Inclusión a personas con discapacidad: una deuda de los recintos culturales en Michoacán

La realidad de las personas con discapacidad y su acceso a las artes y la cultura

Fotoarte: La Voz de Michoacán

Nacho Tena / La Voz de Michoacán.

Ya sea por suerte, destino o voluntad, a pesar de las dificultades, hay quienes somos privilegiados: tenemos acceso a muchas experiencias y oportunidades en la vida. Lo que no tienen las personas con alguna discapacidad física, sensorial, mental o intelectual, en algunas más evidente que en otras, ya sea por nacimiento, accidente o por envejecimiento.

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Según el censo del 2020 (INEGI), el 16.5% de la población son personas con algún tipo de discapacidad y el 12% son adultos mayores. A pesar de sus derechos a la igualdad, la no discriminación y a la accesibilidad, no hemos avanzado de manera sensata, sensible y responsable, para hacer efectivos dichos derechos. En casa, dependen de la voluntad y el amor de su familia y amistades, pero como sociedad, Estado y gobierno ¿qué estamos haciendo al respecto?

En nuestro país, si observamos los servicios, accesos, protocolos y actitudes, respecto al tema de inclusión de las personas con discapacidad, seguimos rezagados y desactualizados. No hay suficientes estrategias, programas ni acciones  efectivas. Michoacán no es la excepción. Enfocándome en Morelia con sus nombramientos:  Ciudad Patrimonio Cultural de la Humanidad y Ciudad Creativa por la Música, observar y vivir sus calles, calzadas, plazas, parques, recintos, teatros, museos, centros culturales, foros y espacios alternativos, no cabe duda de que estamos sin avanzar por el desinterés y la desinformación del contexto. Aunque en pocos espacios públicos haya accesos, como en las plazas de Armas y Melchor Ocampo, en tramos específicos de algunas avenidas y calles peatonales con placas de escritura Braille en el cuadro histórico (actualmente descuidadas), e intentos de mejoras en otras vías, sigue habiendo errores y descuidos por no actualizarse respecto al diseño universal; lo que sigue siendo un gasto urbano ineficiente. Siendo éstos sólo algunos señalamientos, entre muchos espacios de otras ciudades de Michoacán, que reflejan desinformación y el poco interés en el tema de la inclusión.

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La desinformación como hábito y costumbre

La realidad de esta desinformación para la toma de decisiones tiene raíz en nuestra formación desde casa, seguida por la escuela, la universidad y la convivencia social. Todo esto se proyecta en la representatividad de los líderes políticos, cabezas de gobiernos; baja al personal de las instituciones y se refleja en los representantes de cámaras y asociaciones de hoteles y restaurantes, las empresas y su cultura laboral.

Lo anterior conlleva a lo más lamentable: la desinformación social respecto al tema de la inclusión, quienes por ignorancia no atendemos las necesidades y demandas de esta minoría a los que sólo se les relaciona con algunos programas del DIF (reparto de pañales, despensas, sillas de ruedas y terapias familiares) o con el Teletón, con sus centros de atención para niños con discapacidad motora, aspectos de especial atención y con sus respectivos méritos, pero habrá que pensar más allá si queremos ser congruentes con el sentido humano y social que esto implica. Pero en esta ocasión me gustaría enfocarme en un área de oportunidad respecto a la accesibilidad y servicios para personas con discapacidad en espacios relacionados con la actividad artística y cultural.

Aprendizaje con vivencia

El interés respecto a la accesibilidad para las personas con discapacidad comenzó a atraer mi atención a partir de una experiencia que tuve con un proyecto itinerante del cual fui partícipe al recibirle, en el 2017 (activo y vigente en varias partes del mundo), llamado Outsider Art (Art Brut), exposición visual de dibujos, ilustraciones y pinturas con técnicas mixtas, acuarela y carboncillo en formatos libres,  trabajos creados por personas con discapacidades mental e intelectual.

