De maternidad, sin adjetivos

La cinta fue recientemente estrenada en la plataforma de Netflix y, desde entonces, ha causado mucha controversia y revuelo en redes sociales por la historia que nos presenta, una maternidad muy lejos de la idea romantizada que otros productos nos han vendido.

Foto: twitter

Yazmin Espinoza / La Voz de Michoacán

La hija oscura

PUBLICIDAD

Puede verse como algo irónico que esta columna la escribí a lo largo de varias sesiones frente a la computadora, las cuales se vieron interrumpidas por el llamado a gritos de mi hija de dos años en diversas ocasiones. ¿La realidad de la maternidad?

La frase con la que arranco este texto es la parte más fuerte para mi de “La hija oscura”, ópera prima de Maggie Gyllenhaal, la cual está basada en la novela homónima de Elena Ferrante. Y aunque la película está plagada de momentos poderosos, para mi este es el que más me atravesó, porque considero que es cuando ese sentimiento incómodo que rodea muchas veces a la maternidad, por fin se dice en voz alta.

La cinta fue recientemente estrenada en la plataforma de Netflix y, desde entonces, ha causado mucha controversia y revuelo en redes sociales por la historia que nos presenta, una maternidad muy lejos de la idea romantizada que otros productos nos han vendido. Yo tuve la oportunidad de verla durante la edición del año pasado del Festival Internacional de Cine de Morelia y recuerdo que, cuando salí de la sala, me senté en mi auto, en el estacionamiento, por varios minutos, intentado digerir lo que había visto.

PUBLICIDAD

En “La hija oscura”, la historia se desarrolla en un paraje paradisíaco en Grecia, durante el tiempo de descanso de Leda, una mujer de 48 años que interpreta magistralmente Olivia Colman. La actriz británica ya ha ganado premios Óscar y Emmy, entre muchos más reconocimientos, pero no deja de asombrar. Y es que transmite desde su voz, su rostro, y las expresiones sutiles, un sinfín de sentimientos que la hacen brillar entre los claroscuros de su personaje.

En uno de los momentos cumbres de la película, Leda se define a si misma como “una madre antinatural” pero, ¿realmente lo es? ¿fue una madre antinatural al decidir ponerse primero a ella y su felicidad antes de cumplir las expectativas que la sociedad le había impuesto desde el momento en el que dio a luz a una niña?

“Hace poco leí una reseña que se refería a La hija oscura como ‘la mala madre’ y que señala que su protagonista vive al borde de la locura. Yo le quitaría los adjetivos y diría que es una película sobre una madre ambivalente como todas, sobre cómo la misma fruta puede tener partes sabrosas y partes podridas. Porque la maternidad real no se parece a su retrato romantizado, y al contrario de los que nos han repetido durante años, es un territorio con altibajos. Una experiencia hermosa y terrible, como todo lo que nos hace humanos”, opina Isabel Zapata, autora de In vitro, sobre la cinta a través de una publicación en The Washington Post.

Y es que a lo largo de la cinta podemos conocer la maternidad de Leda, a través de sus recuerdos, el cómo sentía que iba perdiéndose poco a poco en la cotidianidad, la presión de que otro ser humano dependiera completamente de ella para sobrevivir y, su deseo de que la maternidad no la hiciera abandonar esas otras partes valiosas de ella, como el disfrute de su carrera.

“Leda nos hace sentir la angustia de tener que robarle unos minutos a la cotidianidad, de tener que pedir permiso para ser, de sentir que se va diluyendo en un mar de rabietas, quehaceres y falta de sueño, con poco o nulo apoyo de su pareja o de alguien”, comenta en su columna Andy Hernández, conocida en Instagram como La mamá cósmica.

Y es que, sin afán de volver esto demasiado personal, mientras veía la película eran varias las escenas que me parecían dolorosamente cercanas. Las situaciones que llevaban a Leda al borde del colapso, su necesidad de no volverse invisible ante una realidad que parecía por momentos sobrepasarla, y la lucha interna que libraba por seguir permaneciendo fiel a si misma, sin descuidar a sus dos queridas hijas. Con base en el revuelo que ha causado la cinta hasta ahora, no debo ser la única que se vio reflejada en la pantalla.

Algo importante, es que esta confrontación con su pasado, surge en Leda tras conocer a una joven madre llamada Nina, a través de la cual la protagonista se mira a si misma y reflexiona sobre las decisiones que tomó.

“Me parece que lo más valioso en este relato es que la protagonista no busca una redención porque no hay un arrepentimiento, sino la aceptación de que cada una asume las decisiones que conlleva ejercer la maternidad desde el deseo y poniéndonos a nosotras (sí, las madres) al centro”, dice Andy Hernández.

Y claro que algo que hace que esta película me parezca aún más fascinante es, que está basada en la novela homónima de la escritura italiana Elena Ferrante, la cual se describe a través de la sinopsis como “un brillante retrato de las ataduras de la maternidad”.

No he tenido el placer de leer la novela de Ferrante, sin embargo, definitivamente espero poder hacerlo pronto ya que, me emociona encontrar aún más simbolismos dentro de la historia, un poco más de trasfondo en las decisiones de Leda, más contexto sobre la depresión que parece sufrir Nina y, tal vez, un poco de paz al encontrar un texto honesto sobre los claroscuros que hay alrededor de la maternidad.