De cine emblemático a teatro inconcluso: el Cine Colonial

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Arturo Molina/ La Voz de Michoacán

 

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Morelia, Michoacán. El antiguo Cine Colonial de Morelia, emblemático espacio de convivencia y rituales de cortejo de las parejas de la segunda mitad del siglo XX, pasó de ser un recuerdo agradable para muchos, a ser un espacio donde privan los rumores de corrupción con el intento de construcción del Teatro Mariano Matamoros.

El cine colonial al igual que sus contemporáneos como el Morelos, Eréndira, Rex, El cine del Río y el de la calle Abasolo fue de la misma estructura y concepto; de permanencia voluntaria intermedios y salas enormes que albergaron a decenas de miles de jóvenes y no tan jóvenes dela creciente Morelia.

El estallido demográfico que presentó Morelia a partir de los años cincuenta, la llegada de más personas de diversos puntos del país, lo que permitió a este y otros cines de este tipo mantenerse con vida por más de 30 años y continuar con un crecimiento de la clientela, la venta de dulces y las tradicionales palomitas.

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Al estar ubicado justo en el corazón del Centro Histórico de Morelia, este cine se convirtió en uno de los puntos obligados para los sábados o domingos de la creciente clase media de la cada vez más moderna Ciudad de la Cantera Rosa.

Permitió a los michoacanos y a la población de Morelia en lo particular el explorar y conocer películas nacionales e internacionales con actores de la talla de Pedro Infante, Jorge Negrete, e incluso las películas de la creciente industria estadounidense que para esos años, ya comenzaba a expandirse por todos los rincones del mundo.

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El predio principal originalmente fue una casa habitación edificada a principios del siglo XVIII con todos los detalles del estilo barroco y el uso de la tradicional cantera rosa,  que después de pasar por varios propietarios tras ventas y subastas fue demolida casi en su totalidad en 1938 para construir el Cine Colonial a principios de la década de los cincuentas.

Las temáticas que se proyectaron en la sala del cine, eran muy variadas, desde melodramas, cintas cómicas hasta la exposición más íntima de la cultura mexicana a través de historias ambientadas en la revolución mexicana posteriormente mostrando la esencia de nuestras costumbres con el clásico estereotipo del charro mexicano, produciendo filmes que fueron evolucionando hasta una década mágica que toma de contexto a la misma Ciudad de México en los años 50’s con sus pachucos, danzones y cabarets.

Pese  a haber sido uno de los centros de convivencia social durante décadas en Morelia por excelencia, con la llegada y diversificación de la televisión el auge de los cines de Morelia y de México decayó para finales de los años setentas y principios de los ochentas. También la caída en picada de la popularidad del cine mexicano, trajo consigo la deserción de fanáticos de la época.

Al igual que todos los cines contemporáneos, el cine Colonial no soportó la crisis y  cerró sus puertas en los años ochenta. El cine como negocio y punto de encuentro, reaccionó hasta la comercialización de nuevos contenidos extranjeros, así como la adopción de multicinema, distribuido en diversas salas que dieron la posibilidad de ofrecer distintas películas a la vez.

Al quedar en desuso, el viejo Cine Colonial dejó a su paso un enorme espacio vacío y confinado, una característica inusual en el saturado tejido urbano del centro histórico de la ciudad, con el potencial de albergar una estructura al interior del antiguo cascarón que hiciera posible los nuevos requerimientos.

De toda la estructura solo se conservó a fachada del portal con siete arcos y la fachada del segundo piso de la casa original con algunas modificaciones del siglo XIX, delimitando con nuevos muros medianeros todo el solar.

Luego de que inició la remodelación del teatro en el año 2008 y con el cierre de los portales que sostienen la fachada externa, se tenía la intención de que el inmueble volviera a su máximo esplendor durante los festejos del bicentenario de la Independencia de México.

El fallido Teatro del Bicentenario tiene en su haber, cientos de millones de pesos extraviados, 8 años de retraso y aún no cuenta con una fecha para ser concluido. Asimismo, el proyecto original que contemplaba un espacio de lujosos acabados y fino estilo barroco fue reducido a que se instale solo “lo funcional”.