Las imágenes revelan una expresión interesante, con un impacto importante en los espectadores, gracias al trabajo espontáneo de sus creadores, el seguimiento y apoyo de sus maestros, padres y/o tutores -tema que merece tratarse en otra emisión-, pero sumado a esto, me referiré a la vivencia que con mi equipo tuvimos por los accesos en la inauguración, pues me comprometió a ser más previsor en la logística y el protocolo para los públicos, con todas sus variantes, en las actividades artístico-culturales.

Realidad sin accesos

La exposición tuvo lugar en uno de los salones de la planta alta del Centro Cultural Universitario de la UMSNH, edificio construido a principios de los 90 en el Centro Histórico. Con base en el perfil de invitados, horas antes de la inauguración me percaté de la ineficiencia del diseño del espacio para recibir a las personas con discapacidad física y adultos mayores.

Entre varios errores en su construcción e infraestructura, ambas puertas (principal y lateral) no tienen rampas de acceso, ni a su auditorio; no tiene elevador (o al menos montacargas) y su única salida de emergencia tiene difícil acceso, por lo que no cumple su función. Esto implicó que al llegar los invitados tuviéramos que cagar a dos personas con su silla de ruedas por las escaleras, además de que los adultos mayores, personas con discapacidad intelectual, familiares, amigos y acompañantes tuvieran que subir las escaleras con mucha dificultad. Fuera de eso, el evento inaugural salió adelante, fue muy agradable y especialmente significativo por lo aprendido.

Pasó el tiempo, y entre mis capacitaciones continuas, gracias al Instituto para Inclusión y la amistad con Juan Medina, su director, especialista en temas de inclusión para personas con discapacidad, tuve la oportunidad de certificarme como "prestador de servicios incluyentes", siendo mi proyecto una Estrategia de Atención Incluyente para Personas con Discapacidad, con especialidad en actividades artístico-culturales, proyecto que ha implicado un reto agradable e importante como promotor cultural, ya que la información de por medio abre un panorama oportuno, noble, profesional y eficiente, que suma al tema de públicos (o mercados) para las artes y la cultura.

Cito algunos recintos representativos como el Teatro Ocampo, que sin acceso en su entrada principal, sus rampas laterales a la sala son angostas, sin elevador y con sanitarios precarios; el Teatro Matamoros y el Teatro Morelos, aun con sus accesos principales suficientes, baños con posibles mejoras, el primero con elevador, ninguno con personal capacitado, ni protocolos pertinentes.

En el tema de los museos o recintos culturales, el Centro Cultural Clavijero y el Museo del Estado, aun con accesos alternativos, rampas adaptadas, elevadores… tienen limitaciones y deficiencias importantes en el acceso. Estos últimos, a pesar de haber iniciado la gestión del Sello de Turismo Incluyente, con base en un asesoramiento pertinente y del interés especial de la secretaria de Cultura en turno, sus directores y personal de apoyo no dieron seguimiento a los trámites para obtener el distintivo, dejaron y soltaron el proceso estando a un paso para concretarle, justificándose por exceso de trabajo y cambio de administración.

Esperemos que la actual administración retome la oportunidad para obtener el distintivo y estar dentro de la mira de los mercados nacionales e internacionales, que requieren de museos y recintos con accesos decentes y oficialmente aprobados para su promoción.

Dichas referencias, son sólo algunas de muchas que faltan para lograr en el tema de inclusión, esto, sin aún mencionar el mínimo de las capacitaciones y certificaciones del personal que garanticen la profesionalización en los procesos, necesarias para la atención y seguimiento a los protocolos que merecen de las personas con discapacidad, con base en sus derechos.

Modelos y visiones

Para hablar de la Inclusión, habrá que dar referencia que en décadas pasadas, los modelos y visiones con las que se les relaciona a las personas con discapacidad, fueron: la “exclusión”, en donde se les negaba el acceso por falta de información y formación; la “segregación”, donde sólo se les atiende en espacios y con personal especializado; la “Integración”, donde se les integraba pero aun con límites y acciones superficiales. En la actualidad, con la “inclusión”, se deberían eliminar barreras y obstáculos, y poner al alcance los mismos beneficios y oportunidades, por derecho civil y humano. Esto es, la familia, las empresas, las instituciones y la sociedad, no deberían separar a las personas normales, de las especiales o excepcionales, sino centrarse en las capacidades de la persona y adaptarse a las necesidades de las minorías, que en suma, son mayoría. He aquí el gran reto, llegar al modelo y visión que otros países más desarrollados ya están implementando, la “unificación”, donde las nuevas generaciones ya están predispuestas, dispuestas y preparadas para atender las necesidades de TODOS.

