El Festival de Cine y una ciudad: Morelia; experiencia completa que se ve, se oye, se come, se siente y se vive

FICM, algo más que una oferta de consumo cultural, porque a final de cuentas de lo que se trata en esencia es que lo que destaca por sí mismo es esa expresión mágica llamada el séptimo arte: el cine.

Víctor E. Rodríguez Méndez

Con mucha persistencia y solidez organizativa, a lo largo de veinte años el Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) ha logrado elevar felizmente su estatus en la animación cultural de la entidad. A estas alturas nadie duda que el festival cinematográfico es el referente máximo a nivel nacional y mundial de una nueva tradición que se suma a otras que en teoría hacen de Morelia una ciudad eminentemente “cultural”, hoy día en que una marca registrada de las ciudades modernas define su calidad de mercancía.

PUBLICIDAD

Más que una experiencia de conocimiento y vivencia, como productos fetiche las ciudades medias y muchos pueblos rústicos se han convertido en una promoción calificada como una “experiencia cultural”. Sólo que la dimensión de esa cultura es el consumo y su principal oferta es el turismo. Morelia, por tanto, es una de tantas ciudades que, como producto industrializado, forma parte más de la amplia oferta turística en la que se ha convertido la cultura en la actualidad.

Aquí es donde cabe precisamente esa noción de “vivir una ciudad”, y no sólo vivir en ella. No se trata sólo de una economía cultural y muchos menos de una economía de la experiencia —promotora de organizar experiencias específicas que proporcionen “sensaciones especiales”—, sino de que la cultura se convierta en una experiencia sustancial en cuanto a que lo que se ve, se oye, se come, se siente y se vive; que se convierta, en fin, en un referente simbólico que, incluso, reafirme la identidad personal o colectiva.

No es un secreto entonces que el FICM —que inicia esta semana su vigésima edición— es una empresa y como tal busca lograr un beneficio comercial y económico; y, claro está, la infraestructura turística de la capital se ve beneficiada también durante unos cuantos días de intensa actividad (y hasta sirve para que las instituciones locales hagan caravanas con sombrero ajeno). Es acaso su boyante dinámica y extraordinaria programación lo que hace del FICM algo más que una oferta de consumo cultural, porque a final de cuentas de lo que se trata en esencia es que lo que destaca por sí mismo es esa expresión mágica llamada el séptimo arte: el cine.

PUBLICIDAD

Dieciocho años de cine

De acuerdo con información de su página de internet, el FICM es una asociación civil “sin fines de lucro dedicada a apoyar a los cineastas mexicanos, cultivar nuevos públicos, y a difundir la cultura cinematográfica de México, mediante una plataforma inclusiva y hospitalaria para los realizadores nacionales, el público en general y la comunidad fílmica internacional”. Todo ello, añade, bajo la creencia del “poder de transformación de un cine nacional y en la importancia de identificar nuevos talentos mexicanos, cuyas obras puedan cruzar fronteras culturales y estéticas, inspirar diálogo artístico a nivel internacional, y así tener un impacto contundente en la sociedad”.

El FICM nace, pues, de la necesidad de tener un foro para mostrar el cine nacional. Su antecedente fueron las Jornadas de Cortometraje Mexicano en la Cineteca Nacional, que en 1994 se hicieron con la colaboración de Daniela Michel y Enrique Ortiga, en donde fueron presentados los primeros trabajos de cineastas como Carlos Carrera, Carlos Cuarón, Rigoberto Pérezcano y Michel Franco, entre otros. En 2001 surgió la idea de traer las jornadas a Morelia, que fue el germen del actual festival.

Desde su inicio, la programación del festival está dividida en cuatro secciones competitivas: Cortometraje, Documental, Largometraje Mexicano y Sección Michoacana, que representan —según sus organizadores— la esencia del festival, y mediante las cuales se ha convertido en un foro importante para promover a los cineastas emergentes en México. La programación se complementa con una selección de estrenos mexicanos e internacionales, retrospectivas de diversos directores, películas de la Semana de la Crítica del Festival de Cannes, conferencias y funciones especiales.

Además, cada año se organiza el Concurso Michoacano de Guión de Cortometraje, en el cual participan guiones escritos por autores y autoras michoacanas de nacimiento o residentes en Michoacán; y, desde 2014, el FICM también incluye una selección de cortometraje mexicano en línea, compuesta por algunos cortometrajes de la selección oficial.

También muy importante también es que desde su fundación, en 2003, el FICM está vinculado con la Semana de la Crítica del Festival de Cannes, que se ha especializado en presentar primeras y segundas películas. Una selección de estas películas se presenta cada año en el FICM, con la presencia de algunas y algunos de sus realizadores o protagonistas; a su vez, la Semana de la Crítica proyecta algunos de los trabajos ganadores del FICM en su programación. De hecho, para Daniela Michel, “este gesto extraordinario y muy generoso de la Semana de la Crítica le ha dado una gran visibilidad al Festival de Cine de Morelia”.

