El invencible verano de Liliana: Cuando la escritura vuelve invencible a la memoria

El libro que habla del feminicidio de Liliana a manos de su novio, recibió el Premio Pulitzer en categoría de memorias

Foto: Redes

Yazmín Espinoza colaboradora de La Voz de Michoacán

"En lo más profundo del invierno aprendí al fin que había en mí un invencible verano", es la frase de Albert Camus que Cristina Rivera Garza encontró entre los papeles de su hermana y que sirvió de título para el libro “El invencible verano de Liliana”, a través del cual le rinde homenaje.

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Este libro, que habla sobre el feminicidio que Liliana sufrió a manos de su exnovio, recibió a inicio de esta semana el Premio Pulitzer que es entregado por primera vez a una mexicana en la categoría de memorias.

“Este premio es sobre todo para Liliana, porque es un libro que escribí con Liliana, no solo es un libro sobre ella, sino con ella, en coautoría”, comenta la escritora. “Es de todo justo decir que este Pulitzer es de Liliana Rivera Garza. Me da mucho gusto pensar que el nombre de ella va a llegar más lejos”, compartió la escritora con los medios a través de su editorial al entregarse de la decisión del jurado del premio.

“Memoria, periodismo de investigación de perspectiva feminista y biografía poética han sido unidos por un sentimiento de pérdida”, ha señalado Marjorie Miller, administradora de la junta que entrega los reconocimientos a lo mejor del Periodismo, la Literatura y las Artes.

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Y es que fue hasta 29 años, tres meses y dos días, de su muerte, que Rivera Garza se decidió a abrir las cajas con los escritos de Liliana y partió a Ciudad de México para averiguar la verdad sobre su feminicidio, algo que, asegura, intentó muchas veces antes pero “las palabras le fallaban”.

El libro comienza con cómo Cristina decide recuperar el expediente del caso de su hermana que murió en manos de su expareja. Liliana era una muchacha de 20 años, estudiante de arquitectura y tenía años tratando de terminar su relación con un novio de la preparatoria que insistía en no dejarla ir. Escritos de su puño y letra se van intercalando en la historia con relatos de sus amigos y reflexiones de Cristina sobre un sistema mexicano que culpa a la víctima desde que el cuerpo aún está fresco. Habla también sobre cómo cada persona afronta de una manera diferente el duelo y de la poco mencionada culpa del sobreviviente.

“Si para algo sirven los premios, especialmente uno como este, es para llamar la atención sobre un libro. Ojalá que esta atención sea lo suficientemente grande como para conmover e invitar a la acción al personal de mandamientos judiciales de la fiscalía de Ciudad de México, donde desde hace más de dos años están los papeles de la investigación que, como tantas familias en México, mi familia y yo llevamos a cabo acerca del presunto feminicida, Ángel González Ramos”, ha dicho la escritora.

Y es que, Cristina asegura que el dar voz a estas historias a través de las letras y visibilizar los millones de casos que hay en el país con estas mismas características podrían considerarse una “pequeña revolución cotidiana”, que basa su importancia en extrañar a esas mujeres que nos han sido arrebatadas, nombrar esos lugares vacíos y reclamar otra forma de justicia pero que es igualmente importante; la memoria.

“Es otra manera de demostrar que la violencia que acabó con ella, y que acaba con tantas mujeres, finalmente tiene su límite. Me gustaría pensar que el nombre de Liliana, que su experiencia, como la de tantas otras mujeres, lo vamos a recordar por más tiempo. Y que los nombres de esos feminicidas que se aprovechan de un mundo tan estructuralmente desigual terminarán donde deben terminar: en la infamia”, ha recalcado en una serie de mensajes de audios enviados a través de su editorial, Penguin Random House.

Así, y ante el anuncio de este premio que ha llenado de orgullo a la comunidad editorial mexicana, la escritora hace un llamado esperando que las autoridades de la Ciudad de México cumplan con su trabajo, ya que ella y su familia llevan años exigiendo respuestas, pero su lucha continúa.

“Es muy importante enfatizar que todos aquellos que seguimos haciendo nuestro trabajo, todos los que extrañamos a las mujeres que hemos perdido a causa de la violencia, todos los que mencionamos sus nombres y contamos sus historias, estamos participando de otra forma de justicia, una que tiene que ver con la memoria colectiva y con la verdad”, destaca.

No todo son aplausos

Lamentablemente, derivado de su celebración por ganar el Premio Pulitzer, en los últimos días Cristina Rivera Garza también ha sido objetivo de comentarios bastante negativos por parte de la comunidad de escritores y lectores del país, más específicamente, sobre su ética y desempeño como tallerista y profesora en el mundo literario.

Cabe recordar que Rivera Garza es directora del programa de Escritura Creativa en Español de la Universidad de Houston, espacio en donde está a cargo de una gran cantidad de jóvenes que sueñan con escribir y ver esas letras publicadas, sin embargo, de acuerdo con testimonios publicados a través de redes sociales, no todo es positivo en su cátedra.

En los comentarios publicados de manera anónima, se puede leer que se le acusa de faltarle el respeto a sus colegas y a sus estudiantes, así como a ausentarse de clase por periodos largos de tiempo. Además, se dice humillaba a sus estudiantes si estos no estaban de acuerdo con sus prácticas e ideologías.

Algo que me llamó mucho la atención fue que justo a inicios de semana que leí estos comentarios, comencé también la relectura de la antología Tsunami, libro que comienza con un texto de Vivian Abenshushan titulado “Las pedagogías de la crueldad”, y en el que justamente, cita a Rivera Garza al tocar el tema de la dureza en los talleres literarios.  

“Refinar, perfeccionar, depurar. ¿Pero no tienen estos verbos, que se usan con tanta frecuencia para descibir lo que se hace en un taller de creación literaria, ese tufillo más bien amedrentador, cuando no sadomasoquista, de las más diversas purgas autoritarias?”, señala la autora de El invencible verano de Lilana.

Tras esta cita, Abenshushan comenta que en México se opera no con un diálogo, sino con tranmisión de saberes que produce y reproduce el sistema literario como orden patriarcal.

¿Será que la vara de Rivera Garza con sus estudiantes es demasiado alta? ¿Ha llegado a reproducir estas dinámicas de “crueldad” con aquellos que quieren aprender de ella? ¿O simplemente se ha visto sumergida en un sistema que trata, desde todos los ángulos, callar o manchar la voz de las mujeres en la literatura?


Sobre Yazmin Espinoza
Comunicóloga enamorada del mundo del marketing y la publicidad. Apasionada de la literatura y el cine, escritora aficionada y periodista de corazón. Mamá primeriza. Lectora en búsqueda de grandes historias.
Instagram: @historiasparamama