En México, teniendo como predecesor a Gilberto Rincón Gallardo, para estipular la CONVENCIÓN SOBRE LOS DERECHOS DE LAS PERSONAS CON DISCAPACIDAD, que tiene como propósito el promover, proteger y asegurar el goce pleno y en condiciones de igualdad de todos los derechos humanos y libertades fundamentales para todas las personas con discapacidad, física (o motora), sensorial, Intelectual y mental (o psicosocial), en el que se reconoce a la discapacidad como un concepto que evoluciona y a pesar de ello, se sigue evitando su participación plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones con las demás. En la Convención, se plantean muchas áreas de oportunidad relativas a la discapacidad como parte integrante de las estrategias pertinentes de desarrollo sostenible, sin embargo “las personas con discapacidad siguen encontrando barreras para participar en igualdad de condiciones con las demás en la vida social y que se siguen vulnerando sus derechos humanos en todas las partes del mundo”. He aquí donde se puntualiza la importancia de participar de manera oportuna y eficiente de la Cultura de Discapacidad, en especial con las actividades artístico-culturales, ya que son indispensables para la formación y el desarrollo de la capacidad crítica y sensible de todas las personas, sin distinción, lo que refiere a dos de los 50 artículos especificados en la Convención, éstos son, el Artículo 5 (Igualdad y no discriminación) y Artículo 9 (accesibilidad), donde se promueve en términos generales, el diseño y la adecuación de espacios, así como de sistemas, tecnologías, medios de información y comunicación de fácil acceso para las personas con discapacidad.

Puntos de reflexión y observación para el lector

  1. Como sociedad:
  2. ¿Qué tanto nos informamos respecto a los derechos de las personas con discapacidad?
  3. ¿Qué tanto demandamos a los gobiernos de las adecuaciones y las atenciones pertinentes en los espacios y recintos públicos?
  • Respecto a los gobiernos, su trabajo transversal entre Cultura y Turismo:
  • ¿Qué tanto hacen para implementar las adecuaciones, la infraestructura, la tecnología y la comunicación en espacios, recintos, teatros, museos y centros culturales públicos?
  • ¿Qué tanto capacitan y certifican al personal que dirige, coordina y opera los programas y actividades (incluyendo a la Policía Turística), para dar prestación de servicios incluyentes para la atención de residentes, visitantes y turistas con alguna discapacidad y sus familias?
  • ¿Qué información comparten, qué poder de convocatoria tienen y qué responsabilidad asumen para incentivar la concientización con las empresas turísticas y culturales, y con los organizadores de fiestas y festivales?
  • ¿Hay políticas, criterios, condiciones y reglamentos relacionados con la inclusión, en beneficio del Turismo Cultural en Morelia y el resto del Estado?
  • Respecto a los empresarios, guías de turistas y organizadores de fiestas y festivales:
  • ¿Qué tanto fomentan la accesibilidad y el protocolo de atención en su personal para operar actividades, eventos y recorridos turísticos para promover el patrimonio?
  • ¿Qué hay de sus capacitaciones para atender profesionalmente a estos públicos o mercados?
  • Respecto a la Universidades:
  • ¿Qué tanto se involucran, no sólo en implementar dichos aspectos de Inclusión en sus espacios, sino en inculcar valores y la cosmovisión de la Cultura de la Discapacidad en sus estudiantes y futuros profesionales?

Con base en la Convención, cabe mencionar la importancia de evitar términos inapropiados para referirse a las personas con discapacidad, que son muy habituales en funcionarios públicos y en la gran mayoría de la sociedad, estos son: “Discapacitados”, “incapacitados”, “personas con capacidades especiales o diferentes”, “sordomudos” e “invidentes”.

Hasta la próxima.