El sueño independiente de hacer libros en Morelia; pese a toda estadística, la gente sigue leyendo y escribiendo

Entrevista con Miguel Ángel García, editor fundador de Silla Vacía Editorial, que recién ha cumplido nueve años de labor desde Morelia

Foto: Víctor E. Rodríguez Méndez

Víctor E. Rodríguez Méndez

Miguel Ángel García es licenciado en Psicología y maestro en Filosofía de la Cultura por la Universidad Michoacana de San Nicolás der Hidalgo. La mayor parte de su vida profesional la ha dedicado al área de la edición, corrección, diseño de libros y desde hace nueve años es editor fundador de Silla Vacía Editorial.

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            Esta editorial independiente –autoconsiderada “autogestiva, humanista, tranquila, tropical y coqueta”–, afincada en Morelia, según Miguel Ángel existe gracias “al talento, pasión y profesionalismo de todas y cada una de las personas que día a día dan de sí, otorgan su tiempo vital, para materializar los anhelos de quienes redactan”. Al día de hoy, Silla Vacía Editorial cuenta con 102 ediciones, 40 de ellas disponibles para lectura gratuita en www.sillavaciaeditorial.com. Es así que aquel proyecto “soñador e independiente”, de acuerdo con Miguel Ángel, “sigue en pie, más robusto que nunca”.

            —Tomás Granados dijo alguna vez que un editor es alguien que sabe un poco de todo y a la vez es experto en nada. Tú ¿qué tanto sabes de todo y qué tanto eres experto en algo?

—La definición de Granados es maravillosa (risas), porque, en efecto, en la labor editorial me puedo desempeñar en cualquiera de las áreas, pero en ninguna puedo decir que realmente soy un experto. Creo, por convicción, que en lo que mayor profundidad tengo yo es en la corrección de estilo, que es literalmente con lo que empecé en el trabajo editorial. También tengo que entrar en cuestiones administrativas, de relaciones interpersonales, etcétera, se tiene que trabajar de todo, y para lo que no soy realmente bueno tengo el apoyo de otras personas.

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—¿Qué es lo que te impulsa a hacer lo que haces en estos momentos?

—Lo que me impulsó en primer momento fue justamente poder tener más material de calidad al alcance de la gente. Yo soñaba con tener material de calidad al alcance de la gente que pudiera ser accesible tanto en lo económico como en las descargas gratuitas. Esa inquietud fue lo que me llevó a hacer editor y, sobre todo, a identificar que es un área muy prolífica; cuando yo me puse a indagar sobre las personas que escribían me di cuenta de que había muchísima gente con material, pero el problema era qué se hacía después con ese material. Esto es lo que me impulsa en esta carrera como editor.

La autogestión, la impronta de la editorial

De acuerdo con la idea que motivó su sueño editorial, para Miguel Ángel una silla vacía es el sitio que deja quien escribe para materializar anhelos. “Cuando la persona que escribe y pone lo que considera el punto final de su texto, se levanta, deja la silla vacía y entonces entramos nosotros con el equipo para llevar ese proyecto a buen puerto”. Su encargo se trata, agrega, de una “parte fundamental que es elaborar el proyecto y posteriormente –la parte más difícil– darlo a conocer y llegar a la gente”.

—Recién cumplidos los primeros nueve años y ya superados los 100 títulos, ¿en qué radica la rentabilidad de la editorial?

            —En nuestro caso es la autogestión, me queda claro. Hay un dicho que versa: “Si tienes una gran fortuna y te la quieres terminar pon una editorial y se te va acabar hasta el último peso”. Yo sabía que al no tener recursos monetarios –sólo ímpetu y apoyo de varia gente– necesitaba tocar puertas. La autogestión para mí era prioritaria, así que al conocer de primera mano cómo funcionan las instituciones –tanto gubernamentales, académicas y no gubernamentales– el tema fue identificar que en la mayoría hay una partida específica para publicaciones o ediciones, y entonces fue acercarnos a ello; si yo tratara de hacer los libros por mi cuenta, en estos nueve años llevaría diez, cuando mucho. Acceder a estas instituciones y a concursos a nivel estatal y nacional nos abrió puertas.

Silla Vacía Editorial publica actualmente un 75 por ciento de textos académicos y 25 por ciento de literatura. Para Miguel Ángel García, su editorial es en este sentido una opción para la gente que escribe y que quiere dar a conocer sus libros. “Si tú entras a internet encuentras mil opciones, tales como paquetes para escritores que a cambio de cierta cantidad de dinero te hacen un best seller. Pero sólo venden una ilusión, porque cuando revisas esos materiales desde la portada encuentras errores de corrección de estilo, ya ni decir de diseño o de apreciación estética; nosotros tenemos un equipo de profesionales y cada texto lleva su tiempo; el lapso aproximado de la edición es entre seis y diez semanas, y en cada libro se están aplicando tres o cuatro personas diferentes, más el equipo de imprenta. Cada material –sobre todo en literatura– tiene un tratamiento personal y creo que eso es lo que genera una diferencia entre Silla Vacía y los demás servicios”.

