Las Tres Marías, libro que recauda distintas voces de mujeres del futuro y la vejez

Las palabras usadas al escribir son resultados de los colores que tenemos para cada persona

Foto: Especial.

Adriana Sáenz Valadez, colaboradora de La Voz de Michoacán

Futuro y vejez son sustantivos poderosos, llenos de posibilidades, connotaciones, creencias y normas. Sabedora de que, en las palabras, en la escritura, nos creamos, existimos y resistimos, quiero iniciar este año con palabras que contengan FUTURO. Desde esta polifonía de posibilidades, mis regalos para este ciclo son palabras-colores. Amarillo para subjetividades que brillan como faros en las costas. Estrellas que comparten su luz y, en ello, sugieren cambios. Personas que su cercanía borra y diluyen el dolor y atrae la ternura. Resplandores que muestran la diversidad de los caminos y la inmensidad de lo porvenir.

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Rojo, palabras carmín, para quienes aman. Subjetividades que se brindan y con ello muestran horizontes de sentido. Incitan, estimulan, miran, observan y abrazan la vida desde el amar. Su compañía es apoyo, crecimiento, independencia y autonomía. Soportes para los días aciagos y prudente compañía en los días en que los festejos necesitan ser homenajeados.

Palabras azules. Aquellas que su abrazo envuelve e invita al futuro. Sirenas que cantan conocimiento. Sabiduría expresada desde la melodía sublime que incita a la reflexión. Su compañía es vía para la reinvención, sinfonías que crean futuro. Capaces de generar nuevas formas de habitar el mundo, de reflejar continentes expresados desde el placer y la alegría de aprender, incluso algo difícil, aprender a equivocarse.

Las tres Marías de la escritora vasca Arantxa Urretabizkaia, publicada en2018por la editorial EREIN, es una ficción que teje subjetividades-colores expresadas en futuro, nuevas concepciones sobre la vejez y las maternidades. Por eso podemos pensar a Las tres Marías desde las palabras colores.

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A través de las palabras creamos subjetividades. “Al parecer, el hecho de rebautizar a una persona con un sobrenombre no es más que un modo de reafirmar el poder del grupo, del pueblo, sobre el individuo” (Urretabizkaia, 2018:7). Familia, futuro, María, son sustantivos-colores que pueden ser creados y deconstruidos, formas de existencia y resistencia.

La novela relata la vida de tres mujeres. Historias que se trenzan desde la infancia. Es una ficción de recuerdo, pero, sobre todo, de futuro. Ellas le dan una nueva dimensión a la memoria y al porvenir. Relato tejido a través de varias voces, construido desde la historia de cada una de las mujeres añosas que están frente a los límites del devenir, en un vértice entre el futuro y el pasado en que se enrama. El presente que se negó como futuro, el hoy que no se pensó. Las tres son amigas desde la infancia. Pasados atravesados por las decisiones, la conyugalidad, la dictadura, la familia y la libertad de la autonomía económica.

María Txuri es una de ellas. El relato inicia con su futuro, el día del entierro de Joxe, su marido. Madre de un hijo, se encuentra dispuesta a construir futuro en la etapa en que los movimientos son más torpes y las rutinas se han convertido en deber. Desde la despedida, actúa conforme lo prometido: las tres amigas se cuidarían mutuamente.

Gorri, la segunda María, después de cincuenta años de ausencia, arriba al pueblo el día del entierro. Luego de haber viajado por diferentes continentes, llega con su alegría y disposición a la vida. A diferencia de las amigas, no se casó, fue modista y desde ahí sus viajes, patrimonio económico y, sobre todo, desde su ser amarillo, mantiene el amor a los colores como representaciones de ilusiones, ventanas al existir. Desde ellos, pinta la memoria y la vejez. Acompaña el homenaje al pasado y colorea el futuro de olor a mar, de movimiento, como el de las olas acunadas a partir del influjo de la luna.

Handi, la tercera amiga, se casó con un hombre de uniforme y apellido largo que ejercía un puesto en Manila. Desde la posición de privilegio, acude a las amigas, pero continúa su vida. Marido, gris, esposa, uniforme, obediencia, soledad, sustantivos desde los que se normaliza y moraliza.

Gorri y Txuri, son subjetividades-colores que proponen nuevos esquemas de vejez. Los años como posibilidades de futuro. Mujeres añosas que, en la colectividad, se reinventan y resignifican. Desde el cuidado compartido, viven en la que fuera casa de Gorri. En la amistad proyectan recuerdos y porvenir. En la ficción, la familia es mucho más que el vínculo sanguíneo; la vejez no es final, sino una etapa de memoria, devenir y creación.

En la casa donde se borda amistad y futuro, celebran la nochevieja con el hijo de la antigua empleada que se brinda en amor a la colectiva, con las amigas con las que reaprenden el euskera y con la joven embarazada, como símbolos de arraigo y reinicios. Mujeres que sin olvidar(se) se atreven a resignificar las palabras. Futuro, familia, maternidad y vejez se reconfiguran desde el aprendizaje conjunto y el cuidado hermanado.

Feliz año lleno de palabras-colores.


Adriana Sáenz Valadez es doctora en Humanidades, trabaja en la Facultad de Filosofía de la UMSNH y usa toda trinchera para desestabilizar las opresiones: desde la academia, la calle, el pensamiento, el amor, la escritura, la irreverencia.