Los “demasiados” libros en Michoacán,la producción e ímpetu de editoras y editores

Tercera parte de las voces que hablan sobre el estado de salud de la producción editorial literaria en Michoacán

Foto: Cortesía

Víctor E. Rodríguez Méndez

Más allá del ímpetu y espíritu férreo que las editoras y editores han plasmado en las dos entregas anteriores de este trabajo periodístico, ¿qué hay de otras voces dedicadas a la escritura, la gestión y la promoción cultural? En esta tercera parte, presentamos algunas voces que hablan sobre el estado de salud de la producción editorial literaria en Michoacán en sus vertientes.

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Mara Rahab Bautista López, directora de la librería y centro cultural El traspatio, ve un crecimiento claro en la producción editorial en Morelia. “Veo con ojos muy contentos que hay nuevas editoriales, también veo que hay muchas publicaciones y esto siempre es bueno; habla bien de la producción editorial, habla bien de los libros, habla bien de los morelianos”.

Señala que la producción editorial no sólo es la producción en papel, sino también en redes. “No se necesita mayor investigación para decir que toda la producción que se está haciendo —que tenga estas iniciativas que las personas mujeres, hombres, jóvenes y expertos digan: quiero publicar— me parece maravillosa”.

Para el escritor moreliano Edgar Omar Avilés las editoriales que avizora en el estado “para ser editoriales con todas las de la ley deben potenciar a sus autores, además de posicionar los libros en librerías estatales y nacionales, contar con ventas online, generar presentaciones y vínculos del autor con potenciales lectores, lograr vínculos institucionales, generar expectativas de la obra ante medios de comunicación —así sea en redes sociales—, encontrar nichos de público y, en fin, generar público”.

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Menciona, además, que deben disponer el libro en distintos formatos (papel, audiolibro, digital), pero, también, hacer portadas atractivas. “Todo esto potencia al autor, le permite dialogar en el mundo de las letras para sumar oportunidades en lo profesional y lo artístico y también a la editorial, la cual debe ver en sus autores el mecanismo para continuar y de ganar renombre, que será aval para los autores que publica”. Más aún, agrega, las editoriales deben llegar al punto en que “puedan dar regalías a sus autores y que la editorial crezca en catálogo, tiraje, ventas… Y, si se me permite seguir con el sueño, que no dejen de apostar por autores propositivos y talentosos, no solos de los temas y movimientos de moda”.

La tallerista y promotora Karla Chávez considera que la producción editorial literaria ha crecido en los últimos años y lo que atribuye a que las personas que egresan de las universidades, con formación en Letras o Diseño, han conformado proyectos independientes para enfatizar la difusión de la escritura de autoras y autores contemporáneos/emergentes de los lugares mencionados. Añade: “La principal forma en que se dan a conocer las obras de estos autores y autoras es por medio de encuentros y micrófonos abiertos; en segundo lugar, por los concursos literarios que, como resultado, sacan antologías con los textos ganadores; y, en tercer lugar, la publicación en formato libro como tal”.

La también escritora apunta que los crecientes proyectos editoriales generan nuevas dinámicas para conocer sus catálogos; sin embargo, “no les ha sido fácil si comparamos el alcance que puede tener una editorial internacional, por eso es importante apoyar a los proyectos que dan sus primeros pasos”, para lo que resalta un hecho fundamental: “Leer y adquirir libros de editoriales independientes es un ejercicio que genera comunidad”.

Por su parte, Martha Parada resalta el trabajo de las editoriales pequeñas por lograr “un espacio de independencia y libertad”. La literatura es eso, apunta la escritora y tallerista. “La autopublicación siempre ha existido, mas no la industria del marketing. La difusión de boca en boca es la única posibilidad para la editorial pequeña y local, con casos verdaderamente excepcionales”. Sin embargo, apunta, esto no es trabajo ni del autor ni de la editorial, sino del mundo lector. “Una sociedad educada en la lectura busca un buen autor, no importa dónde ni cómo. Y no lo somos. Leemos lo que las grandes editoriales publicitan y hasta nos convencen de una buena calidad. Por eso ahora no hablamos de editorial, sino de industria en las que también nuestro criterio empieza a ser fabricado”.

Abunda en el mismo sentido: “No somos lectores, carecemos de una tradición bibliófila. Las librerías están llenas de buenos autores que muchos dejamos pasar; además, no leemos a los más cercanos. Así que la pequeña editorial sobrevive, pero no morirá. Es necesaria para la gran industria. Ahí se cultivan sus consumidores”.

Ángel Hurtado, librero, mediador de lectura, gestor cultural y escritor, vislumbra diversos esfuerzos desde diferentes ámbitos para producir ediciones literarias. De manera independiente, enfatiza, “hay algunas editoriales buscando publicar a través de muchos esfuerzos reunidos; existe, además, una red de autopublicación entre las y los escritores de literatura en Morelia, por un lado, en antologías y plaquettes de poesía, y por el otro con libros físicos impresos por Amazon o por alguna imprenta local, ambos requieren de un trabajo de edición previa”.

Sin embargo, considera que “hace falta mucho por hacer en el ámbito editorial literario de Morelia”. Y explica: “Quizá no sea lo ideal que cada vez haya más editoriales independientes, pero sí sería bueno la creación de algunos nuevos proyectos y, sobre todo, el apoyo y subsidio a los que ya existen, acompañados de una amplia red de difusión a nivel nacional, que es ahí donde más se está fallando, ya que se pueden publicar libros, pero se cuenta con pocos espacios para su promoción, y desafortunadamente no salen de la ciudad o el estado”. Por ello, añade, “deberíamos apoyarnos con librerías y otras editoriales independientes en el resto del país”.

Oswaldo Árciga Sosa, corrector y maquetador de libros digitales, señala que, a pesar de la amplia producción literaria, “la producción editorial deja qué desear”. Para el también maestro en pedagogía la falla “aparentemente radica en la distribución, que sigue haciéndose como hace cuarenta años”. Agrega el también docente: “Los esfuerzos independientes de autoedición son precarios, por lo que no alcanza para un buen trabajo de marketing, y las instituciones evaden la inversión en nuevos canales de distribución; de esta forma, las macroeditoriales dominan el mercado”.

Oswaldo cree que la nueva tendencia de la autoedición “democratiza” la carrera literaria. “Con métodos de producción más baratos y bajo demanda, los autores pueden acceder a la publicación de sus obras y no depender de si está en una gran librería, sino directamente de sus propias estrategias de venta. Además, las plataformas eficientizan el acercamiento de los lectores a sus autores favoritos, o incluso a nuevos autores. Un amigo escritor comparaba autopublicarse con el onanismo frente a un espejo. Éste es el prejuicio sobre la autoedición. El tema del ego de los autores y libreros sigue operando como un obstáculo para involucrar la autoedición en el mercado”, concluye.


Víctor Rodríguez, comunicólogo, diseñador gráfico y periodista cultural.