que se trata de los movimientos peculiares del águila (uakusï) que, al descender en un punto de la superficie, mueve sus alas y sus patas a un costado y enfrente, y su cabeza la inclina y la mueve a los lados. De modo que, es probable que los T’are ampakiticha también representaran a las águilas, mismas que a su vez, constituían la advocación de Curícaueri. Así que cuando los t’are ampakiticha aparecían en escena dancística no era más que la simbolización de las antiguas deidades, mismas que entraban en choque y diálogo con la marikukata (la Virgen) y con el Niño Dios. De manera que los antiguos habitantes de Santa Fe no asumieron las ideas católicas en forma literal, por ejemplo, que acudieran al Niño Dios a llevarle presentes, sino que se trasladaron al encuentro, a través del baile y emitiendo chiflidos. Hoy en día, los ejecutantes de este baile sostienen que cuando se visita a la casa del carguero (Teruncheti) en donde se resguarda al Niño Dios, o la casa que solicite la presencia de los T’are ampakiticha, la interacción que se da entre éstos y el carguero o casero, se torna en un juego y en una convivencia.


Para finalizar

En suma, la comunidad de Santa Fe de la Laguna a través de sus Xenchekicha, T’aretskuecha y T’are ampakiticha celebran el nacimiento del Niño Dios. Antes de la llegada de los castellanos, los Xenchequicha y su atributo de xencheni (temblar) era propio de determinada deidad. Los Xenchekicha en su acción de hacer temblar, y el uso de máscaras de dimensiones mayores a los humanos, además figuras de animales, no hacían más que representar a sus antiguas deidades. Los habitantes de Santa Fe personificaron a los “reyes magos” que, de acuerdo a la tradición católica, fueron a conocer y hacer regalos al Niño Dios. Pero no sólo participaron representando a los reyes magos, también mostraron la fuerza de sus antiguas deidades de casa, los T’aretskuecha, haciéndolos participe en el encuentro con el Niño Dios. Por su parte, los T’are ampakiticha fueron aquellos señores y jóvenes que abrazaron el catolicismo, no sin ambigüedades en virtud de que su corporalidad dancística hacía ver los movimientos peculiares del águila, una de las advocaciones de Curícaueri.