De esta manera, agrega el también escritor, se puede generar desde Morelia una oferta que cuida en todo momento los procesos de calidad. Por tanto, la reflexión inmediata a esta experiencia de casi diez años es que el trabajo mayoritario, según Miguel Ángel, se orienta más hacia la difusión y la distribución de los libros. “Tener el manuscrito final, ya sea académico o literario, y conseguir el dinero para su publicación, sin ser peyorativo, es la parte sencilla. Lo verdaderamente difícil es llegar a la gente, sobre todo en un momento como ahora, de virtualidad y de tanta competencia y, sobre todo, considerando que en la mayoría de los casos es con escritores noveles; no vende un nombre ni vende un título, lo que necesitamos es posicionar el contenido”.

Un futuro promisorio para el libro

Miguel Ángel García señala que hay mucho trabajo por hacer, no sólo por las ediciones que vienen, dice, sino también por los títulos que ya tiene para seguir dándolos a conocer. Pone el ejemplo de tres traducciones del italiano al español, dos de Luciano Nanni y una de Paolo Albani, que es la primera vez que se traducen a nuestro idioma. “Tenemos material tan importante como ése para sacarlo a la opinión pública, que a la gente le puede gustar o no gustar, pero creo que en eso estriba el trabajo del editor, en mostrar el material. En nuestro caso, también en fomentar la lectura, porque una pregunta recurrente que me hacen es porqué una editorial en un país que no lee, y la respuesta es: por eso mismo, para acercar los libros a la gente”.

            El también fundador de la revista Kamikaze y de los talleres literarios Huitzil y Pirhúaani resalta el ofrecimiento de las descargas de manera gratuita de muchos libros que, incluso, están a la venta. Esto es posible, añade, gracias a las instituciones y a los autores y las autoras que no ven sus proyectos como algo lucrativo y que más bien les interesa que se conozcan sus contenidos académicos o literarios y prefieren que se descarguen de manera gratuita. “Para mí eso es lo importante: en todo momento estar dando a conocer los materiales de varias maneras. Algo que no falla desde hace dos años que pusimos la página web es que día con día nos llegan notificaciones de las descargas gratuitas. Podemos pasar semanas sin ventas, pero todos los días hay descargas no sólo en México sino también en muchos países del extranjero; es gente que se da cuenta de que estamos haciendo bien las cosas y de que se tienen que seguir haciendo bien”.

Cortesía de Silla Vacía Editorial

            —El ámbito local ¿cómo te ha tratado, entre lo académico y lo privado?

 Muy bien. Aunque tenemos colaboradores de otras partes de la República, siempre digo que Silla Vacía nació en la ciudad de la cantera iridiscente y es moreliana, por antonomasia. Aquí nos han tratado muy bien, tanto que la Universidad Michoacana es la institución a la que más le hemos trabajado, con un 40 por ciento de títulos para sus diferentes institutos y facultades. Curiosamente, pese a lo que se pudiera imaginar respecto a que hay mucha oferta y, por ende, mucha competencia, yo veo todo lo contrario: la gente se acerca realmente con quien quiere trabajar y con quien más o menos puede identificar. En ese sentido no me considero abrumado por sellos tan importantes como Morevallado o Jitanjáfora, porque para mí es muy importante que existan más alternativas editoriales. Hubo un momento en el que hace varios años tenía la oportunidad de trasladarme a la Ciudad de México y mover el sello, pero decidí quedarme aquí y fue la mejor opción.

            —¿Qué esperas rumbo al décimo año?

            Consolidarnos en el área de distribución. Nos queda claro que en cuanto al catálogo y demás vamos muy bien; hay varios proyectos en puerta maravillosos en los que esperemos los podamos materializar, pero con el catálogo que tenemos ahora es importante darle mayor tema a la distribución y a la difusión porque es un área vital. Rumbo al décimo aniversario me veo muy enfilado con todo mi equipo en trabajar en la difusión y en la distribución para consolidarnos y dar a conocer todo este material que tenemos.

—¿Cuál es el futuro del libro?

            Cada vez se va a encarecer más el impreso y va a haber muchas más personas adeptas a lo digital. El año pasado a nivel nacional el papel subió 47 por ciento en el primer semestre; al tratarse de un recurso natural y que se tiene que renovar cada vez va a ser más caro imprimir, por lo que va a ser más sencillo encontrar catálogos de zapatos que de libros. Pero soy optimista al respecto y me queda claro que la persona que quiera leer un libro en físico lo va a conseguir, no importa lo que le cueste o de dónde se lo tengan que enviar, y lo va a leer en físico y lo va a subrayar. Cuando no se pueda conseguir el libro en físico –por temas monetarios o porque de plano no existe– la gente va a recurrir a lo electrónico.

Para Miguel Ángel García el libro “va a seguir proliferando”, porque hay muchísima gente que escribe, más de la que se pueda imaginar, según señala. “Si levantas una piedra salen cinco personas que escriben, no sólo poetas, y sobre todo tomando en consideración la producción que hay en la academia, que es constante. Veo con mucho beneplácito que la gente sigue buscando leer, contrario a las estadísticas; me consta que la gente se está acercando a los libros y eso me deja satisfecho y contento por seguir trabajando en esto, porque si lo hubiese hecho de otra manera ya estaría pensando en poner un puesto de tacos en lugar de estar pensando en cómo llegaremos al décimo aniversario”.

Silla Vacía Editorial tiene su tienda en Miguel Cabrera 88-A, en el Centro Histórico de Morelia.

Cortesía de Silla Vacía Editorial

Víctor Rodríguez, comunicólogo, diseñador gráfico y periodista cultural.