El caifán que todas las puede, Ernesto Gómez Cruz

El actor veracruzano debutante en la pantalla con Los caifanes (1967) de Juan Ibáñez

Foto: MPA

Jaime Vázquez colaborador de La Voz de Michoacán

Los caifanes recorren la noche de la Ciudad de México guiando a Paloma y a Jaime, los novios ricos, dos Alicias en ese extraño país de las maravillas.

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Ernesto Gómez Cruz, actor veracruzano debutante en la pantalla con Los caifanes (1967) de Juan Ibáñez, contó que fue su amigo Sergio Jiménez, el “Gato” en la película, quien lo animó a presentarse con Ibáñez para optar por el papel.

Gómez Cruz de niño trabajó en diversos oficios en los muelles de Veracruz. Se lanzaba clavados al mar para recoger las monedas que los turistas arrojaban y de joven aprendió fotografía. En los sesenta estudiaba teatro en el Instituto Nacional de Bellas Artes cuando conoció a Jiménez.

Con un guion de Carlos Fuentes y Juan Ibáñez, Los caifanes (se tituló originalmente Fuera del mundo) fue, además de una película fundamental en nuestra cinematografía, la plataforma de lanzamiento de Gómez Cruz y sus compañeros estudiantes de teatro universitario.

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Después trabaja bajo las órdenes de Alfonso Arau en El águila descalza (1969) y un año más tarde en la versión que Felipe Cazals hace de Emiliano Zapata, con Antonio Aguilar como protagonista.

Con el veterano Alejandro Galindo participa en Tacos al carbón (1972), el debut de Vicente Fernández en el cine.

Felipe Cazals lo llama para Aquellos años (1973) y le ofrece el papel de Lucas, el dueño de la casa que da asilo a los exploradores confundidos con estudiantes, en el contexto del movimiento estudiantil de 1968, en Canoa (1975).

Con Alberto Isaac está en Tívoli (1974) y Rafael Corkidi lo elige para el protagónico en Auandar Anapu, filmada en Uruapan y otras locaciones de Michoacán.

Con Actas de Marusia (1975), del chileno Miguel Littin, Gómez Cruz obtiene su primer Ariel en co-actuación, y bajo su dirección interpreta a Farabundo Martí en Sandino (1990)

El primer Ariel como mejor actor lo obtiene interpretando al político ansioso que espera el llamado del nuevo presidente para que lo incluya en su gabinete, en La víspera (1982) de Alejandro Pelayo.

Con cerca de 200 películas, Ernesto Gómez Cruz trabajó por seis décadas en el cine, el teatro y la televisión. Detengámonos en algunas cintas que lo identifican como el actor total, disciplinado, comprometido con sus personajes y la calidad interpretativa.

En 1986 Arturo Ripstein emprende la segunda versión de la historia de Juan Rulfo, El gallo de oro. Ripsten la titula El imperio de la fortuna y entrega el papel de Dionisio Pinzón a Gómez Cruz.

Jorge Fons toma el guion de Vicente Leñero sobre la novela del egipcio Naguib Mahfuz para convertir al personaje literario Kirsha, dueño de un café, en Don Rutilio, propietario de una cantina, interpretado por Gómez Cruz, en El callejón de los milagros (1995).

Luis Estrada abre la polémica con su corrosiva La Ley de Herodes (1999), y con él Gómez Cruz filmó, además, Un mundo maravilloso (2006), El infierno (2010) y La dictadura perfecta (2014).

José Estrada, padre de Luis, lo dirigió en el episodio Rosa de Siempre hay una primera vez (1971) y en Maten al León (1977).  

Con El crimen del Padre Amaro (2002) de Carlos Carrera, sobre la novela del portugués José Maria Eça de Queirós, Gómez Cruz es el obispo, una cinta que causó polémica.  

“El Azteca”, en Los caifanes, sube a la fuente de la Diana Cazadora en Reforma. Lleva un atado de ropa femenina para vestir a la estatua. El grupo de caifanes y los novios “burgueses” ríen del atrevimiento. Suben al coche y huyen perseguidos por la policía. La noche capitalina es el escenario.

En algún momento Paloma (Julissa) pregunta qué es un caifán. Jaime (Enrique Álvarez Félix), su novio, le responde que un pachuco, pero el “Gato” (Sergio Jiménez) le aclara que no, un pachuco es “papá grande”. Caifán, asegura “El Azteca”, es “el que las puede todas”.

Ernesto Gómez Cruz falleció el pasado 6 de abril, tenía 90 años. Alguna vez dijo que llegó tarde a la actuación y se quería ir tarde de la vida. Su trabajo en escena siempre fue de quien “todas las puede”.

"Luego, cualquier día cuelgas los tenis y no te enteras de tu propio guateque calavérico", afirmó entre sonrisas “El Azteca”.  


Jaime Vázquez, promotor cultural por más de 40 años. Estudió Filosofía en la UNAM. Fue docente en el Centro de Capacitación Cinematográfica. Ha publicado cuento, crónica, reportaje, entrevista y crítica. Colaborador del sitio digital zonaoctaviopaz.
@vazquezgjaime