Danza de Tumbis en Ichupio, en la que los jóvenes la ofrecen como sacrificio o agradecimiento

Ichupio es un pueblo muy bello, a las orillas del Lago de Pátzcuaro, donde cada una tiene su pequeña parcela, hortalizas, plantas de chiles, árboles frutales, un paisaje privilegiado…

Texto de Erandi Avalos
Fotos de Pablo Aguinaco

Afortunadamente todavía hay muchas comunidades de pueblos originarios que conservan tradiciones vivas, llenas de riqueza cultural. Así ocurre en Ichupio, un pueblito del Municipio de Tzintzuntzan, que goza de una hermosa vista al Lago de Pátzcuaro. Ahí se celebra el 24 y 25 de diciembre, y el 6 y 7 de enero, la Danza de Tumbis de Ichupio. Tumbi significa “joven” en p´urhépecha, ya que los danzantes son principalmente niños desde cuatro años hasta jóvenes casaderos. La indumentaria de las mujeres es la tradicional de las solteras y lo mismo usan los varones disfrazados de chicas, llamados Maringuias. Los chicos van de manta bordada y cuatro fajas de telar de cintura, de Cuanajo, con sus morrales de ixtle y huaraches de tabla, para zapatear sabroso.

Jesús Estanislado Reyes, cuenta cómo se organizan y cómo todo el pueblo participa, algunos ofrecen la danza como sacrificio o como agradecimiento a favores recibidos. Las limosnas que recaudan danzando en cada una de las casas de la comunidad, son usadas para las necesidades del Templo. Señala que sus tradiciones los mantienen unidos e invita a todos a ir a conocer su querido pueblo. José Camilo Aparicio, quien estudió en Morelia, pero decidió regresar a Ichupio por la calidez y calidad de vida que se tiene en el pueblo, tan diferente a la capital, tiene más de quince años danzando y actualmente representa el papel de K´eri. Comenta que para él es un gusto participar ya que con el ejemplo fomenta que los más jóvenes continúen con la tradición, estrategia que ha funcionado según el testimonio de la señora Josefina Reyes quien cuenta que cada año son más los danzantes.

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Parte medular de la danza es la música, ejecutada por la Orquesta Familiar “Sentimiento”, fundada por el octogenario artesano Don Esteban Reyes, en honor a su maestro Tata Pedro Dimas Aparicio, reconocido músico y compositor nacido en 1934 en Ichupio, quien fundó la Orquesta “Mirando al Lago”, y compuso, entre muchos otros, los sones: Mirando al lago, Son de Ánimas, Joven bailador, Gabancito o caracol y Flor de Nochebuena. Este artista falleció en el 2021, dejando un gran legado a su tierra natal. Don Esteban Reyes, quien antes era únicamente danzante, decidió ser músico autodidacta para continuar con la tradición de su maestro y ha enseñado a sus hijos y nietos los sones que compuso Tata Pedro Dimas para la Danza de Tumbis. Platica con nostalgia que antes pescaba en el Lago de Pátzcuaro, a quien se refiere como “la laguna que era su madre”, porque “de ella vivían e incluso bebían el agua, de tan limpia que era, porque en ese entonces únicamente había letrinas y no el drenaje que ahora desemboca en el lago”. Una de sus nietas, la joven Margarita, toca el violín en la orquesta y explica que para ella es muy importante ser parte de esta celebración, a pesar del cansancio que implica el tocar dos días seguidos desde el amanecer hasta ya bien entrada la noche, visitando cada casa del pueblo.

Ichupio es un pueblo muy bello, a pesar de que ya no todas las casas son tradicionales cada una tiene su pequeña parcela, hortalizas, plantas de chiles, árboles frutales, un paisaje privilegiado, aire limpio, gente amable y la inteligencia de conservar una sociedad sana y alegre, orgullosa de sus tradiciones y su identidad.

Erandi Avalos, historiadora del arte y curadora independiente con un enfoque glocal e inclusivo. Es miembro de la Asociación Internacional de Críticos de Arte Sección México y curadora de la iniciativa holandesa-mexicana “La Pureza del Arte”. erandiavalos.curadora@gmail.com

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