Anécdotas y recuerdos

En un video publicado recientemente en sus plataformas virtuales, los tres principales artífices del festival hacen remembranza de veinte años de anécdotas y recuerdos. Alejandro Ramírez, fundador y presidente del FICM, recuerda que el proyecto surgió de compatibilizar la idea de Daniel Michel de traer a Morelia las Jornadas de Cortometraje Mexicano con el proyecto de Cuauhtémoc Cárdenas Batel de realizar un festival de cine en esta ciudad. “Yo sugerí entonces incluir una sección de documentales, que es un género que a mí me gusta mucho”. Y así empezó todo.

“Fue un proceso en paralelo”, apunta Cuauhtémoc Cárdenas Batel, también fundador y actual vicepresidente del FICM. “(El festival) surgió de varias maneras y por varias ideas a partir de una feliz coincidencia”. Un motivo de orgullo de todo lo que ha pasado, asegura, ha sido tener “un equipo maravilloso que nos ayuda cada año y que sin ellos sería imposible hacer el festival”.

 “¿Por qué otro festival en México?, nos decían las autoridades encargadas en difundir el cine mexicano”, señala Alejandro Ramírez, también director general de Cinépolis, y la respuesta fue que este festival sería diferente porque estaría enfocado “en descubrir y apoyar a los nuevos talentos del cine mexicano”, lo cual, añade, costó varios años para que lo vieran así. “De alguna manera este festival surgió con estrella y desde su inicio ha sido fiel y consistente con su misión”.

Por su parte, Daniela Michel, directora del FICM, del cual es fundadora, rememora que las Jornadas eran de por sí una manera de reactivar el cine mexicano a principios de los noventa y el nuevo festival era una nueva dimensión para hacerlo, sobre todo, de manera independiente. “Había cierto desprecio a las nuevas generaciones y no había una comunidad que se apoyara, como sí existe ahora. Ha sido un salto de fe”.

El FICM 2022

La vigésima edición del FICM se llevará a cabo del 22 al 29 de octubre de 2022 y se desarrollará en una versión híbrida con funciones presenciales en Cinépolis Morelia Centro, Cinépolis Plaza Las Américas, Teatro Mariano Matamoros, Centro Cultural Universitario y Plaza Benito Juárez, así como funciones virtuales gratuitas a través de Cinépolis Klic, Canal 22 y FilminLatino. En las secciones en competencia de Sección Michoacana, Cortometraje Mexicano, Documental Mexicano y Largometraje Mexicano participarán 59 cortometrajes, 15 largometrajes documentales, 11 obras michoacanas y 10 largometrajes que suman 95 trabajos de cineastas de distintos estados de la República Mexicana.

El jurado de la sección de Largometraje Mexicano del FICM será presidido por el realizador polaco ganador del Oscar Pawel Pawlikowski. La película Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades, de Alejandro G. Iñárritu, se proyectará en la ceremonia de inauguración, mientras que Pinocho, la más reciente película del director mexicano Guillermo del Toro, tendrá su estreno en Latinoamérica en el marco de la Gran Gala.

El FICM es para mucha gente una sola cosa, inmensa y ensoñadora, beatífica y gratificante: cine. Es cine de todos colores y sabores, visto en salas confortables y a precios accesibles. Es eso que Jean Luc Godard llamaba “una verdad 24 veces por segundo”. Así las cosas, es de agradecer que el FICM nos sigue ofreciendo muchas más verdades, maravillosas y lúdicas verdades.

Es así que el FICM se enamora de sí mismo con la idea de que es “un espacio para vivir el séptimo arte, para difundir las nuevas ideas con conciencia social, sentido de comunidad y perspectiva de género”, así como es ya un encuentro entre cineastas, guionistas, productores, actores, realizadores y el público cinéfilo de México y el mundo. “No sólo es una muestra de cine”, según sus organizadores, sino “es una trinchera que escucha y ve las inquietudes de la sociedad, que analiza y comparte con un enfoque crítico”.

El sábado inicia el Festival Internacional de Cine y Morelia se viste de luces, imágenes y sonido. “Cine, cine, cine, más cine por favor…”, canta Eduardo Aute, “que todo en la vida es cine y los sueños, cine son”.

Víctor E. Rodríguez, comunicólogo y diseñador gráfico de profesión; periodista cultural de oficio desde hace tres décadas. También ejerce la docencia y de vez en cuando dirige talleres de redacción, escritura creativa y de periodismo.