Historia de vida | A fuego y martillo, Sergio sigue el oficio de su padre y abuelo en Santa Clara del Cobre

Un proceso que vine desde la época prehispánica y a marcado a generaciones enteras

Foto: Pablo Aguinaco D.R

Erandi Avalos / Colaboradora de La Voz de Michoacán

Su pasión por el cobre martillado viene de familia y él decidió dedicarse a esta noble y hermosa labor artesanal desde su infancia. José Sergio Velázquez García, artesano cobrero de oficio, comenzó como asistente en el taller de su padre, quien a su vez aprendió de su abuelo. Menciona que él aprendió tanto de su familia como en la Escuela Casa del Artesano, fundada en 1987. Como prueba de esta tradición generacional, muestra con orgullo la fotografía en la que aparece su abuelo junto a otros artesanos y al escultor James Metcalf, ya que colaboró con este importante artista en la manufactura del pebetero que recibió la llama olímpica en las olimpiadas de 1968 en México. Recuerda también con agradecimiento a Francisco Mendoza, un funcionario de FONART que realizó una gran difusión del cobre de Santa Clara y apoyó a muchos artesanos, incluido él, para arrancar su carrera.

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Foto:Pablo Aguinaco D.R

La materia prima, el cobre, se obtiene del reciclaje de bobinas de motores, tuberías, alambre, monedas, utensilios de cocina, entre otros; lo que abona al cuidado del ambiente. El proceso viene desde la época prehispánica: a nivel de tierra se forma un molde que se cubre con una capa de tres centímetros de ceniza de madera de encino para recibir la fundición de un lingote a una temperatura de 800 a 1200 grados Celsius. El fuego se alimenta principalmente de costera y de madera de pino. Cuando se ha fundido y enfriado el lingote, con herramientas especiales se calcula empíricamente la cantidad necesaria para la creación de cada pieza, se corta, se calienta de nuevo y a partir de ahí, se comienza a extender a martillazos para lograr una plancha o tejo. Después se modela con yunques y martillos de diversas formas y tamaños, sosteniendo con pinzas porque la pieza debe estar caliente; cuando se pierde la temperatura y se debe volver a calentar para que vuelva a ser maleable. Dependiendo de la dificultad de la pieza, se calienta y martilla hasta por tres semanas o más para obtener la forma y luego se detalla. Se lava con ácido sulfúrico para obtener el tono cobrizo clásico, pero existen otras técnicas para darle diferentes tonos: amarillos, blancos, naranjas, violetas o combinaciones de varios.

A pesar de que casi todos los artesanos saben hacer las principales formas de piezas, para fomentar la sana competencia, cada taller se ha especializado en diferentes tipos: jarrones, cazos, joyería; y los artesanos procuran canalizar al cliente con el taller adecuado según lo que busque. El sello distintivo de Sergio es el exquisito trabajo en relieve sólido en jarrones, el cual requiere un nivel de precisión extremo, sobre todo en el momento de detallar en frío con gubias. Algunas de sus piezas le han llevado ocho meses o más y cuenta que la satisfacción de verlas terminadas es muy grande y más cuando se obtiene una remuneración económica. Ha ganado varias veces galardones y premios en el Concurso Nacional del Cobre Martillado, el Gran Premio de Arte Popular en el 2013, entre muchos otros. Nos cuenta que sí ha recibido apoyos del Instituto del Artesano Michoacano, pero pide que las autoridades correspondientes hagan algo para mejorar las condiciones de seguridad en la zona, ya que el turismo ha disminuido considerablemente debido al temor de ser víctimas de la delincuencia o de verse atrapados en algún episodio violento.

Foto: Pablo Aguinaco D.R

Así como él, su hijo José Obed Velázquez Torres decidió desde niño preservar la tradición, a diferencia de muchos otros jóvenes que ya no quieren ser aprendices de cobreros, porque es un trabajo físicamente pesado y muy laborioso. Varios trabajan ahora las piezas semi elaboradas que se realizan en los talleres industriales, que cada vez más suplen el trabajo cien por ciento artesanal. Él también ha ganado ya un Galardón en el Concurso Nacional del Cobre, lo que lo animó a seguir participando y al año siguiente ganó de nuevo un primer lugar. José Obed se tituló del Tecnológico de Pátzcuaro con una investigación titulada “El impulso a la investigación del cobre martillado”, para ayudar a conservar el oficio.

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A pesar de las imitaciones y de las piezas no artesanales, todas las piezas de Santa Clara tienen la garantía de Marca Colectiva Cobre Martillado de Santa Clara del Cobre, Región de Origen, lo que protege de alguna manera este oficio que es un orgullo michoacano por ser una técnica de fundición muy refinada para la época en la que se comenzó a utilizar, antes de la llegada de los españoles, y por el grado de perfección estética que han logrado estos artífices que dominan como grandes maestros el fuego, el cobre y el martillo.


*Agradecemos a Terry Baumhart por su apoyo para este artículo.
Erandi Avalos, historiadora del arte y curadora independiente con un enfoque glocal e inclusivo. Es miembro de la Asociación Internacional de Críticos de Arte Sección México y curadora de la iniciativa holandesa-mexicana “La Pureza del Arte”. erandiavalos.curadora@gmail.com