La actriz Lorena Velázquez, con más de 120 películas, será recordada para siempre

Con su mirada fulminante dejó huella de sus dulces colmillos en la memoria y en el corazón

Foto: Especial

Jaime Vázquez colaborador de La Voz de Michoacán

Un sábado de hace algunos años: sola, elegantísima, con la tenue luz del mediodía de invierno, Lorena Velázquez caminaba por la avenida Masaryk, en Polanco, deteniéndose brevemente frente a los aparadores de las tiendas de moda.

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Parecía flotar entre paseantes que no la reconocían, que caminaban junto a una guapa señora que andaba de compras, con su traje sastre y un gran bolso al hombro.

Los jóvenes quizá no sabían que Lorena (en realidad se llamaba María Concepción Villar Dondé) años atrás había dejado simbólica huella de colmillos en los corazones de los espectadores de sus películas.

El Cine Clavería era el templo de las deidades del celuloide en el barrio de mi infancia. Un cine con bancas de madera plegables e incómodas, en el que proyectaban al día tres películas por un boleto. Alguna tarde fueron tres de El Santo.

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Quería ver a El Santo en los encordados, batallas épicas en el ring, la máscara de plata victoriosa sobre los rudos gladiadores, el héroe del pancracio y su capa centelleante.

En cambio, vi asombrado renacer a Zorina (Lorena Velázquez), hija de Tundra (Ofelia Montesco), dinastía de mujeres vampiro que ansiaban adueñarse del mundo. Zorina, de mirada fulminante y colmillos de miedo, vampira mítica de un género de nuestro cine que mezcló sin escrúpulos lucha libre, ciencia ficción y lo macabro.

Foto: Cortesía

Al filo de la butaca, en el duro asiento de madera, la túnica blanca y sedosa de Zorina no daba respiro a los ojos de los espectadores: era Santo contra las mujeres vampiro (1962, Alfonso Corona Blake) y la vencedora del corazón colectivo fue Zorina.

En otro día más de gloria cinematográfica en el Clavería la cartelera reunió a dos deidades: Lorena Velázquez y Ana Bertha Lepe, las hermanas Gamma y Beta, habitantes del planeta Venus que llegan a la Tierra en busca de hombres para habitar su mundo. Viajan en La nave de los monstruos (1969, Rogelio A. González).

La líder venusina que confía la misión a las exploradoras en traje de baño es la michoacana Consuelo Frank (Arteaga, 25 de abril de 1910). Gamma y Beta, el bien y el mal, son la perdición del atolondrado y mentiroso lugareño Laureano Treviño (Eulalio González “Piporro”), en un delirante coctel que mezcla monstruos planetarios, un robot enamorado de una rockola, un pequeño pueblo mexicano con cantina y una historia de amor a la que no le importan las clases ni las procedencias galácticas.

Con argumento de “Chespirito”, Agustín P. Delgado dirige Dos criados malcriados (1960), comedia de enredos en la que no nos explicamos cómo Lorena y su guapísima hermana Tere Velázquez pueden enamorarse de “Viruta y Capulina”.

Lorena hace un experimento sociocultural con “Resortes” en Jóvenes y rebeldes (1961, Julián Soler) y de nueva cuenta Tere y Lorena nos hacen creer que deben esforzarse para conquistar a los mecánicos Germán Valdés “Tin Tan” y Adalberto Martínez “Resortes” en Pilotos de la muerte (1962, Chano Urueta).

A los 18 años, bellísima, está a punto de ser reina de los estudiantes en ¡Viva la juventud! (1956, Fernando Cortés), pero el título lo obtiene Virginia Luque (Yolanda Varela), una “estudiante de Morelia que vino a revalidar materias”, según dice Lorena a Pancho (Andy Russell).

Es el sueño de amor de César Costa, Enrique Guzmán y Alberto Vázquez, ídolos del rock, en Caín, Abel y el otro (1970, René Cardona Jr.).

Como Loreta Venus vuelve a los encordados, ahora como luchadora justiciera en Las lobas del ring (1965, René Cardona).

Con Mauricio Garcés actúa en Fray Don Juan (1970), sexicomedia de René Cardona Jr.

Lorena participó en más de 120 películas, en teatro y en televisión.

Aquella tarde de sábado, hace algunos años, Lorena caminaba por Masaryk. Una princesa vampírica a la que acariciaba el sol de invierno. Su imagen se reflejaba en los aparadores. El 11 de abril pasado, a los 85 años de edad, Lorena Velázquez resucitó en Zorina para siempre; su mirada fulminante que deja huella de dulces colmillos en la memoria y en el corazón. 


Jaime Vázquez, promotor cultural por más de 40 años. Estudió Filosofía en la UNAM. Fue docente en el Centro de Capacitación Cinematográfica. Ha publicado cuento, crónica, reportaje, entrevista y crítica. Colaborador del sitio digital zonaoctaviopaz.
@vazquezgjaime