Jiquilpan, donde los franceses derrotaron a México dos años después de la Batalla de Puebla

Aunque en Puebla la gesta culminó con una victoria, en Jiquilpan, los franceses sí derrotaron a las fuerzas mexicanas

José Luis Ceja / La Voz de Michoacán

Jiquilpan, Michoacán. Con una breve reseña histórica y los honores al Lábaro Patrio, el Ayuntamiento de Jiquilpan llevó a cabo los eventos conmemorativos al 160 aniversario de la Batalla de Puebla, en la que el Ejército de Oriente derrotó al Ejército francés al mando del conde de Lorencez, durante la segunda intervención francesa en México.

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En el evento participaron instituciones educativas de nivel básico y media superior, quienes estuvieron a cargo de las actividades cívicas y una pequeña poesía alusiva la gesta bélica del 5 de mayo de 1862. La reseña histórica estuvo a cargo del regidor de Educación de este municipio, Ángel Vargas, quien recordó a los asistentes el día que “las armas nacionales se cubrieron de gloria” tras la derrota al considerado el mejor ejército del mundo.

De lo general a lo particular entre mexicanos y franceses

La Batalla de Puebla fue un combate librado el 5 de mayo de 1862 en las cercanías de la ciudad de Puebla, durante la segunda invasión francesa a México. El pueblo mexicano se enfrentó bajo el mando del general Ignacio Zaragoza al Ejército del Segundo Imperio francés, dirigido por Charles Ferdinand Latrille.

“En la batalla del 5 de mayo, el mando francés concentró su esfuerzo en el Fuerte de Guadalupe, por lo que lanzó un primer embate a este punto. A pesar de la superioridad en armamento de las fuerzas de Lorencez, y el apoyo de militares del bando conservador mexicano, estos fueron detenidos por las tropas nacionales. El ataque francés hacia el Fuerte de Guadalupe se repitió dos veces más, sin embargo, los soldados mexicanos lograron rechazarlos en ambas ocasiones y provocar con ello la retirada francesa”, destacó el orador oficial de este evento.

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El conflicto armado surgió como consecuencia de la grave crisis que dejó la Guerra de Reforma, los estragos de la guerra y la negativa de los conservadores y la Iglesia de apoyar la reconstrucción económica del país, así como de otorgar préstamos al gobierno liberal, lo que llevó al gobierno de Benito Juárez en julio de 1861 a solicitar un plazo de dos años para el pago de deudas originada entre liberales y conservadores, situación que fue rechazada por Francia, Inglaterra y España, firmando la Convención de Londres, donde acordaron enviar militares a México.

Ante las amenazas, Juárez invitó a resolver la situación mediante un diálogo diplomático entre las naciones, y el entonces secretario de Relaciones Exteriores, Manuel Doblado, logró que tanto España como Inglaterra se desistieran del pacto de guerra, asentando los acuerdos en los Tratados de La Soledad, donde el gobierno mexicano se comprometió a realizar los pagos correspondientes. Sin embargo, el gobierno francés, con su afán expansionista y aprovechando la delicada situación en la que se encontraba el país, no cumplió con lo pactado y comenzó una invasión armada en México en abril de 1862.

En Puebla se gana, en Jiquilpan se pierde la batalla

En abril de 1862, el Ejército francés desembarcó en el Puerto de Veracruz para emprender la campaña militar al centro del país. Fue el 5 de mayo de ese año que el general Ignacio Zaragoza, al mando de cerca de 5 mil hombres, entre los que se encontraba un nutrido grupo de guerreros zacapoaxtlas de las Guardias Nacionales de Puebla, que se encargaron de guarnecer las trincheras exteriores de los fuertes de Loreto y Guadalupe.

El periodo histórico que se conoce como la Segunda Intervención Francesa en México o la Guerra Franco-Mexicana de 1861 a 1867 tuvo también ecos en la región de la Ciénega de Chapala, concretamente en el municipio de Jiquilpan. Antes del 21 de noviembre de 1864, el general de División José María Arteaga ordenó a los generales de Brigada Leonardo Ornelas y Pedro Rioseco que, en unión del general Zepeda, atacaran en la población de Jonotepec, Jalisco, al contraguerrillero Rito Sabalsa, que tenía 200 hombres de artillería y 80 artilleros del teniente Barberi, que estaban en ese lugar.

En Jonotepec, los generales Rioseco y Ornelas lograron la victoria, dejaron 60 muertos e hicieron prisioneros a 80 artilleros zuavos. Después de la batalla, el Ejército mexicano se trasladó a la región de Jiquilpan y se distribuyó en los lugares cercanos, entre estos la Loma de La Trasquila. Se refiere que toda la noche del 21 estuvo lloviendo torrencialmente reinando profunda oscuridad, mientras tanto el coronel francés Justin Clinchant avanzaba a Jiquilpan con mil 200 hombres, entre los que se encontraban 400 contraguerrilleros de Rito Sabalsa y Remigio Tovar.

En la madrugada del 22 de noviembre de 1864, la avanzada del Ejército Mexicano que acampaba en La Trasquila oyó el ruido de fuerzas armadas que atravesaban las milpas y avisaron al general Pedro Rioseco, que al acudir corriendo a caballo desde el lugar en que acampaba fue muerto de un lanzazo por un zuavo francés.

El Ejército invasor avanzó hasta las primeras casas del pueblo, donde estaba el general Leonardo Ornelas, quien combatió con bravura al invasor hasta caer muerto de su caballo, después de esto los franceses y los aliados mexicanos penetraron en Jiquilpan para sorprender al resto del Ejército republicano.

El motivo que ocasionó en gran parte la derrota de los republicanos en la Loma de la Trasquila fue que los artilleros zuavos que traían prisioneros desde Jonotepec, al advertir la presencia de sus compañeros que atacaban, se apoderaron de las piezas de artillería, emplazándolas contra los mismos mexicanos que los traían prisioneros.