De las posibilidades de una narrativa viva

Este libro, apunta, desde una perspectiva feminista y de género está cuestionando tal determinismo: “La objetividad no existe, contamos desde quien somos.

Adriana Sáenz Valadez, doctora en Humanidades de la Facultad de Filosofía de la UMSNH.

Víctor E. Rodríguez Méndez

“La escritura”, se lee en la presentación de Las nicolaitas cuentan. Reflexiones y experiencias a lo largo del confinamiento por COVID-19, “en su íntima relación con las posibilidades creadoras del sí mismo, abre horizontes de autocomprensión y permite realizar exégesis de lo vivido”. Adriana Sáenz y Rebeca Anelí Rueda coordinadoras del libro, asientan que mediante “el rumiar la experiencia surge la palabra que expresa la imagen que brinda el espejo de la autobservación”.

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Coeditado por CONAHCYT, la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y Silla vacía Editorial, Las nicolaitas cuentan es un compendio de “retratos” creados a partir de géneros heterogéneos: cartas, ensayos, poesía, obra de arte a través de imágenes.

A partir del proyecto de Ciencia Aplicada INMUJERES-CONAHCYT: Ciencia, Justicia y paridad. Reflexiones y propuestas desde la UMSNH, en diversos momentos de 2021 y 2022, diez académicas universitarias entablaron un proceso de trabajo en el que buscaban comprender la relación de sus pares nicolaitas con los sistemas de evaluación, el poder, el liderazgo, la familia, la salud y la enfermedad. El proyecto de investigación buscaba atender la situación específica de la UMSNH con una visión de género transdisciplinar.

Adriana Sáenz Valadez, doctora en Humanidades de la Facultad de Filosofía de la UMSNH, explica que con la llegada de la pandemia se les hizo necesario y justificado elaborar una narrativa de lo que se vivió entonces. Así, la meta final fue reflexionar sobre las experiencias que habían tenido como académicas durante el confinamiento forzado por el COVID-19. “Si hablamos de que lo personal es político y que debemos romper esa barrera, teníamos la posibilidad de dejar una narrativa viva y contar esta experiencia, contar el duelo y también contar el apoyo o no apoyo de la Universidad, así como de las parejas y de las familias”.

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El conjunto del libro, por tanto, aborda los diversos temas que preocuparon y ocuparon a las docentes nicolaitas, por lo que se cuenta sobre las situaciones y momentos difíciles; pero, también, según las coordinadoras, sobre “las alegrías e incluso se bromea y hasta la risa se contagia y todo ello junto nos invita a la reflexión”.

Atreverse a contar

Atreverse a contar era el reto y la búsqueda narrativa. Las nicolaitas cuentan contiene muchas cosas, señala Adriana Sáenz. “Hay quienes tenían miedo de contar, hay quienes permanecieron en el miedo y no contaron. Varias participantes nos dijeron: «yo contaría, pero no puedo porque va a perder prestigio mi pareja». Yo, por ejemplo, no hablo de violencia, yo hablo de solidaridad porque en mi casa, por mi propia condición, tenemos un trabajo equitativo y no paritario”.

Otro caso fue, por ejemplo, el de las investigadoras economistas, quienes antes del libro escribían de números y estadísticas, “pero nunca desde el yo”, dice Adriana, “siempre borradas como sujetas de conocimiento”. Por tanto, el atreverse a contar fue para ellas, según la apreciación de Adriana, “atreverse a decirnos que somos sujetas de conocimiento y que lo que vivimos tiene que ver con el conocimiento que generamos”.

Resistir y existir, enfatiza Adriana, quien en una investigación anterior vislumbraba un nuevo horizonte para esgrimir la resistencia y la existencia como catapultas de un nuevo conocimiento personal para las mujeres a través de la escritura. “La batalla fue difícil, pero las circunstancias han cambiado y mayoritariamente la escritura de mujeres ahora enfrenta otros retos, y ello ha llevado a que su producción sea distinta”. La investigadora explica que la academia se ha vuelto muy cientificista y tiene unos grandes rasgos positivistas. “Hablamos entonces del sujeto neutro, de objetividad y no de subjetividad, y que hay que contar las cosas sin que se note quién las está contando, entre más te borres, mejor”.

Este libro, apunta, desde una perspectiva feminista y de género está cuestionando tal determinismo: “La objetividad no existe, contamos desde quien somos. Este libro hace eso: hago existencia porque tengo conciencia desde yo sujeta que soy nicolaita. Algunas participantes nos decían: «Tengo doctorado, estoy preparada y cada semestre tengo que concursar y algunos semestres no tengo clases y no tengo empleo». Desde ahí hacen resistencia, desde contar que están existiendo y quieren trabajar en la universidad, pero que ésta no ha tenido la apertura suficiente para integrar a todas estas colegas preparadas. Es una forma de existir, de decir: «estoy aquí, soy capaz, soy una mujer, soy mamá»”.

Y es que para Adriana Sáenz la pandemia visibilizó la necesidad de empezar a cuestionar los trabajos de cuidado y a quienes les toca hacerlos con relación a las vidas. “Debemos cuestionarnos por qué generamos vínculos en donde no atendemos el cuidado de manera grupal y gremial”.

El libro fue pensado desde esta resistencia, agrega la co coordinadora del libro nicolaita. “Aunque en un inicio no tenía esa claridad, lo que quería era generar una narrativa plural. Me empecé a preguntar: ¿qué les voy a decir a mis nietos sobre cómo se vivió la pandemia? La memoria olvida y es selectiva, por lo que tenemos que dejar un documento para que alguien que no lo vivió pueda enterarse. Veo este libro con muchísima alegría porque por lo menos son 50 visiones de diferentes edades y de diferentes disciplinas, todas somos nicolaitas”.

En suma, para Adriana Las nicolaitas cuentan contiene “un fruto maravilloso que es el que empecemos a pensar no en la objetividad, sino en la intersubjetividad”. Además, resalta la importancia del libro en el sentido de que es “un libro incluyente” y que desde la institución que valida el conocimiento en México (CONAHCYT) se publique un libro “con una narrativa distinta y una forma de escritura distinta”.

“Me parece que eso ya es un ejercicio de resistencia epistémica; senti-pensar verdaderamente y ya quitarnos esa idea del sujeto racional que no tiene emociones”, concluye la especialista en Literatura y Ética.

Cabe decir que posteriormente a la recopilación de los textos y obras que conforman se realizó un foro en el que las autoras realizaron el ejercicio de leer sus manuscritos. “Nos reunimos”, se lee al final la presentación del libro, “y viéndonos a los ojos compartimos un espacio de luz, de aceptación, amistad y hasta complicidad que nos permitió contarnos lo que antes callamos, lo que antes era sólo nuestro y ahora es colectivo”.

También tuvo espacio la obra visual del libro en la Galería de la Facultad Popular de Bellas Artes, en mayo pasado, con la exposición de las artistas invitadas: Karina Ortiz, Carolina Calderón, Mónica Tamariz, Isabel Padilla, Regina Lechuga, Itsu Palmerín, Adriana Mejía, Sarahi Soria, Mariana López, Karel Ponce, Brenda Guido y Victoria Mondragón.

Víctor Rodríguez, comunicólogo, diseñador gráfico y periodista cultural.